martes, septiembre 29, 2015

Agua

Entré en el agua del mar, para despedirme del verano, y como  estaba tibia y clara  me dejé llevar boca arriba, viendo el sol en el cielo extendido como un paño azulísimo, y luego me di la vuelta y nadé un poco a crawl, y de nuevo bocarriba entrecerré los ojo y vi enfrente la mole alargada del monte Jaizkibel, los barcos de vela que volvían a la bahía al final de la tarde, y para cuando me di cuenta me había alejado bastante y no había nadie alrededor, así que intenté volver alternado braza y espalda, no exactamente apurado, pero sin tenerlas toda conmigo, hasta que por fin llegué a la orilla, donde debía sentirme aliviado, pero no fue así,  porque enseguida comprobé que aquel  no era el lugar por el que había entrado hace rato y allí no estaba  la toalla y la  mochila donde, al haber venido solo, había dejado mis cosas: las llaves del coche, el dinero, los carnets, así que eché a andar hacia un lado, pero enseguida di la vuelta y fui hacia el otro, rabioso de no haber tomado una referencia clara, y noté que el sol se había ocultado ya tras el monte, que ahora me parecía oscuro y tétrico, y empezaba a hacer fresco, la mayoría de la gente había desfilado ya, y lo cierto, me dije rabiando,  es que mis cosas no aparecían por ningún lado, lo que me hizo tragar saliva, pues no sabía que hacer allí, inerme en traje de baño, y en ese momento me dio por pensar en los refugiados que llegan a la playa sin  nada, felices de haber llegado a tierra,  y son recibidos por un tipo con  chaleco y una manta, y pensé que yo tendría que salir ahora en busca de alguien así,  encontrar un alma caritativa en el paseo que me dejara llamar por teléfono, o un gendarme que me auxiliara o me confundiera con un sirio que ha llegado al océano equivocado, y dando tumbos pasé junto a un gran pez que hay allí en  la playa, y justo a su lado, en un sitio en que juraría no haber estado antes, estaban mis cosas en un montón, como si fueran las de un ahogado: los pantalones en un bolo, la mochila intacta con todas las cosas: esas que son las que hace de mí lo que soy, sin las que apenas soy nada, pensé, salvo un cuerpo vagando con pesar por la arena.
(Publicado DN  28 septiembre)

lunes, septiembre 21, 2015

Romper



Causa escalofríos ver a un representante de Navarra romper en la tribuna del Congreso de los diputados un ejemplar de la Constitución, como ha hecho el diputado de Amaiur, algo que en el fondo nos retrotrae a esa Navarra trabucaire, integrista, opuesta a las constituciones liberales que iban a  traer la peste.  Romper la Constitución en un parlamento es toda una declaración de intenciones, un  programa de máximos. Las leyes que no gustan se cambian, si uno convence, pero no se rompen a la brava. Así de fácil. Ya tiene escrito la historiadora Mari Cruz Mina, que en Navarra hay gente que ha cambiado de  ideas, pero no de forma de pensar, que en cuanto nos descuidamos sigue siendo visceral, de todo o nada, proclive al aspaviento y la descalificación del contrario, y el numerito de la tribuna lo confirma.  Aquí hay quien ha pasado, por lo demás,  de  ser acérrimo de una cosa a la contraria, pues hay quien prefiere tener un causa a la que entregarse, antes que una vida propia, que es más difícil. Todo menos estar solo y libre bajo el cielo estrellado, a la intemperie. Nuestro diputado, por lo demás,  llevaba para la ocasión una camiseta con la estelada y lanzó vivas a Cataluña, que se dirige sin inmutarse a romper la baraja y jugar por su cuenta, y esa debe ser la aspiración última de estos grandes progresistas: conseguir que cada territorio se desgaje, y viva en una especie de paraíso propio, sin los molestos vecinos. No sabemos si una vez independientes procederán a federarse poco a poco de nuevo, pues todo vuelve.  En Navarra no hubo al principio mucho apego a la Constitución. En su día, desde aquella Alianza foral navarra hasta HB, de un extremo a otro, se opusieron a ella y solo la UCD y el socialismo, hay que decirlo, la apoyaron abiertamente y acertaron de pleno, pues bajo su abrigo hemos vivido una época próspera y libre, aunque hay quien no consiga ver lo obvio. Puede que ahora  esta Constitución requiera algún repaso, pero al ver sus hojas rotas por el suelo recordé que para para acabar con ella entraron un día en ese mismo Congreso a tiros, y no lograron.
(Publicado DN 21 septiembre)

