lunes, julio 07, 2014

Día 7

Como cada día 7, el hombre se atará el pañuelo al cuello y saldrá muy temprano de casa, estremeciéndose por el relente de la madrugada, pasará rápido por el parque, sin mirar al muchacho que vomita  junto al árbol, esquivando a los bultos que duermen sobre la yerba, y con paso rápido alcanzará  la Plaza del Castillo repleta de los sonidos del amanecer y mientras las mangueras comienzan a sacar la costra del suelo, pisará un instante, con un escalofrío,  la calle por la que en un rato pasarán los toros y entrará rápido en la casa y una vez allí, a salvo, pasará nervioso el tiempo acodado sobre la barandilla del balcón, asombrado como siempre por el gentío que se agolpa allí abajo, luego entrará un rato dentro, escuchará en la tele el cántico de los corredores en la cuesta,  y enseguida volverá a salir reclamado por el grito de los vencejos que sobrevuelan la calle, la misma calle que en una foto premiada recuerda a una multitud bañándose en el Ganges, y que dentro de nada arderá aquí abajo, apenas se verán los toros entre la masa de quienes quieren tocarlos como para curarse de algo. Han abierto ya el cordón policial y los más adelantados esprintan entre pitos hacia  la plaza, llega el momento de la verdad: desde el balcón el hombre observa a los corredores apostados, sus saltos y estiramientos, sus  saludos  al volver a encontrarse tras un año, interrumpidos, de pronto, por el estampido del cohete, su reguero de humo suspendido en el aire, luego el segundo y de pronto todo se acelera, imposible retener tantas imágenes que desfilan por la retina,  todo ese  fragor que dará paso a un instante de extraño silencio, a un ballet mudo  junto a  un trote negro.  Ahora atienden a un muchacho rubio, pasa un manso retardado, todo vuelve poco a poco a su ser, el hombre entra de nuevo en la casa, aliviado, del fondo del largo pasillo viene un aroma de café reciente, los churros están sobre la mesa junto a un periódico que trae la crónica de un hombre que sale temprano de casa, como cada día 7, con el pañuelo al cuello,  estremeciéndose.
(Publicado DN 7-VII)

Sting

El cantante Sting, que ha cumplido 62 años, ha declarado que no piensa dejar ni un centavo en herencia a sus hijos. “Me lo voy a gastar todo”, ha dicho Sting, que tiene una fortuna de más de 300 millones de euros, multitud de casas repartidas por todo el mundo -con más de 100 personas de servicio- y la coartada de declararse de izquierdas, que también ayuda a sentirse bien. “Gasto mucho, pero doy de comer a mucha gente”, ha dicho, lo cual es un argumento cierto, aunque vale también para cualquier adicto al lujo.   Lo que no consiga gastarse en vida, que podría ser bastante, Sting lo va a dejar a varias ONG con las que colabora y no a sus hijos. “Ellos tienen que trabajar y salir adelante por sí mismos”, ha explicado. Tener la vida resuelta desde pequeño no anima a esforzarse, desvaloriza los proyectos que uno tiene y  no suele conducir a nada bueno. Nada tan triste como un hijo de papa con todo resuelto.  Puede que la idea de Sting no sea mala, y en el fondo responde  a la cultura anglosajona, tan distinta en esto a la nuestra. Allí,  lo que se espera es que un hijo se independice lo antes posible, y consiga salir adelante por su cuenta. El sistema universitario, además,  hace que pocos puedan estudiar en su ciudad y la movilidad se percibe como algo lógico.  Pese a los cambios enormes que dicen hemos sufrido, entre nosotros sucede todavía lo contrario, y seguimos respondiendo más bien al modelo latino, mucho más proteccionista: los jóvenes se eternizan en casa de los padres,  y aspiran a estudiar, encontrar trabajo y vivir para siempre en su propia ciudad, comprando  una casa si no la reciben en herencia. Tal cúmulo de expectativas se han venido abajo con la crisis, desde luego, pero este modelo sigue funcionando como un ideal, de tal forma que quien no lo logra es visto con cierta compasión, no como a alguien que pretende volar por su cuenta. Lo cierto es que, según leo, los hijos de Sting ya están trabajando y se valen por si mismos, varios de ellos, al parecer, en distintos grupos de rock,  un sector, por cierto, donde ser hijo de Sting debe servir de algo. 
(Publicado DN 30 junio)

