martes, marzo 24, 2020

Diario de un confinamiento. X.

Oso polar sobre lata de sardinas. Plegado de Ramón Jiménez.
Mi amigo Ramón, desde Madrid, me cuenta que resiste en casa a base de leer, escribir y gracias también al Origami -el arte japonés del plegado de papel- que es una de sus pasiones, junto con los cuentos  y que no son para él cosas contradictorias, pues Ramón es en realidad  un escritor que pliega o un plegador que escribe, ambas actividades obedecen a un  solo impulso, son caminos divergentes pero que, en su caso, hace tiempo que se encontraron, pues él hace unas figuras con vocación narrativa, pliega historias, consigue metáforas en cuatro dimensiones, y sus plegados llevan dentro un cuento, lo mismo que sus cuentos contienen algo de Origami.  En una simple hoja de papel, de una forma u otra, aparece de pronto un rinoceronte, o un oso polar.
Ahora, durante el confinamiento, Ramón sube a Facebook (si es que allí es posible  subir) figuras plegadas que son un “jeroglífico casero”. Merece la pena verlas.
Le he mandado mi entrada de este Diario sobre Tulum y el viaje México, y me ha comentado enseguida que él también tiene un cuento, inacabado desde hace mucho, sobre un viaje a México en el año 93, a salvo solo del toque final, algo que dice es muy importante. Puede que ahora le dé la puntilla. Luego me anuncia que me va a mandar un cuento que acaba de publicar en una antología llamada “Amores de cine”. Su cuento se titula “El psicólogo que veía enanos en el frigorífico”, lo que da ya una pista sobre lo que nos espera.

II

Algo me ha estado rondado por la cabeza y después de volver a leer lo que escribí de los cerezos y el agricultor de la Berrueza,  me he acordado de (y he buscado) algo que escribí hace años, un día de primavera en que di un paseo por el Arga (parece mentira), y al cruzar las pasarelas vi que en una isleta de esas que aparecen en el el río cuando el caudal baja, había florecido un arbolillo que parecía un cerezo,  y luego apareció una garza avanzando con sus lentos pasos de ballet por el cauce del río. Entonces recordé a Ramón, pues yo sabía  que él hacía muchas figuras de origami de animales,  donde eran habituales las garzas y las grullas -se pliegan figuras preciosas de ellas-. el propio Ramón me había mostrado alguna  grulla de mucho mérito; y también recordé ese día de la garza y el río algo que me había contado Ramón, una leyenda japonesa que dice que si uno hace mil grullas se cumple cualquier deseo; pasa lo mismo que al tirar una moneda al agua, por ejemplo, o soplar una llama, lo que confirma que los deseos se alcanzan siempre  por caminos oblicuos, nunca en línea recta; y más tarde encontré tanbién una historia sobre las mil grullas y los deseos,  la de una niña de Hiroshima que sufrió leucemia después de aquel terrible bombardeo sobre su ciudad, y que intentó llegar a las mil grullas para que se cumpliera su deseo de curarse, pero murió cuando había plegado 644.  Sasiki, se llamaba la niña. Es una historia triste y a la vez de esperanza, propia de estos días en que pese a los esfuerzos hay quien no va a poder salvarse.


III

Por fin Ramon me ha mandado el cuento que escribió para la Antología sobre el cine, titulado  "El psicólogo que veía enanos en el frigorífico", y lo primero que sorprende es la libertad de Ramón, pues este cuento tiene poco que ver con el cine. Luego le he escrito diciéndole que he leído su cuento casi todo el rato con la sonrisa puesta. La verdad es que es un cuento que no defrauda,  que responde al estilo y la manera de escribir del autor: la invención pura, delirante a veces, el cuidado trabajo del lenguaje, el juego de palabras, los dobles sentidos, las metonimias en las que deslizarse como en una pista de hielo, las comparaciones y metáforas sorprendentes, muchas veces también zoológicas, como si estuviera pensando en plegarlas, como cuando habla de un jefe “más desconfiado que un salmonete”, o “más callado que un zorro”, o “serio como un hipopótamo”. Le he dicho más cosas, pero no vienen al caso. La verdad es que he encarado esta jornada de retiro obligatorio con otro ánimo.

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