viernes, abril 17, 2015

Reloj sin manecillas

"La muerte es siempre la misma, pero cada hombre muere a su manera". Es la primera frase de este libro, "Reloj sin manecillas", justamente el reloj de aquel para quien el tiempo, en realidad, ya se ha acabado aunque siga aparentemente vivo. Es la última novela de Mc Cullers, soberbia, de una pieza, con palabras que suenan a verdad, que es lo mejor que se puede decir de  un libro.Tal vez no sea lo mejor que escribió -de hecho fue su ultimo empeño novelesco- y puede que en sus ultimos capitulos no sea capaz de mantener el listón, pero vuelvo a empezar de nuevo este libro y sucumbo enseguida a su poder.  Las malas críticas que obtuvo este Reloj sin manecillas disuadieron de volver a escribir una novela  a esta mujer extraña, enfermiza, siempre dolorida, febril. Hay en estas escritoras del sur, como ella y Flanery O'Connor, que tiene una sensibilidad incluso mas acusada, sibilina, casi mística, una presencia de la causa sureña y de los temas que parecen inevitables: la segregación, la negritud, el mundo rural, la guerra de secesión, el rechazo al gobierno de la Unión,  la religión, la violencia contenida, la locura, la sensación de un mundo en  que todo está en vilo,  al borde de un cataclismo, cercano  al estallido. Detrás de este libro está la Biblia y Shakesperae, y el aliento de un gran río que pasa, la luz dorada, los pies desnudos, los olores desde un porche.  Puede que  Reloj sin manecillas no sea el mejor libro de Carson Mac Cullers, pero sí quizas el que levanta un personaje mas completo: el viejo juez brutal y reaccionario, que a la vez nos suscita compasión, enternecido por su nieto Jester, el hijo de un hijo  que se ha suicidado. Ese viejo juez que,  en el primer capitulo,  toma un wiskhey a media mañana, tras el oficio religioso, en la farmacia de Malone, quien le confiesa que tiene una enfermedad en la sangre, ante lo que el viejo Juez protesta, le dice que es imposible, "porque tu Malone, llevas la mejor sangre del estado". Sangre sabia, es uno de los titulos de O'Connor, sangre que corre por las venas, como las palabras de este libro bombeadas desde el corazón.

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