miércoles, julio 02, 2014

Secesión



Matías Múgica ha participado en un  libro sobre la secesión de Euskadi : ("La secesión de España. Bases para un debate sobre el Pais Vasco”. Taurus 2014), coordinado por el siempre brillante Ruiz Soroa, quien propone tomar la palabra a los desafíos del nacionalismo y ponerles en el brete de tener que definirse de una vez, legislando la posibilidad de secesión mediante un proceso pactado, una pregunta clara y sin posibilidad de volver  a las andadas en al menos 20 años. El asunto es discutible, pero no  aquí, porque de momento prefiero referirme al ensayo que cierra el libro, donde Matías expone la situación lingüística que vivimos y auspicia lo que podría ocurrir en un futuro de independencia para el País Vasco. Nada bueno, concluye,  ni para los ciudadanos que estimen  su libertad, puesto que la coacción se intensificaría,  ni para el propio euskera, a quien la obsesión nacionalista  enfrenta a la sociedad abierta en una batalla difícil de librar. En el mejor de los caso, para Múgica, la independencia permitiría cambiar libertad por euskera y eso a costa de intensificar la intervención en la vida de los ciudadanos, más allá de lo que ya se ha hecho hasta la fecha, es decir, la cuasi eliminación  del español en la enseñanza pública, la discriminación para el acceso a los puestos en la administración, la red de limitaciones y premios que acompañan al uso de la lengua según convenga al poder; además de todo  eso, que ya se hace sin rubor, la independencia permitiría utilizar nuevos medios para salvar como fuera al euskera, lo que hace abrigar los peores presagios.

 Pero quizás lo mejor del trabajo de Múgica, lo que  aporte la diferencia con otros sobre el asunto, sea que  además de un examen  crítico de lo que la política lingüística supone en el ámbito social, externo, dedica su atención a los aspectos internos a la lengua podemos decir, desde su conversión en una especie de neolengua al ser trasplantada allí donde no se habla, y utilizada  en la escuela, donde ni profesores ni alumnos la tienen como lengua materna, como su explicación acerca de la  propia aptitud comunicativa de la lengua vasca, la eficacia y el interés que tiene, más allá de la presión o coacción publica, su uso por el hablante concreto.  Aquí habría que sumar  la impericia comunicativa del neohablante  -los ímprobos esfuerzos que advertimos en algunos- junto, y esto no se suele explicar,  las propias limitaciones del euskera como instrumento lingüístico, que afectan también a los hablantes más competentes. Citando, por si acaso,  a Iban Sarasola, señala que "el euskera no es todavía una lengua de cultura cómoda y a la hora de hablar de ciertos temas cuesta verdaderamente mucho trabajo" y que en  realidad, como se viene a quejar   algún vascoparlante, “en cuanto nos relajemos, podemos caemos en el feo vicio de hablar español”.

Este infradesarrollo de la lengua, cuyas causas llevarían lejos, tiene también, según denuncia Múgica,  relación directa con el narcisismo identitario de los nacionalistas, que ven en la lengua un icono y no un instrumento, y consideran más importante que  sirva para apelar a una diferencia con el vecino, a que sea útil. El propio nacionalismo no le hace favor al euskera, y en el pecado lleva la penitencia. Frente a la hipocresía reinante, la falta de valor para hablar claro, la insensibilidad con la que se deja hacer sin que muchos, celosos de cualquier injusticia, clamen contra esta,  el ensayo de Múgica es demoledor. En algún momento sus citas al pie despistan un poco pero a cambio -como todo excurso- tienen su aquel. Un ensayo magnífico dentro de un libro que no debiera pasar desapercibido.

miércoles, junio 25, 2014

El hijo del otro

Esta es una película en la que se intercambian por error dos niños justo después de nacer, uno palestino y otro israelí, de tal forma que  cada uno de ellos vive una vida distinta a la esperada, y solo mucho después, cuando uno va a entrar en el ejército, se descubre la verdad. El muchacho judío es en realidad palestino y el palestino,  judío. Todo esto no es sino una forma de subrayar lo arbitrario de nuestra identidad, su carácter intercambiable, lo frágil que puede ser  aquello que creemos más nuestro e irrenunciable. Cuando Joeph y Jacine descubren que no son lo que pensaban, que uno no es judío sino árabe y al revés, quedan en el aire, desconcertados, y esta confusión es una manera de desactivar el conflicto entre ambos, de relativizarlo, una enseñanza práctica de que por encima de cualquier cosa está  la condición humana. Todo somos en realidad de cualquier parte, del lugar al que otros nos trajeron sin preguntarnos,  de ningún sitio y de todos a la vez. Todos somos lo mismo. Es solo la historia, nuestras experiencias y decisiones –además de nuestra genética-  lo que nos hace. Cada uno de estos chicos está viviendo una vida que no le corresponde, la vida del otro, lo que es la mejor forma de ponerse en su lugar. Esto que ocurre con los individuos sucede también en los pueblos y las naciones, que siempre tienden a creerse poseedores de una identidad única, y se ven distintos a todos los demás. En España, por ejemplo, siempre ha abundado la idea de ser un  país aparte, singular, diferente a todos –y lo mismo cabe decir ahora de sus autonomías- cuando no es así, y no hay nada diferente, como tener una lengua propia por ejemplo, que no podamos encontrar en cualquier parte como hecho diferencial. Tal vez la  tendencia a sentirse muy distinto sea justo el rasgo más común de todos los pueblos, porque ser como los demás es en el fondo  una herida narcisista. La identidad colectiva, como la de los individuos,  es  el fruto de la historia, de los avatares del tiempo, algo que se sigue haciendo, que puede cambiase. La auténtica identidad es algo siempre provisional y depende –lo que nos inquieta- de nosotros mismos.
(Publicado DN 23 junio)