lunes, septiembre 14, 2015

Duran

Oigo a Duran i Lleida quejarse del trato que le está dando TV3, la tv pública de Cataluña,  donde apenas sale salvo para ser despellejado en tertulias en las que reina la doctrina independentista sin rubor. Que alguien como Duran, cuyo partido, Unió, ha sido socio durante décadas de Convergencia y gobernado Cataluña al unísono denuncie esto es revelador.  Este hombre, de largo recorrido en la política, ilustra la triste imagen de un catalanismo moderado, componedor, dispuesto a vivir con España  que se resiste a admitir la ceguera del camino emprendido por Mas y los suyos. La independencia,  más allá de cualquier otra consideración, es un mal negocio y con eso debería bastar, viene a decir Duran, desconcertado. Una cosa era amagar con ello y otra creérselo.  Lo cierto es que este catalanismo racional y posibilista de Unió ha desaparecido, y las encuestas le dan muy pobres resultados. El momento es apto para la política de brocha gorda, para el sí o el no, sin más matices. Que Mas necesite para sus planes a la CUP, que está dispuesta a declarar la secesión de un día para otro, aunque eso suponga sacar a Cataluña de la UE, le produce escalofríos. Pero el mayor desatino, a su juicio, es que se dé por buena la independencia  con un  apoyo que apenas sobrepasaría el 40% de los votos, que es lo que suman Junts pel Si y las CUP, lo  que terminaría de fracturar y empobrecer a la sociedad catalana para mucho tiempo. El ejemplo de Quebec, donde se exigió una  mayoría muy amplia que justificara una ruptura del país, viene enseguida a la cabeza. En realidad las razones de Duran, viniendo de donde vienen, son una   munición más letal  que la que ha disparado buena parte de la oposición españolista y resultan apabullantes. Sin embargo, es difícil que se le escuche. Hace ya años que Orwell escribió una breve obrita sobre el nacionalismo (y las ideologías en general)  en la que señalaba que con él lo primero que sufre es la verdad, y que entregarse a  una causa que se coloca por encima de todo, lleva a  justificar cualquier sacrificio y, por supuesto, a negar la realidad si hace falta, lo que viene a probarse de nuevo.
(Publicado DN 14 septiembre)

lunes, septiembre 07, 2015

Éxito




Una de las cosas que se han dicho a raíz de este drama de los refugiados, es que se trata de un fracaso de Europa.  Pero lo cierto es que no es así. Se trata más bien del éxito de Europa, en la medida en que todo el mundo quiere venir aquí y está dispuesto a arriesgar la vida en  ello.  El camino de los refugiados sirios, afganos, libios somalíes etc. en su mayoría musulmanes, no es ir hacia el este sino correr hacia el oeste, y cuanto más al oeste mejor: hasta Alemania, que está preparada para acoger 800.000 emigrantes, algo que deja en nada nuestros modestos esfuerzos, o hasta Inglaterra, que está dispuesta a mucho menos, pero que no disuade a quienes esperan en Calais sin querer quedarse en la acogedora Francia.  Otra cosa es la pasmosa falta de organización, la lentitud exasperante en la toma de decisiones, las zancadillas entre naciones, algo tan común en Europa, y que se comprueba estos días con las peripecias de esos refugiados que se agolpan en la bella estación de Budapest, peleando para montar en un tren que no se sabe adónde va y que recuerda las peores pesadillas del pasado. En un mundo donde hay policías en cada esquina y existe la  cruz  roja, alguien se las ha arreglado para que se esfumen en el peor momento. No hay mensajes ni explicaciones,  salvo  un vociferante primer  ministro húngaro que anima a los que huyen a no venir por aquí.   Europa es un éxito, pero un éxito amargo, lento y burocrático, tanto para  los que vienen de fuera como para los que vivimos dentro. Europa es una región próspera en que el fanatismo no impera y existen, mal que bien,  instituciones y derechos para las personas, pero eso no nos convierte en culpables de los horrores que pasan en todas partes, aunque nos coloque en un dilema moral y ponga a prueba nuestros principios.  Es verdad, como ha dicho ese niño sabio, que si  acabáramos con la guerra en su país ellos no vendrían, pero intervenir en una guerra brutal y enrevesada como la Siria, donde no sabe quién es peor,  manchándonos las manos y llevando soldados a la muerte no parece fácil, ni sería bien visto, sobre todo por aquellos que siempre se apuntan al fracaso. 
(Publicado Diario deNavarra 7 septiembre)

