jueves, diciembre 21, 2006
Estilos
Todo en la vida es cuestión de estilo, porque el estilo es el hombre (y la mujer) y está el estilo de vida okupa, por ejemplo, que ha explicado la ministra Trujillo, y está el estilo despeinado, vasco, católico y pasional de Loyola de Palacio, una mujer que también tendía a ocuparlo todo, a llegar a todo, a entregarlo todo a las cosas en las que creía. Loyola es un ejemplo de que la derecha puede ser heroica y tiene un camino por delante, sobre todo desde que la izquierda se aleja del mundo y se hace más conservadora, (hay en el progre siempre un pánico a que algo de su esquema mental cambie). Loyola representaba algo profundo que se quiere olvidar, y que es esa forma vasca de ser español, que es siempre una forma extraordinaria, unamuniana, exagerada. Un castellano siempre es derrotista respecto a España, mientras que un vasco sea Loyola, el socialista Prieto, Jaime Mayor, Rosa Diez o el propio Meabe siempre es entusiasta, como si supiera que el problema de lo vasco es siempre cerrarse sobre sí mismo. Hay quien quisiera borrar todo lo vasco español, sin comprender que eso es también lo propio y está en la memoria, en la sangre y en la cultura de lo vasco y no puede desaparecer, como no va a desaparecer lo euskaldun porque ambas patas han hecho y son el país. De este vasquísimo español ha escrito Fusi en su libro Identidades proscritas, explicando que es lícito ser vasco, irlandés, escocés o quebecois sin ser nacionalista. Ser no nacionalista no es un mero "no", sino una forma de instalarse en el mundo fuera del estereotipo, sin necesidad de politizar nuestra identidad, pudiendo ser letones o navarros sin tener que hacer de ello nuestro centro vital; una forma de tomar distancia de un nacionalismo que siempre termina, tal como explica Fusi, produciendo la división en una sociedad, lo cual es una de las evidencias que pocos dicen en alta voz. No es el caso de Loyola, quien se ha ido de pronto y sin meter ruido, y ha sido enterrada bajo una lluvia de elogios. Sería una cobardía no recordarla.
(Publicado en DN, XII-06)
sábado, diciembre 16, 2006
Puente
Casi todos los años por estas fechas acaricio la idea de coger un puente de verdad. Quiero decir, un puente para no volver, un camino sin retorno para cambiar de vida de una vez. Cambiar de vida es lo que hay detrás de todas las caravanas de tráfico, de toda la gente que terminan tirando bolas de nieve desde la cuneta, durante el atasco. Cambiar de vida es necesario e imposible, y eso lo saben bien la publicidad, los vendedores de viajes, de adosados, o de viviendas bioclimáticas etc. que nos terminan vendiendo una porción de nuestros sueños. Hay soluciones más radicales. Bibiana Lievens, por ejemplo, que ha pasado con su burro por Pamplona camino de Santiago. Quería pensar en la vida, ha dicho, pensar en el futuro, por eso viajo sola. En estas primeras noches frías, reconoce, el burro duerme a la intemperie. Henri Lenaerts, por su parte, el escultor belga que vivía en Guesálaz, cuenta en una entrevista póstuma como decidió hace años escapar del vértigo de las ciudades y la vida saturada de mensajes inútiles y vacuos y decidió buscar la felicidad en una vida sencilla y apartada en Irurre. Por la mañana, este hombre hacía una hora de yoga y luego trabajaba en su taller de escultor. Después de una comida ligera iba a la huerta y luego paseaba con su mujer Paulette. Nos sentamos sobre una piedra a contemplar el paisaje, cuenta con sencillez. Lenaerts, que vivió en la India y confiesa una sensibilidad oriental, llevaba una vida modesta, metódica y austera. Es muy importante no depender de las cosas materiales para vivir, decía. Su escultura era de corte clásico, devota del instante, centrada en el cuerpo humano. Una de sus obras puede verse en el campus de la Universidad Pública, a un lado del rectorado. Es una niña sentada que se incorpora, tal vez confusa ante un entorno tan académico, de líneas sobrias y frías. Me pregunto como es posible que un sujeto así, que eligió la vida aconsejada por la sabiduría haya muerto de pronto de un infarto repentino, como si su corazón no pudiera aguantar más.