lunes, junio 23, 2014

Romería

Subí de nuevo hasta la ermita,como el año pasado, muy temprano, el sol dándome en la cara y la fresca brisa del norte que me despejaba la mente, ascendiendo por los rasos con la verde yerba bajo los pies,  sorteando pequeños cardos de flores fucsia, margaritas y  violetas, viendo de lejos la ermita y cuando por fin llegué ariba, realmente no muy cansado, viendo el despejado horizonte, la cima de san Donato, Urbasa, la Higa e Izaga hacia el sur, encontré los coches de los que habían subido desde el pueblo, la camionta  que vende garapiñadas, el puesto de quesos, la gente agrupada bajo el porche y me sentí hambriento, más todavía por el olorcillo a tocino que venía de las brasas que allí, bajo cubierto, estaban tostanto, así que me dejé caer, puse cara de bueno y  esperé, pero como nadie me dijo nada, sino que más bien seguían a lo suyo, pregunté a una mujer si había almuerzo, así, en general, dando por sentado que haber subido uno a pie le hacía merecedor de un trozo de longaniza, pero no obtuve respuesta sino que la mujer se encogió de hombros y yo quedé ayuno, así que salí otra vez a apostarme frente al paisaje, que esta vez no me consoló,  porque me entró un gran desazón, me vi desplazado, fuera de onda, no admitido en la cuchipanda y eso me produjo una mezcla de ira y vergüenza, y contra toda cautela, me azuzó, así que esperé un rato y fue llegando más gente, también llegó en andas el santo, más bien la imagen trina, padre hijo y espíritu (en forma de paloma) de la Trinidad, muy deprisa,como si los costaleros hicieran una carrera, y volvió a humear el fuego y a crepitar el torrezno, todo el mundo parecía de nuevo muy animado, comenzaron a  sonar las bandurrias, luego se atacó una ranchera, así que más animado también me acerqué de nuevo hacia una bandeja de metal que ofrecía  pan con tocino y que hacía rato había divisado de reojo,   y lentamente, como un ladrón,  extendí la mano y toqué el alimento, pero justo entonces algo me paralizó, sentí una mirada en el cogote  y me quedé allí, con la mano sobre el bocadillo, inmóvil, pillado in fraganti;  la rondalla atacaba entonces el canto de No te vayas de Navarra, algo que en aquel momento terrible no descarté, y  mientras duró la canción seguí allí sin moverme un milímetro, con las manos en la masa, hasta que ella se acercó y me dijo muy despacio, como si yo no hablara  su idioma,  que ese almuerzo era para los de no sé que pueblo, y que yo no podía coger nada. Correcto, dije yo, dejando de inmediato el bocadillo,  correcto, repetí abrumado,  no se cómo se me ocurrió esa palabra ridícula, correcto, balbucí,  mientras salía de allí falto de aire,  mi reino por un plato de lentejas.