lunes, agosto 31, 2015

Sabicas

Puede que Pamplona haya encontrado su festival casi por casualidad con el “Flamenco on fire”, algo que andaba buscando y que no es fácil,  después de tanto mirar de reojo a los festivales de cine y jazz de San Sebastián, por ejemplo, queriendo dar con algo que pudiera ser aquí un referente y atraer público y crear un sello propio. Tiene gracia que siendo una ciudad tan norteña y envarada, donde  a lo lejos siempre parece escucharse un chistu,  Pamplona se vuelva de pronto capital del flamenco, debido a la casualidad que viniera  a nacer aquí Agustín Castellón, el hijo de unos gitanos ambulantes que recalaron un tiempo en la calle Mañueta.   Agustín cogió aquí  la guitarra de niño y ya no paró. “Yo no tuve nunca maestro en la vida”, declaró. “Me puse a tocar, y así seguí”. Su hija, que nos visita estos días,  cuenta que en casa no podían poner la radio ni hacer ruido porque su padre ensayaba 8 o 10 horas todos los días. Agustín vivió casi toda su vida fuera de España, de donde se exilió tras la guerra, y fue guitarrista en Nueva York, que también tiene su guasa. Allí le visitaron guitarrista y cantaores y allí fue forjando un estilo propio.   “Yo soñaba con Sabicas. A nadie le ha sonado la guitarra como al maestro”, dijo  Paco de Lucía, que fue su discípulo. En “La búsqueda”,  esa emocionante  película que le hizo su hijo,  Paco habla de Sabicas con veneración y dice que cuando lo vio tocar por primera vez, notó que cogía la guitarra “como si calibrara un arma, como si se sorprendiera de sacarle sonido”. El auténtico arte, podemos pensar, es ante todo una sorpresa para el que nos lo da, algo que no pretende. Alguien que  vio a Sabicas una vez en Nueva York me contó que  hizo por cruzarse con él en los pasillos del teatro. Maestro, soy de Pamplona, le dijo. Sabicas paró un momento, con la guitarra en la mano, y le miró unos segundos, calibrando, luego siguió su camino sin decir nada. No sabemos qué pasó por su cabeza. Quizás se extrañó de haber vivido alguna vez en  un lugar tan  remoto, o recordó de pronto con emoción  la lejana infancia, nuestra auténtica patria.
(Publicado DN 31 agosto)

lunes, agosto 24, 2015

Pasos

Todo es distinto desde que tengo mi podómetro, esa app que he bajado al móvil, de tal manera que cada vez que entro y salgo de casa, voy y vuelvo del trabajo o paseo mirando al cielo, algo cuenta mis pasos, los suma y convierte en km recorridos, en calorías consumidas, en horas gastadas, así que mi día es ya un día distinto y ya no voy al buen tun tun,  sino que ahora mis pasos trazan un recorrido productivo, son un esfuerzo que redunda en mi salud, un logro. Ahora persigo un objetivo, lo marco en el aparato, observo mi  progresión y cuando lo logro el sistema me felicita y yo subo mi autoestima, y sé que mi gesta, aun humilde, se graba para siempre en algún sitio. Todo eso he pensado mientras iba caminando a buen paso, animado, hasta que todo se ha torcido de repente. Ha sido justo en el  momento en que escuchaba a Wagner en la radio del móvil y, puede que espantado por los gritos de Brunildo, el aparato ha  emitido un leve estertor y se ha apagado, como un gorrión que se nos muere entre las manos.  Puede que anoche no cargara la batería, o tal vez lo haya sometido a un exceso de descargas, o el calor del verano le ha afectado, me he reprochado, sintiendo ya esa punzada de angustia que produce la falta del móvil -el lector me entiende muy bien-, algo parecido en estos tiempos a  pasear desnudo por la calle. Todavía estoy lejos de casa  y ahora el podómetro no va a contabilizar mis pasos, he pensado con grima; este recorrido va a ser en vano,  mi esfuerzo no se va a sumar donde debe y así, he caído en cuenta con un escalofrío, voy a desbaratar la media y hundir mi promedio. Todo se irá  al traste, he comprendido. En el camino de vuelta he pensado en soluciones: cargar en casa la batería  y volver a hacer el mismo recorrido de nuevo, si bien  faltarían estos pasos que voy dando;  agitar el  móvil para que piense que son pasos, trampeando. Pero poco a poco, el paseo solitario ha sido productivo y al eliminar el maldito podómetro y verlo esfumarse en la pantalla, me he sentido otra vez libre.
(Publicado DN 24 agosto)  

