lunes, marzo 16, 2020

Diario de un confinamiento II. 16 de marzo

Sigue la gente con los perros por el parque, lo que crea mucha envidia, pero a ultima hora de la tarde pasa una camioneta de la policía y apremia por megafonía a los paseantes: “por favor, que los perros hagan rápido sus necesidades y vuelvan  a casa”, advierte. Enseguida una mujer corre hacia su portal, como si hubiera sido pillada en falta, con su perrillo con abriguito a rastras. Da un un poco de miedo todo esto:esta vigilancia para que seamos buenos y nos recluyamos, algo que nunca hubiéramos imaginado, un Gran Hermano de verdad. En momentos de flaqueza uno se pregunta si esto tiene en el fondo sentido. Entre el maremágnum de mensajes, mails, wups, videos, podcast de todo tipo que se han adueñado  de nuestra vida, que son como una existencia paralela, y que ahora más que nunca no cesan, anulándose unos a otros, he oído a una médica que pide al gobierno que pare, que renuncie a estas medidas sobredimensionadas, que  contemple también los efectos que provoca el aislamiento -a su juicio, más graves que los de un virus como este-:  la angustia de muchas personas solas;  la falta de socialización, de relación social,  junto a la falta de ejercicio y de sol; el malestar físico y moral que todo esto comporta; el stress que hace que las defensas, según dice,  también bajen; las consecuencias económicas que todo esto traerá, con mas pobreza y dolor.  Lo mas letal, dice, es el miedo. Sin embargo no tiene en cuenta el auténtico problema: el colapso de los hospitales. El sentido de quedarse en casa es dejar libres los hospitales para el aumento de casos graves.
A mi juicio todavía no vemos la dimensión de lo que está ocurriendo, es como si estuvieramos demasiado dentro, en medio del bosque, sin poder  todavía comprender.

 Veo que los ingleses estos días también habían optado por no tomar medidas drásticas, jugar a que el virus fuera  perdiendo virulencia, que se fueran creando colectivamente defensas, por no intervenir o hacerlo de manera más moderada, sin causar  tanto trastorno en la sociedad. Tal vez sea una posición, digamos,  liberal, que confía en un orden espontáneo que reconduce las cosas. Pero parece que están echando marcha atrás, que eso no está funcionando. Pronto serán las ocho y habrá que salir a la ventana.



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