viernes, junio 20, 2014

Taxi

En varias ciudades ha habido huelga de taxistas por la llegada de una aplicación llamada Uber,  por la que conductores no profesionales cobran a usuarios de la plataforma por viajar en coche. Con este sistema cualquiera puede ser taxista sin necesidad de trámites ni autorizaciones, basta tener un móvil y conectarse a la app. “No es justo que, después de pagar una licencia de 155.000 euros, un seguro a todo riesgo y de pasar mil y un controles, cualquiera pueda ejercer de taxista”, ha declarado un portavoz del taxi en Madrid.  Lo cierto es que Uber es un monstruo que cotiza en la bolsa de New York y que ha generado muchas protestas en distintos países,  incluso está prohibido en alguno. No  se trata solo de viajar compartiendo gastos, como hacen otras aplicaciones  y webs;  no es lo mismo que  intercambiar casas de vacaciones o trayectos al trabajo, que es algo que los particulares hacemos cada vez más mediante distintas plataformas, puesto que Uber es, ante todo, una actividad mercantil en la que se cobra un precio, donde existe el ánimo de lucro; a fin de cuentas  una actividad puramente empresarial, salvo que opaca al fisco y   al margen de cualquier regulación. Lo cierto es que vivimos en una sociedad donde la red está a punto de acabar con muchas cosas, desde la manera de leer y escuchar música a las  formas tradicionales de aprender, comprar o comunicarse, y no es posible saber adónde vamos.  Nada es lo mismo cuando cualquier cosa debe estar al alcance de todo el mundo con un clic, sin coste alguno, e intentar regularlo parece estar condenado el fracaso. Todo esto resulta anticuado y poco realista, pero cierto. Hoy, todo lo que la tecnología permite, sea lo que sea, termina haciéndose y nadie es capaz de poner puertas al campo, pues es ella la que está al mando.  Por lo demás, puede ser cierto que la regulación del taxi sea obsoleta y poco accesible,  y seguramente requiere modificaciones profundas, pero mientras lo pensamos y decidimos qué hacer, como ocurre casi siempre,  llega algo como Uber y lo  pone todo patas arriba.
(Publicado DN 16 junio)

martes, junio 10, 2014

Monarquia



Es difícil saber por qué se va el rey Juan Carlos, pero hay quien dice que lo hace en el peor momento, y que su salida es una forma de decir: ahí os quedáis, a ver qué hacéis. El futuro Felipe VI se enfrenta a una situación complicada. Tal vez no tanto como la de su padre,  por quien no se daba un duro en su día  y que ha reinado una época larga y fecunda, con la baraka casi siempre a su favor, pero la conmoción política actual, con el órdago independentista, la profunda crisis de la política, y el propio desprestigio de la corona no presentan un panorama mucho mejor. Para Felipe, se abre la incógnita. Eso me hace pensar que la monarquía es algo de mucho lustre,  pero a la vez un destino impuesto que no siempre debe resultar apetecible y me hace recordar el ejemplo de Claudio, aquel emperador romano  contrahecho y tartamudo, que se puso de moda con la serie Yo Claudio,  a quienes los soldados  pretorianos que acababan de matar a su penoso sobrino, Calígula, encontraron escondido tras los cortinas y le obligaron  a convertirse en emperador, ya que era el único hombre adulto de la familia, lo que  tuvo que aceptar para salvar el pellejo.  En realidad lo hicieron porque pensaban que era tonto, y que sería fácilmente manipulable, pero Claudio, que era un hombre culto y con recursos, se destapó como un  buen  gobernante, ganó gran popularidad y se dedicó a acrecentar el imperio, y terminó convirtiéndose en el  hombre más poderoso de su tiempo. Otro monarca, Amadeo de Saboya, traído por el General  Prim para terminar con la dinastía de los Borbones, se enfrentó a la hostilidad de la corte y al desdén popular y se fue de Madrid a los pocos meses renunciando a la corona. Ser rey es una carga que tiene que gustar mucho para poder ser sobrellevada y  no es extraño que haya lugares en que se extinguió la monarquía pues no había nadie dispuesto a ostentarla,  y otros en que debía ser confiada extranjeros, de acuerdo a testimonios de la antigüedad. Se rey es dejar expropiar tu vida para convertirte en una especie de símbolo,  algo  poco entendible en este mundo de hoy, donde una república parece siempre mejor, aunque alguna sea como la de Kim Jong Un.

(Publicado DN 9 junio)

Podemos



A Felipe González no le gusta “Podemos”, y ha  alertado de que una alternativa bolivariana –algunos dirigentes de ese partido tienen corazón chavista- sería una catástrofe, porquen los  programas utópicos y maximalistas al final terminan repartiendo pobreza. No me gustaría tener decir con el tiempo que ya  lo advertí, ha advertido sin embargo Felipe  que, como hombre de izquierdas, recela del izquierdismo.  “Podemos” ha hecho daño a Psoe y a IU, y no se sabe si es un síntoma pasajero, una fiebre que se curará para las próximas elecciones o la aparición de algo nuevo, mas fresco, capaz de recoger y encauzar el descontento social hacia alguna parte, pero al escuchar a Felipe, me he acordado de la reciente entrevista del Follonero a Mujica, el presidente de Uruguay, al que visitó en esa chacra destartalada en pleno campo que se ha hecho famosa,  con  su perra coja, su cortejo de gatos, el sonido del bandoneón de fondo.  El viejo Mujica habla allí de muchas cosas, con sus ojos brillantes y traviesos a ratos,  un hombre al que el tiempo ha dado una extraña lucidez, a la vez entusiasta y descreído, pero consciente de los límites de las cosas que pueden hacerse.  No es mucho lo que podemos, viene a decir, pero hacer algo merece la pena. Como Felipe, desconfía de la utopía y su objetivo cuando deje el gobierno  sería hacer una escuela de oficios en un campito cercano. La sobriedad, en el fondo, es su programa vital. Cuanto más tienes, más necesitas y más tiempo pierdes, es su mensaje.  Pobres, dice, son aquellos que necesitan mucho. Con este ideario, tal vez imposible en el disparatado mundo de hoy, parece querer retornarnos a un mundo de hace años, cuando todavía no nos gobernaban las fuerzas que hemos desatado, sino que las gobernábamos más o menos.  Ante el Follonero, Mujica explica que la patología conservadora es caer en lo reaccionario, en la vuelta atrás, mientras que la de la izquierda sería caer en el infantilismo, que para él no es sino la confusión permanente de los deseos con la realidad. Lúcido, el viejo.
 (Publicado DN 2 junio)