sábado, agosto 22, 2015

Korta

Como cada agosto, los amigos de Korta, el industrial guipuzcoano asesinado por Eta hace 15 años, se han reunido en Zumaia frente al lugar en
que murió, para homenajearlo y decir unas palabras. Al acto han acudido representantes políticos y, por primera vez, el alcalde de su pueblo, Zestoa,  pero no dirigentes de Bildu.  Korta murió por la colocación de una bomba junto a su empresa en el 2000, el año en que  Eta acabó también con la vida de Fernando Buesa, López de la Calle, Martin Carpena, Juan Mari Jáuregui, Casanova, Ernest Lluch y así hasta 22 nombres que se leen todavía con un escalofrío. Mediante esta sangrienta ofensiva,  Eta intentaba que la sociedad claudicase de una vez a sus pretensiones, algo que por fortuna no ocurrió.  Korta, como el resto,  no murió porque sí. Hacía poco, como presidente de Adegi había mostrado su disposición a no pagar el “impuesto revolucionario” y reclamado que no se hiciera. Además,   en las semanas previas  a su muerte, los empresarios instaron a los partidos que se unieran de una vez frente a Eta y mantuviesen la legalidad vigente: Constitución y Estatuto. Korta, un hombre nacionalista, cercano al PNV, impulsor de la ikastola de su pueblo, se había negado a llevar escolta convencido de que no tenía nada que temer.  La fábrica que dirigía y frente a la que murió, daba trabajo a 80 empleados y hoy es un grupo pujante. Cada año merece la pena escuchar lo que se dice en su homenaje, nunca son  palabras vacías. Esta vez, en un día gris y lluvioso,  el mensaje fue  que hay que mirar hacia adelante sin odio, pero que eso requiere relatar lo sucedido con honradez y sobre todo que cada uno asuma sus responsabilidades. “No todos tenemos la misma responsabilidad, pero reconocerlo es la única manera de continuar y resultará a la larga inevitable”, ha dicho el portavoz de la familia, con la cautela que todavía hay que decir estas cosas en Zumaia, o en Zestona, y lo cierto es que se le ha entendido perfectamente. Reconocer la responsabilidad. Ya suena escandaloso,  cuando hay tantos empeñados en diluirla, como si fuera uno de esos licores demasiado amargos. 
(Publicado DN 17 agosto)

martes, agosto 11, 2015

Cambio

A pesar de ser agosto, esto no para y recuerda a una novela de  época, de aquellas de Galdós  en las que se iba Cánovas y llegaba Sagasta, y con la caída del gobierno había vuelco de funcionarios y lamentos de los cesantes, rabiosos, que  no había sabido colocarse a tiempo.   Con este gobierno se anunció que todo iba ser distinto, pero  está visto que lo primero para el que llega  no es tanto cambiar el mundo, que lleva su tiempo, sino cambiar de momento a los  directores generales, responsables, gabinetes, jefes, segundos niveles, patronatos, consejos etc. que además  ahora debe contentar a cuatro partidos, que ya es contentar.  Un sin vivir. El cambio era esto: un goteo de nombramientos, un reparto de puestos, un colocarse.  Luego ya veremos adónde vamos. Llegar al poder, por lo demás,  es desdecirse, o al menos ir entrando en matices.  Ya se escucha que se adoptará tal medida -el incremento de sueldo a  los funcionarios, por ejemplo-  si las cuentas lo permiten. ¡Hombre de Dios! Pero si esto era el argumento del gobierno anterior, al que se le pedía justamente que hiciera esto o aquello sin dudarlo, sin ampararse en torpes excusas de que no había dinero. El dinero, ya se sabe, y sobre todo desde la oposición, crece en los árboles. De pronto, es como si los contendientes hubieran cambiado de campo y de anteojos y ahora  es  UPN quien exige la subida, y son los que la reclamaban quienes dudan y no lo  ven tan claro. Esto me recuerda una vez en  Roses, un verano, en el que todavía colgaban de las farolas los carteles de unas elecciones recientes. “Estabilitat”, decía en grandes letras el que pedía el voto para el alcalde, un tal Ricard; “Idees noves”, era el reclamo de la aspirante, Magda. Sentado allí en un banco con Jaume, frente a la bahía,  con el Canigó al fondo y las islas Medas ancladas en el verde mar, como dos cesantes, no decíamos nada,  hasta que Jaume, recuerdo, dijo señalando las caras de los carteles, que parecían sonreírse uno a otro: en las próximas elecciones será la Magda la que ofrezca estabilitat, y el Ricard Las Idees noves.  Gira, el mundo.
(Publicado DN 10 agosto)

