martes, abril 21, 2015

La tentación del fracaso

La historia de Rato vuelve a confirmar que la victoria tiene cien padres, pero la derrota es huérfana, y no hace falta sino  ver como su antiguo partido, que estuvo a punto de hacerlo presidente, lejos de poner una red a su caída, le convierte en  una especie de coartada para intentar convencernos  de que se es implacable con los corruptos. Pero la historia de Rato tiene una cara trágica, de personaje brillante que cae desde lo más alto, no en vano la derrota tiene su aura frente al éxito que es siempre insolente, sospechoso, un poco soez y su historia recuerda a la de aquellos triunfadores a quienes una fuerza interior  lleva a  recelar de su éxito  y a dilapidar su logros, como si no los merecieran y necesitaran castigarse, de una forma que desde fuera parece deliberada. Los que al fracasar triunfan, y al revés. La derrota tiene una dignidad, decían los clásicos, que la victoria no conoce.  Tal vez entre nosotros el ejemplo más notable sea Urralburu, que pudiendo ser un líder indiscutible por los servicios prestados, y convertirse en una especie de Arzalluz, con mando a la sombra,  se las apañó para labrase un fracaso definitivo e irrevocable. Teniéndolo todo, siendo un estratega curtido,  lo arrojó por la borda. El caso de Rato sería un escalón más de esta tentación irresistible al fracaso. Quizás en  mucho tiempo no veamos un ministro de economía tan providencial como él, que además parecía el político perfecto, con un punto aristocrático, desapegado, con la ventaja de que, al ser rico de familia, no necesitaba  enriquecerse con la política. Alguien  capaz, después de no ser elegido sucesor de Aznar, de salir fuera y  de presidir el FMI, un puesto a la altura incluso del exigente  Strauss Kahn. Allí dimitió por sorpresa, como si necesitara  volver a casa,  donde se las apañó para ir despeñándose en un tiempo record.  Ni planificándolo bien es facil llegar a tanto. El gran Julio Ramón Ribeyro tituló justamente su autobiografía  “La tentación del fracaso”, para explicar cómo tras un aparente éxito existe a veces una fuerza tenaz, autodestructiva,  que busca  un fracaso en toda regla. 
(Publicado DN 20 abril)

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