martes, mayo 27, 2014

Toros

Varias asociaciones taurinas, justamente indignadas, han pedido que se ponga coto a los comentarios en contra de los toreros, tras la dramática corrida de las Ventas en que los tres espadas terminaron en la enfermería después de ser corneados -Víctor Mora de manera escalofriante, tras recibir al toro a puerta gayola-, y la corrida hubo de ser suspendida. Los rastreros comentarios de Twitter se felicitaban del dolor de los toreros, aplaudían al toro y se prodigaban en desprecio y odio, algo parecido a lo que apenas una semana antes había pasado con la muerte de  la dirigente política del PP de León, alegrándose de su muerte y pidiendo que cundiera el ejemplo, en un peligroso extremismo antipolítico.  Es como si las nuevas tecnologías permitieran sacar a la luz lo que antes estaba oculto, latente, escondido por pudor o por miedo: el odio al semejante, el deseo de que le vaya mal, la envidia y la necesidad de humillar al otro y hacerlo sufrir. Seguramente esto es parte de lo que somos, la parte que tenemos que combatir, renunciar e inhibir, pero el impudor de la época y las oportunidades de difusión y de anonimato de las tecnologías han creado esta epidemia insoportable. El caso de lo ocurrido con las corridas de toros, además, es especialmente  indignante pues se ampara mucha veces en una defensa de los animales, en una causa noble. En España siempre ha habido una anti-taurinismo ilustrado, un debate entre visiones irreconciliables, una lucha de  argumentos. Estar o no a favor de los toros, era una forma de definirse y de entender el país.  Hoy en día hay una parte importante de de la sociedad que no entiende ni ve sentido alguno a la fiesta, y le parece algo cruel e injustificado.  Pero esto que se muestra  en Twitter estos días es algo distinto y más  peligroso, algo burdo y rechazable, porque bajo el amparo de un supuesto amor a los animales, se esconde un  odio cierto a los más cercanos, los hombres,  aquellos a quienes nos debemos en primer lugar.   Algo profundamente inhumano.

(Publicado DN 26 mayo)

jueves, mayo 22, 2014

Noche en blanco

1,8 millones de espectadores vieron algo del debate en La 1 entre Cañete y Valenciano, lo que lo coloca en un triste puesto 13 de los programas más vistos del día. El debate desplazó a la serie Cuéntame, que muchos echaron en falta y que el jueves anterior contó con mayor  audiencia. La noche del debate, los espectadores optaron de forma mayoritaria por ver el estreno en Telecinco de “Resurrection” que obtuvo nada menos 4,6 millones de espectadores. Esta serie cuenta lo que sucede en un  pueblo de  Missouri llamado Arcadia, cuando sus muertos comienzan a resucitar de forma repentina. Una de zombis, vaya. En el capitulo un muchacho despierta en un arrozal chino y no sabe que hace allí. Otro vuelve a su casa natal siendo todavía un niño y descubre a sus padres ya ancianos que no le reconocen.  Nada que ver con la realidad, lo mismo que el debate que se emitía a esa misma hora,  donde había que frotarse los ojos para reconocer a un Cañete que había abandonado toda esa cercanía y espontaneidad que le hizo el ministro mejor valorado,  para hacer de zombi consultando unos papeles y no saliéndose del carril marcado.  ¿Recuerdan a  Zapatero? De ahí vienen  todos los males, era el mantra. La actuación de Cañete  logró que Valenciano brillara de pronto, aunque fuera un poquito, como si no terminara de creérselo. La estrategia de Cañete era la noche en blanco. Pero, ¿por qué se comporta así este hombre? era la pregunta de algún espectador antes de emigrar a Arcadia. La respuesta la dio el mismo Cañete al aclararnos que se trataba de una sofisticada estrategia electoral. Es difícil hacer un debate con una mujer, ha dicho, porque mostrar superioridad  intelectual les parece machista.  Dicen que Cañete será Comisario de algo una vez pasado este engorroso trámite electoral. Suponemos que entonces brillará con luz propia sin tener que disimular su valía.  “Si soy yo mismo me quemo” ha dicho también, intentando defenderse de algunas críticas por su papelón.  La verdad es que todo esto es muy raro, casi retorcido.  Al lado de esto Arcadia y sus misterios alucinantes parecen cosa de niños.

