domingo, abril 05, 2020

Diario de un confinamiento XVIII

Vuelve a salir el Presidente del gobierno. Por debajo de sus palabras descubre uno un gran cansancio. Dentro de poco le saldrá un mechón de pelo blanco, que es el primer rastro visible que deja el poder. Quizás al estar cansado, un poco desarmado, ha transmitido algo mejor que otras veces. Sin embargo, ha sido demasiado largo, redundante, echando mano a lo emocional, buscando nuestra complicidad. ¿Quién va a mostrarse en contra de los buenos sentimientos? No es suficiente. Son los hechos los que asustan. Las cifras terribles que hacen que el confinamiento se alargue de nuevo. Viéndole, me he acordado de Felipe González, que le recomendó hace días que en su apariciones fuera conciso y claro. Se estará tirando de los pelos. La insistencia en algo -en el esfuerzo encomiable que hacemos, por ejemplo- no hace sino levantar sospechas. El presidente sigue apelando a cosas necesarias, pero que son justamente las que luego no hace. Ha apelado a la unidad, por ejemplo, pero sigue actuando por su cuenta, adoptando medidas sin consenso, y sin ofrecer nada concreto a la oposición para ir de la mano. Ha elogiado hasta derretirse a los médicos, pero no ha sabido protegerlos, y ahora -si no rectifica- si están infectados, los manda de vuelta al trabajo a los 7 días.
Pero resulta fácil atacar al gobierno. Es fácil ver el fallo en el otro. No es fácil ponerse en su lugar. Lo que manda es la bronca,  la acritud en el ambiente.  Lo que se dice y se envía por las redes, sobre todo, es irrespirable. Dan ganas de emigrar. Hay una pugna feroz a ver quién da más fuerte, como en esos punching ball de feria. Para mí ha sido demoledor leer en un grupo de Wup de gente culta,  acostumbrada a opinar públicamente, que alguien hiciera chiste comparando a los socialistas con las ratas. Cuando le llamo la atención, dice que no está dispuesto a autocensurase.  Mas adelante, cuando hace otro chiste sobre bueyes, desliza el chistecito de que no vaya alguno a ofenderse. Parece que el problema es tener la piel fina ante estas barbaridades. En otro foro, cuando uno critica agriamente al gobierno, otro le responde hablando de Aznar y la guerra del golfo. Todo son conductas criminales, una atribución al adversario de las perores intenciones, un rasgarse las vestiduras, un "y tú más".  Parece un partido de tenis a pelotazos, cada uno en su campo. Nada nuevo, nada que no hayamos visto. Lo mismo de siempre, sí, solo que para una situación que requeriría un corte, otra manera, algo distinto.

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