lunes, agosto 03, 2015

Playa

Llegué a la playa salvaje que había estado buscando y de pronto se echó la niebla, de tal forma que apenas veía la orilla y solo oía el bramido del mar allí enfrente, insistente, y cuando eché a andar ya no vi nada, la bruma había desdibujado los contornos y borrado el relieve de las cosas, así que todo era plano, distorsionado, como si estuviera hecho de puro vacío, hasta las grandes piedras parecían falsas y en los charcos el agua de la marea era negra, de tal forma que pensé que podía estar  muerto, que había tenido un accidente cuando venía hacia aquí, y hasta creí recordar una rotonda que tomé muy deprisa, en la que di un frenazo, seguro que me empotré de golpe contra algo  y pasé directamente a este mundo en blanco y negro, me dije, sin que todo aquello llegara a preocuparme de verdad,  y mientras pensaba en esto, apareció entre la bruma alguien que venía decidido hacia mí, con algo que parecían alas a la espalda, y comprendí, con un escalofrío, que se trataba de una ángel que acudía a recibirme a ese especie de hades etéreo dispuesto a pesar mis acciones, las buena y las malas; un juez  que debía decidir  si  pasaba a la siguiente fase,  la que fuese, o debía permanecer todavía en esa playa vacía en la que no había mucho que hacer, la verdad,  y cuando estaba ya encima y yo iba a empezar un alegato en mi defensa, resultó ser un tipo que venía corriendo por la playa con una gran mochila en la espalda y que pasó de largo sin saludarme, jadeante, así que me senté en la arena  algo más tranquilo, pensando que debía seguir pese a todo vivo, y alcé la vista hacia  donde se distinguía difuminada la gran bola del sol, parecida a un balón bajo una sábana blanca, que pugnaba con la niebla a ver quién terminaba imponiéndose, así que me puse a contemplar la batalla hasta que, al tiempo, con los ojos entrecerrados, vi que el sol volvía a brillar y el mundo, obediente,  comparecía otra vez y la gente desfilaba de nuevo por la orilla hablando animadamente, como si nada hubiera pasado. 
(Publicado DN 3 agosto)

domingo, agosto 02, 2015

Rascacielos

El grupo chino Wanda quiere demoler el edificio España en Madrid, ese viejo rascacielos de los años 50, tan reconocible, que compró no hace mucho al banco de Santander por 265 millones y que el banco mantenía desde 2005 sin tocar.  Wanda logró licencia para convertir esta torre varada en pleno centro de Madrid en un hotel de lujo y un centro comercial, que es los que Wang Juanlin, propietario de Wanda y uno de los  hombres más ricos del mundo, hace en todas partes. En  principio, se exigió a Wanda mantener  partes del edificio, sobre todo la fachada, pero los expertos de  Wanda lo ven muy  complicado y han propuesto el desmontaje y posterior reconstrucción fiel del edificio. Es decir, quieren hace una especie de copia de lo que había, lo que se aviene bien con  la cultura china, que ha copiado todo varias veces,  y con la cultura a secas, no en vano ya no vemos las cuevas de Altamira, por ejemplo, sino una copia muy bien hecha que gusta mucho más y es más cómoda.  Tirar o mantener es el debate que se repite en casi todas las ciudades con esos edificios singulares, testigos de otro tiempo, que dan carácter y estorban al mismo tiempo.   Pensemos,  sin ir más lejos, aquí, en los Caídos. No es extraño que el decano de arquitectos de Madrid haya planteado al  ayuntamiento hacer una consulta popular para decidir sobre la demolición,  lo que a Manuela Carmena le ha gustado mucho, al menos a día de hoy.  Derecho a decidir, aunque sea sobre un rascacielos. El decano reconoce que se trata de un  edificio sin un valor especial, levantado en un momento difícil en  el que había poco acero y que la fachada no  es un elemento resistente. Sin embargo, el debate principal, a su juicio, es si los madrileños tienen o no un vínculo afectivo con el edificio que justifique su costosa conservación. En ese caso, el edificio debería mantenerse. También es parte del patrimonio, dice, salvaguardar la memoria, mantener un  vínculo con las generaciones precedentes. Demoler o reconstruir un viejo edificio  de nombre España. Vínculo afectivo con el pasado. El grupo Wanda nos ha proporcionado la metáfora exacta para este largo y cálido verano.
(Publicado DN 27 julio)