(Publicado DN 19 mayo)

lunes, mayo 19, 2014

Glamur

Cesar Antonio Molina (CAM), antiguo ministro de Cultura, ha publicado un  libro dedicado a las relaciones siempre tensas entre el  poder y los intelectuales: “La caza de los intelectuales”, de cuya presentación se ha resaltado una frase con muy mala leche, propia de esos mensajes  envenenados  que se dedican entre sí los políticos, a menudo los del mismo partido, y ha dicho que Zapatero, al dimitirle, le explicó que necesitaba una chica joven y más glamur, algo que en esta campaña europea, con una candidata que se presenta como campeona de las mujeres, no deja de tener su cosa. En realidad Molina, quien fue ya un director del Cervantes eficaz y un ministro muy activo, le debe a Zapatero haberse convertido en un escritor  prolífico desde que su carrera política naufragó, y ahora se le escucha decir cosas certeras, entre ellas algo que parece cada vez mas obvio, que la ignorancia nos llevará a la miseria como la falta de lluvia conduce al desierto. Sin interés por la cultura, como dice CAM, se van desertizando zonas que son invadidas por el puro espectáculo.  La falta de  cultura nos hace manipulables y sin recursos, creyentes de cualquier tontería, planos como una tabla de planchar. La cultura es la mejor manera de salir adelante y mejorar como país. Pero más allá de esto, en realidad la cultura es una necesidad egoísta. Antes de este libro sobre los intelectuales,  CAM escribió “Lugares donde  se calma el dolor”, en el que habla sobre lugares donde encuentra la serenidad, casi siempre ligaos a poetas o referencias a lo que ha visto y leído. La cultura no es la salvación, pero sí  una forma inteligente de estar en el mundo,  de disminuir el dolor de la existencia, de plantar cara  a la muerte, lejos de la huida  y la pura distracción del existir. Puede que siempre haya faltado interés en ella, pero esta falta de prestigio social de la cultura es algo nuevo y peligroso. CAM  cuenta que un día le recriminaron por un discurso en la campaña.  Nada de citas ni de referencias históricas, le dijeron. No conviene manifestar un mayor conocimiento que los presentes. En realidad querer elevar el listón es antipopular, dice. Que vienen los bárbaros.

(Publicado en DN 12 mayo)

miércoles, mayo 07, 2014

Opiniones

La NBA ha expulsado de por vida al dueño del equipo de los Clippers, el multimillonario Donald Sterling, por sus comentarios racistas al reprochar a su novia mejicana haber aparecido en una foto con Magic Johnson. “Me molesta mucho que difundas que te estás relacionando con gente negra”, le dijo. Pese a que Sterling no  ha podido todavía defenderse y la legalidad de la grabación esté en entredicho, la Liga ha tardado muy poco en sancionarle  con 2,5 millones de dólares y enseñarle la puerta de la calle, lo que muestra la sensibilidad -a veces un poco hipócrita-, que existe allí contra el racismo, la discriminación y los derecho de las minorías. Algo de eso hemos visto aquí con el penoso incidente del plátano lanzado a Alves y los 21 detenidos por aplaudir el terrorismo en Internet y denigrar a las victimas, entre ellas a Miguel Ángel Blanco o Irene Villa, de una forma zafia y ofensiva, lo que prueba que también se puede ser criminal  con las ideas y las opiniones,   y que éstas, en contra de los que muchos creen, no son siempre algo inofensivo y digno de respeto.    No todas las opiniones, ni todas las  ideas son respetables. Nada puede ser tan peligroso como las palabras. Sin llegar a los extremos de Sterling o de los filoterroristas de la red, hay opiniones peregrinas, caprichosas o de escaso valor, que merecen ser combatidas y no dadas por buenas como si fueran solventes. Decir que cada uno tiene su opinión y encogerse de hombros, es una forma de rendirse, de decir que todas valen lo mismo, lo que es una aberración. Como bien dice Aurelio Arteta, en su lucha contra los tópicos, hay que faltar el respeto a las ideas, no a las personas. A las ideas hay que meterles el dedo en el ojo y si es preciso abrirlas en canal para verles la trampa.  La democracia no consiste en que cualquier tontería deba tener estatus de verdad, ni que todo valga lo mismo. Las ideas racistas, xenófobas o denigratorias con las víctimas, el ofensivo desprecio racista de un dirigente deportivo, no pueden quedar impunes. Difundir el odio es más grave que robar un supermercado y bastante más contagioso. 

