lunes, marzo 30, 2020

Diario de un confinamiento XIII. Hibernación.


 Desde hoy se han suspendido la actividad no esencial, y la economía, como ha dicho con gran desparpajo la ministra portavoz, ha entrado en hibernación.  Algo nunca visto en el mundo, añadió. Pero ayer casi a medianoche todavía no habían dicho que actividad era o no esencial,  y varios millones de trabajadores no tenían claro si tenían que ir  o no a trabajar. Al final llegó una moratoria in extremis.  (Parece que el gobierno está dividido, que Podemos se está imponiendo a Nadia Calviño, que el presidente vacila). Viendo esta hibernación, la verdad es que le recorre a uno una ola de frío. Se nota que parte del gobierno no vive en la economía real, lo que quiere decir en la vida real. Se trata de gente que vive en la ideología. Las medidas que se toman son discutibles, pero lo peor es que no parece muy convencido de ellas, y a menudo dan marcha atrás. He estado ayudando a un autónomo que ha dejado de percibir ingresos y el papeleo y los requisitos son insoportables. Como su actividad -hasta ahora- no era de las que quedaban suspendidas, podía solicitar una ayuda para el mes de marzo, pero esa ayuda solo se concede si la facturación ha quedado por debajo del 75% de la habitual. Como los autónomos han trabajado los quince primeros días marzo, es imposible acceder a ella. Respecto a la de abril, habrá que aclararse antes cual es la normativa aplicable. Si su actividad está suspendida o en el limbo.  Luchar contra la epidemia es un reto y no fácil. Cualquiera comete errores, -aunque la compra fallida de test a China vuelve ser una prueba de  esa falta de contacto con la realidad, como la centralización de las compras, algo que hizo perder un tiempo precioso- pero no parece que se aprenda mucho de los  errores. Hibernar la economía sin haber consensuado medidas con los involucrados puede ser la puntilla. La ruina para muchas empresas pequeñas y autónomos sin actividad en estos momentos,  pero que deben seguir pagando salarios, y tienen prohibido despedir. El destino es echar la persiana. La economía -no hace falta ser experto- es una cadena de relaciones sutiles y de complementariedades.  No se puede tocar algo sin que repercuta en otra cosa. Se autoriza, por ejemplo, la actividad agrícola para garantizar el suministro pero, ¿qué hace un productor de fresas si no tiene a su vez suministro de cajas para enviarlas, o sin un transporte rápido? Por no hablar de la mano de obras, que solíamos importar. Cuando cayó la URSS, una delegación de Moscú se reunió con representantes del ayuntamiento de Londres y les preguntaron muy serios cómo organizaba el suministro de pan en la ciudad. No hace falta organizar nada, contestaron los londinenses, son las panaderías, los negocios privados, los que se cuidan de llegar hasta el último rincón, porque les conviene. Ese les conviene explica el mundo real. En este gobierno hay quien, a cuenta de este maldito virus, va querer organizarnos el suministro de pan.

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