martes, julio 21, 2015

Dublín



Dublín está lleno de estudiantes este verano, grupos de jóvenes italianos y españoles que desfilan por el Trinity College sin levantar la vista de los móviles, adolescentes a los que se ha facturado para lograr una tregua familiar  y para que aprendan  algo de inglés,  si es posible, lo que es una paradoja porque este país, Irlanda, se construyó contra Inglaterra, logrando costosamente la independencia del poderoso vecino, lo que debía servir, entre otras cosas, para recuperar el idioma gaélico, cosa que no consiguió, pues intentar gobernar las lenguas contra su deriva y, sobre todo, contra la  voluntad de los hablantes es causa perdida y fuente de dolor, de hecho estos chicos que pasean por Dublín se pasan  enseguida a su lengua y se ríen entre ellos, excitados, sin saber que son parte del negocio de este pequeño país que también fue rescatado hace 33 meses y que ahora mira a Grecia con sorpresa, como a un niño travieso, encogiéndose un poco de hombros:  33 meses en los que ha hecho los deberes sin grandes protestas ni aspavientos, este es un país pequeño, un poco derrotista y a la vez muy socarrón, no tiene, en realidad, nada de la altivez británica, aquí todo es más modesto y amable y los días  son incluso más nublados, hasta el punto que se podría decir que hay dos Dublines: el de allí fuera, y el recogido Dublín de los pubs que proliferan por todas partes, algunos desde hace siglos, como templos, y que son esa otra ciudad donde  estar a salvo, lejos de la intemperie de esta isla, en un ambiente tibio y enmoquetado, donde todo el mundo parece feliz y le brillan un poquito los ojos. Este es el lugar que ha dado a luz  a los grandes escritores de Irlanda y del idioma inglés, desde Swift a Wilde y los de hoy,  tipos que  mientras veían bajar  la espuma de una pinta escribían la vuelta al mundo de Ulises por las calles y puentes de  Dublín, lo mismo que   en España la mejor prosa se hacía en los viejos cafés y las tertulias, otros tiempos. Ahora la gente viene y va por la calle, se oyen voces en italiano y en francés y al fondo, indefectible, se lamenta una gaita. 
(Publicado en DN 20 julio) 

lunes, julio 20, 2015

Chester Beatty

He bajado en Dame Street, en Dublín, y he andado despacio hasta Castle sorteando gente -la ciudad está atestada estos días- y he entrado en la Chester Beatty library solo, dispuesto a demorarme en estas salas donde reposa el mundo, pues todo está en los libros y he visto las figuras en perfil del Libro de los muertos, las historiadas letras de De natura rerum,  las  inconfundibles ilustracione Durero; he seguido la trama de la caligrafía islámica, esa rama de la  mística, pues no en vano  al copiar las palabras del Corán se están copiando las exactas palabras de Dios  y en un párarfo perfecto, estaba escrito en un solo trazo que  la pureza de la escritura procede de la pureza del corazón.
En el segundo piso, el  de las religiones, se exponían fragmentos del evangelio en griego y copto, rollos etípopes de plegarias con Los secretos nombres de Dios, las ilustraciones multicolores del famoso cuento de Oeyama, en Japón,  en el que el guerreo Kaiku vence al demonio Roji y rescata a su amante secuestrada. Después de todo esto,  he pensado que ya era suficiente y  he bajado al café como quien vuelve de un viaje en que se han dejado muchas cosas sin ver. Puede que el libro, tal como hemos conocido, he pensado,  ya no exista. Pero nos quedan bibliotecas como esta del magnate Chester Beatty, quien, en el momento preciso,  compró por todo el mundo durante 60 años  estos libros preciosos,  iluminados: los que comienzan con una inicial historiada y hecha en oro, los que  se demoran en  ilustraciones que replican al texto, haciendo de la palabra escrita, donde reside todo el poder -el de las ideas,  las creencias y los saberes-  algo bello.
 Pienso en esta biblioteca dentro de muchos años,   vagando en un planeta que brilla en la oscuridad,  como un mensaje que espera respuesta.