(Publicado DN 5 mayo)

viernes, mayo 02, 2014

Ganivet


Se trata del retrato de Ganivet pintado en 1897 en Granada por Ruiz Almodovar, asiduo al tema de los jardines por influjo de Rusiñol. El escritor era miembro en Granada de la tertulia del avellano.   El cuadro se encuentra en el museo granadino de La casa de los Tiros.

martes, abril 29, 2014

Helsinki

Aprovechando el largo día de Helsinki, a donde he venido a parar estos días, subo a la pequeña colina del observatorio, junto al barrio de Eira, el de las embajadas, desde donde se contempla la ciudad extendida, las pequeñas islas que salpican el mar,  las dos catedrales de la ciudad, ortodoxa y luterana, las grandes casas modernistas y pienso en el escritor Ganivet, que estuvo aquí de cónsul y que habla de esta vista en alguna de sus páginas. Ganivet es un escritor que anuncia la generación del 98, la preocupación por España, la extrañeza por ese país derrotista, dividido, irreconciliable consigo mismo y que él  define como senequista. Ganivet fue cónsul aquí, cuando Finlandia pertenecía a Rusia y al cerrarse el consulado pasó a Riga. Allí una fría mañana de invierno, justo el día en que llegaba su amante desde España, se tiró a las heladas aguas del Báltico y se ahogó. Dicen que desde el barco lograron salvarlo, pero al ser  izado de nuevo a cubierta, volvió a tirarse de nuevo y desapareció. Tenía poco más de 30 años. Puede que este terrible final haya beneficiado a Ganivet, y le haya hecho entrar en los libros de historia y en esa lista de escritores suicidas y atormentados que atraen mucho. Pero en su muerte siempre se ha visto también un acto de protesta, una declaración  de pesimismo ante el futuro de su patria,  una revancha frente al amiguismo y la falta de reconocimiento del mérito que presidían la vida política y literaria del momento. Ganivet era un hombre de mucho talento, pero que decidió desperdiciarlo. Ganivet habla mucho de Finlandia  en sus textos. En cierto modo este norte laborioso y ordenado, de rigor luterano, es todavía el negativo de España y hace pensar en Ganivet. Hace sol estos días en Helsinki,  y la gente  saca a los niños por el parque cantando a su encuentro. En el supermercado, hay filas donde uno puede cobrarse  a sí mismo, pasando los productos por el lector, a solas con   su conciencia,  a cuya cuenta acostumbran a confiar aquí las cosas.

(Publicado DN 28 abril)

martes, abril 22, 2014

Soledad

Muchos años más tarde, frente a la hoja de periódico que anunciaba su muerte, habría de recordar el día en que fui a comprar su libro. Era una mañana fría de primavera, y en la librería vacía la portada con las letras azules destacaba mirándome de frente desde la estantería. Entonces no me fijé, pero al llegar casa noté que una de las letras del título, una E, tenía una errata y miraba al lado contrario, hacia la izquierda, y recuerdo que pensé ir a cambiarlo, sin caer en cuenta que ese error podía ser a posta o, como me enteré luego, una rareza que daba al libro un halo de coleccionismo. En las semanas siguientes, mientras lo leía, fui en algún momento hacia atrás e hice un croquis con los personajes, todas aquellos Úrsulas y Aurelianos, para hacerme cargo, pues yo aun pensaba que en una novela se cuenta una historia certificable y que es preciso ubicarse en ella como en la propia familia. Pamplona, entonces y desde luego ahora, tenía poco que ver con Macondo. Todavía había tipos airados que tiraban cocteles molotov contra el escaparate de El Parnasillo por exhibir libros poco recomendables, algo que a día de hoy produce cierta melancolía, pues quería decir que daban al libro un gran poder. Algo parecido a aquellos dictadores que también se empeñaban en prohibir la letra impresa. Nada de esto ocurre ya hoy, no hay ningún poderoso que se moleste en prohibir algo que apenas puede hacerle daño. Nunca un libro volverá a tener la importancia de Cien años de soledad en las librerías, nunca un muchacho en una ciudad pequeña se acercará trémulo a unas páginas como si fuera a recibir la buena nueva. No hay hoy un lugar en el mundo donde un libro pueda competir con la proliferación de imágenes y mensajes, con el share de las audiencias y el aluvión de datos de internet, en el que es imposible discriminar donde se encuentra algo válido y potente capaz de cambiarnos de una vez. Eso ya no existe. Existe Macondo en la mente de muchos lectores, existe la mañana luminosa en que encontramos un libro y moramos la poblada soledad que es leer y que nos suspende en el tiempo.
(Publicado Diario de Navarra 21 abril)

