martes, junio 16, 2015

¡Hola!

Puede que los pactos sean apasionantes, o que el cambio de ciclo político, que ha pasado se der una tortilla de dos huevos a un revuelto de cuatro, como en el chiste de Oroz, sea lo nunca visto, o que la llegada de Bildu al ayuntamiento active todas las alarmas, pero todo eso se ha quedado en nada ante el affaire (presunto) entre Vargas Llosa y la Preysler, hasta el punto que en las tertulias serias (presuntamente) de la mañana en la radio, tenían que hacer grandes esfuerzo para volver  a la política y apartarse de esta exclusiva, lo que  lograban a duras penas,  y en los cenáculos de intelectuales, en los que nos alarmaríamos si supiéramos de lo que se suele hablar, era el tema estrella. Este asunto, que de pronto concierne a todo el mundo, como si fuera un tiempo muerto ante tanta murga trae, desde luego,  el recuerdo de Boyer renunciando a su puesto en el primer gobierno socialista para estar con Isabel; aquella mujer que representaba todo lo que el modelo de izquierdas denostaba con más furia: la frivolidad, la pose, las fiestas, la feminidad en estado puro, frente a la propuesta de mujer  liberada, con ambición profesional  y en pie de igualdad con el hombre, que era el modelo ideal. Aquello  fue un choque con la  realidad que entendió todo el mundo, la prueba de que aquellos izquierdistas con chaqueta de pana también eran sensibles a los encantos de la vida fácil y que en el corazón no manda nunca la cabeza. Cuando Boyer eligió a la  Preysler, era un síntoma, un adelantado a lo que iba a pasar, la prueba de que el poder cambia a todo el mundo, y que hay que tener cuidado al elegir los enemigos pues uno termina pareciéndose a ellos. Vargas Llosa, por su parte, lleva a cuestas un Nobel, un expediente intachable de intelectual comprometido, y 50 años de matrimonio con una mujer que le había acompañado a todas partes, incluida las tramas de sus novelas y ahora   ha llegado al papel couché. Desde la boda de la duquesa de Alba con aquel Aguirre,  a quien Manuel Vincent dedicó un libro divertido e implacable,  no se veía nada así. 
(Publicado en DN 15 junio)

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