viernes, julio 17, 2015

Escritores

El escritor Petros Makaris

Ya no vienen los que antes venían. Como aquel Arthur Miller, por ejemplo, con su mujer, la fotógrafa Inge Morath, y con el nobel antillano Walcott, que pasaron en 1997 por aquí, no muy impresionados, la verdad,  por los sanfermines, hasta el punto que algún día prefirieron irse a Zugarramurdi, en busca de brujas, lo mismo que Hemingway, según parece,  iba al Irati en busca de truchas.  Ahora se cumplen 100 años del nacimiento de Miller, de quien todo el mundo sabe que estuvo casado con Marilyn Monroe y escribió ese drama soberbio que hemos visto sobre todo en el cine: Muerte de un viajante. Miller había leído Fiesta pero evitó juzgarla. Ese libro, en realidad, lo cambió todo. De Fiesta se rodó hace mucho una película venerable, en blanco y  negro, pero no aquí sino en Morelia, Méjico, y ni Ava Gardner ni los demás pasaron por Pamplona, una pena. Ya no vienen escritores de relumbre a sanfermines, aunque sí cocineros y puede que esto signifique algo. Un escritor de lejos entiende poco de lo que ocurre, porque aquí funciona cada vez más lo centrípeto, en vez de lo centrífugo, por decirlo así. Aquí, tal vez debiera haber venido el griego  Petros Makaris, el del inspector Janitos, a quien todo el mundo quiere entrevistar ahora, que ya profetizó en alguna de sus novelas negras -nunca mejor dicho- la salida de Grecia del euro, a la que seguían, por cierto, Italia y España. Más que drama, tragedia. Makaris no se engaña sobre su país ni admite paños calientes. La culpa de lo que está ocurriendo no es del resto de Europa, sino de nosotros mismos, los griegos, dice. A su juicio, Tsipras terminará aceptando un acuerdo peor que el que más o menos rechazaron en el referéndum, donde no se sabía  bien qué se votaba. Seguro que Makaris, incluso el sagaz inspector Janitos, de haber estado en Pamplona el 6 de julio, se hubieran sorprendido mucho, pero no por la colocación de la ikurriña, que es una vieja lata,   sino por la bandera griega que también se vio en un balcón, como si fuera un ejemplo, un modelo a  seguir, una declaración de principios.  Pobre de mí.
(Publicado DN 13 julio)

lunes, julio 06, 2015

Acordeón


Intenté dormir un rato más, antes de que todo empezara, pero  al poco vi que no iba a ser posible porque justo debajo de mi ventana, en el banco que queda a la sombra, había comenzado a tocar el acordeonista itinerante que aparece cuando nadie lo espera,  que ya debía haber  llegado para las fiestas, y se puso a ejecutar –el chiste es obvio- su escuálido repertorio: ya no estas más a mi lado, corazón, bésame mucho, clavelitos, etc. una y otra vez, sin caer en el desaliento pese que el calor y la hora y la fecha eran, sin duda,  las peores para que nadie le hiciera caso  y, sin que pudiera ya pegar ojo, le oí repetir una y otra vez su canción, como una noria que sube y baja -la gran noria que este año no ha venido-, y ensartar sus sonidos machacones como cuentas de un collar, y poco a poco me fui pese a todo adormilando, enredándome en un sueño en que yo iba en un tren que daba vueltas y vueltas sin parar, en una montaña rusa que se aceleraba y paraba al son de la música, hasta que algo me hizo despertar. ¿Qué ha pasado?, me dije, y caí en cuenta que el acordeón había parado, que era el silencio lo que me había desvelado. Era como ese temible silencio que se hace en medio de la batalla, o de un bombardeo.  Puede que estemos en un nuevo momento, pensé entonces, adormilado, puede que dentro de poco cambie de una vez el gobierno, que Grecia venza a todos, o pague sus deudas como quien invita a otra ronda, puede que incluso mañana el orden cósmico se interrumpa y los tendidos de sol aplaudan al palco, mientras los de sombra permanezcan circunspectos, pero es imposible que esta música repetitiva haya parado, me dije; es más, recordé, esto es solo el comienzo de lo que viene y, enseguida, como si me hubiera oído, el acordeón volvió a las andadas y atacó la música de los pajaritos, que sonaba rara, como si no tuviere fuelle,  y mientras miraba la hora en la mesilla, en la que alguien había dejado un pañuelo rojo,  oí a lo lejos  un estampido y luego un fragor parecido a un lamento o un  grito de guerra que crecía y se llevaba al acordeón y a todo por delante, como un tsunami.
(Publicado DN 6 de julio)