miércoles, abril 16, 2014

martes, abril 15, 2014

Reformas



Manuel Valls, nuevo primer ministro francés,  ha anunciado su intención de reducir el número de regiones  de Francia a la mitad, de 27 a 12 ó 13, en el marco de una gran reforma del Estado y la administración local y departamental. Esta disminución se haría mediante fusión de regiones –en caso de no haber acuerdo, la decisión sería del Estado-  y busca, por encima de  cualquier otra cosa, un mayor ahorro y eficacia.  Proponer algo así en España, es lo primero que uno piensa, sería imposible, un sacrilegio, algo fuera del debate político. Imaginemos al gobierno central reorganizando el mapa y fusionando a unos y otros.   En realidad en Europa las cosas van en sentido opuesto a lo que ocurre aquí, y lo que se lleva es el fortalecimiento de las grandes naciones que intentan unir al conjunto de  los  ciudadanos para afrontar los grandes problemas comunes. Desde que Valls fue nombrado, tras la derrota socialista, por ejemplo, ha prometido reformas radicales  que pasan por grandes recortes -50.000 millones en los próximos años-,  pero también una importante  rebaja de impuestos y cotizaciones sociales. Su proyecto político es el de un patriotismo francés que haga reaccionar al país  frente al miedo ante el futuro. No está mal para el hijo de un inmigrante  español. Algo parecido sucede en Italia, donde la llegada de Renzi ha traído también un aire reformista desconocido en un país que vive en crisis política permanente,  hasta el punto que,  como dijo alguien, allí la situación siempre es grave, pero no seria.  Renzi se ha comprometido a una serie de cambios radicales y cada mes quiere adoptar una gran reforma. De momento, ha limitado el sueldo máximo de los políticos y ha logrado llegar a un acuerdo de reforma electoral con Berlusconi, que fortalece el bipartidismo y limita la influencia  de los partidos pequeños, para hacer un país más gobernable. Como Valls, el izquierdista Renzi  ha propuesto una rebaja de impuestos a quienes  ganan menos  de 1.500 € para “que los padres puedan ir con los hijos a la pizzería”.  Bienvenidos a Europa.
(Publicado DN abril 2014)


martes, abril 08, 2014

Foto

El fotógrafo Pedro Armestre ha ganado el premio Ortega y Gasset de periodismo con una foto del encierro de Pamplona tomada la mañana del día 7 de julio pasado, donde se ve la calle Estafeta desde arriba repleta de corredores, la gente que llena los  balcones mirando pasar a esa masa imponente que hace que los toros no lleguen a distinguirse.  La foto está tomada desde el comienzo de la calle que, como un embudo, recoge ese río que fluye, casi sin cauce.  Alguien que no tuviera noticia  de qué va un 7 de julio en Pamplona,  no podría entenderla.  Para ser una foto del encierro no es habitual, pues no se ven cogidas, lances peligrosos ni caras de susto, sino puro gentío. No es una foto dramática, sino que muestra lo obvio: la masa, la falta de espacio, la aglomeración de un amanecer de verano, en el que el sol acaba de colarse y tiñe de amarillo un lado de la calle, de tal modo que al verla uno no se explica como es posible que aquello se mueva.   Es un cuadro de claroscuros, de colores vivos, de grandes contrastes. Recuerda quizás  a esas pinturas de desfiles pasando por la calle con banderas y uniformes, en los que casi se escuchan los vítores desde los balcones. Solo le falta algo de  olor y el chillido de los vencejos desde el cielo.  Trapiello, que ha comentado también la foto en su blog,  ha dicho que está a medio camino entre Canaletto y Blade Runner, pasando por Quo Vadis y que es una foto que despertará en unos el deseo de ir a ese lugar y a otros, aborrecerlo, que es el todo o el nada que acompaña a los sanfermines.  Al verla, uno entiende que tratar de ordenar algo así es como poner normas en la estampida de un incendio.  La imagen recuerda otros sitios donde las masas son protagonistas: los fieles en la Meca dando vueltas en torno a la Kaaba, o el baño de multitudes  en el Ganges.  Pero son quizás lo balcones de la parte izquierda de la Estafeta, con esa luz dorada que los baña, lo que dan a la foto un toque de alba prodigiosa, de día recién estrenado, de comienzo de la fiesta y del mundo, cuando las promesas  están intactas y todo está por llegar.
(Publicado DN 7 abril)