lunes, junio 29, 2015

Quijote


Me he bajado al parque con el Quijote de Trapiello, que es su versión de este libro difícil, escrito en una lengua, el castellano del siglo XVII, que ya no se habla  y  que cada vez  entendemos menos y lo he dejado intacto sobre el banco. A mí la idea de Trapiello me parece muy bien.  Es como poner carne a los huesos de Cervantes, actualizar un libro lleno de arcaísmos, rémoras y referencias incomprensibles. Leerlo en la rigurosa edición de Francisco Rico, que ahora vuelve  a salir, supone parar cada poco para hacer caso a notas y explicaciones. Tiene más de 5.000. El Quijote se ha traducido al español actual, porque la lengua no se para.  Antes de abrirlo y leer su primer párrafo, que no ha cambiado,   miro la Vuelta del Castillo cerrada por una valla metálica de las que ponen en sanfermines, para evitar que la gente se coma el césped, y observo a los paseantes que pasan a ambos lados, como si fuera una ciudad dividida. A última hora de la tarde el sol todavía insiste y cuando observo su rastro en la hierba, poniendo la mano por visera, veo brillar minúsculas telas de araña y en el aire, a contraluz, agitarse a los mosquitos como si fueran el chisporroteo de una sartén.  Siempre, antes de SF, Pamplona tiene unos días  de canícula y luego, durante la fiesta, concentra todas las estaciones del año, como concentra en unos días intensos su profunda ligazón con el pasado. Los sanfermines son siempre los sanfermines de antes. Trapiello ha viajado hace poco a los lugares del Quijote, donde ya queda poco de lo que Cervantes vio. Cuenta que, hace tiempo, Azorín hizo ese mismo viaje durante una semana y en aquellos años todavía funcionaban los molinos de viento y se conservaban más o menos  los pueblos y ventas. El país ha cambiado mucho más en los  años que van de Azorín hasta ahora,  que desde  Cervantes a Azorín. Por la Vuelta pasa un grupo de hombres mayores que se paran a menudo y hacen un conciliábulo como si fueran a derribar al gobierno. Uno de ellos, alto y con bigote, parece un Quijote que les está contando una hazaña y los otros ríen y niegan con la cabeza. El día es muy largo, pero al final se rinde y los pasos se alejan.
(Publicado DN 29 junio)

martes, junio 23, 2015

Oficio

Abogados de oficio.
A media mañana me dicen que el abogado S. ha tenido un accidente de moto y está grave en la UCI. Maldita moto, pienso. Luego, celebro haberla abandonado hace años, un día en que tuve un susto y caí en cuenta de que mi conduccion ya era incorregible, siempre apurando, metiéndome entre coches, saltándome los semáforos. Ahora pienso en S., que no la dejó a tiempo. Se trata de  un  abogado muy bregado, un penalista combativo, implicado en el turno de oficio y, a la vez, un tipo bondadoso y detallista. Cuando escribo a los despachos, él siempre contesta, agradece cualquier cosa, se interesa por todo. Este año estaba preocupado porque al tener a su hija, no podía coger a otro alumno.  He mandado en estos años varios  a su despacho, y cuando en las reuniones repasábamos los asuntos que habían visto, los que se referían a él eran siempre una pequeña novela, un ejemplo de cómo esta el mundo. El envés de la vida.  Al azar recuerdo alguno: una señora tiene un accidente y se le rompe una pala. Va al dentista y le pone una pieza dental de un tamaño mayor que la original. Un señor mayor se gana la confianza de su vecina para que  deje su hijo pequeño a su cargo. Luego le saca fotos desnudo y le hace dormir con él. Un interno de una granja escuela (menor)  internado por haber maltratdo a su pareja, se escapa saltando la valla y logra llegar al Perú. Sin embargo, al tiempo vuelve a Pamplona y se entrega cuando es ya mayor de edad, lo que complica su situación penal.
A la tarde, en la tele, veo que se ha suspendido el juicio de un asesinato porque el abogado -se trata de S, sin duda-  ha tenido un accidente con la moto, esa con  la que se llega a tiempo a todas partes.