(Publicado DN - XII- 06)
Polonio 210
Han envenenado con Polonio a un espía ruso contrario a Putin. Hemos visto su imagen herida de muerte en los periódicos. Por donde pasó el espía dejó un rastro radioactivo y el transporte del veneno en avión pudo afectar a 30.000 pasajeros. Seguramente vivimos en una novela que a veces es cómica y a veces macabra. Mientras el espía cerraba los ojos y su cuerpo radioactivo todavía no era apto par los forenses, comenzaban a encenderse las luces de Navidad en las grandes ciudades de Europa, como si provinieran del resplandor de un cuerpo al apagarse. En la Plaza del Castillo han puesto un árbol que no es un árbol, sino un falso abeto de alambre cubierto de ramas de pino, con cajas de regalo vacías, envueltas en papel couché. Una metáfora, tal vez, de los 900 euros que nos vamos a gastar cada uno en Navidad. Bombillas de luz dorada cuelgan de los edificios oficiales, como si lloraran por algo y en los balcones de diputación las luces dibujan el disputado escudo de Navarra. Vivimos un drama dentro de una comedia, o una comedia dentro de un drama y Polonio nos suena a personaje de Shakespeare, y no sospechábamos que tuviera un isótopo. Hasta ahora en el avión perdíamos la maleta y el tiempo en la cola de seguridad, pero no pensábamos en algo tan complicado. Es imposible estar alerta contra todo. Es la policía la que está en máxima alerta. Robaron unas pistolas. Con una pistola sobre la nuca mataron a alguien hace años, en una broma macabra, en una comedia trágica y hoy nos toca mirar de frente al asesino. En Zaragoza han decidido suspender un festival de Navidad. ¿Qué haremos ahora con el Pilar, un edificio tan grandes y tan políticamente incorrecto? Habrá que cubrirlo, como cubría aquel artista los puentes y los edificios públicos. En el cielo nocturno se ve el titilar de las luces navideñas, multicolores, los focos que iluminan las calles, el resplandeciente hilo verde del Polonio 210 que se desprende desde abajo, como la estrella que guió a los magos.
(Publicado DN XII-06)
(Publicado DN XII-06)
jueves, diciembre 07, 2006
Perfecto
Escuché a un escritor que decía que es difícil ver una película perfecta, pero que sí es posible encontrar una novela casi perfecta. Le pregunté cual, por ejemplo, y me dijo que Herzog, de Saul Bellow. Siempre que se habla de algo bueno, pensé, hay un judío por medio. Fui a buscar la novela de Herzog y de paso comprarme unos calcetines de hilo en unos grandes almacenes y allí me encontré con un conocido al que yo había oído despotricar muchas veces contra esos almacenes, quien se apuró mucho al verme y me dijo que estaba allí por casualidad. Personalmente, le dije, no creo en las casualidades. Mientras buscaba Herzog entre los libros de bolsillo, pensé que alguien debería inventar un sistema que pitase cada vez que hacemos lo contrario de lo que decimos. Algo así nos permitiría progresar de verdad o al menos salir de una vez de dudas. Sería un sistema perfecto. Cuanto mayor fuera la incongruencia, entre lo que se predica y lo que se practica, mayor pitido. Personalmente estoy muy harto, me dije buscando a Herzog, de los grandes sermones y de las iniciativas piadosas que no comprometen a nada; de quien ensalza por ejemplo la escuela pública y luego lleva sus hijos a la privada, por no hablar de quienes exigen rotulación y notificación en euskera, pero lo hacen en un sonoro castellano, o quienes hemos visto oponerse a una obra pública y hacer negocio a su costa, rasgarse las vestiduras en unos casos y ser mas comprensivos en otros. Una novela perfecta, pensé sopesando ya el libro en la mano, debe reflejar la naturaleza humana, hecha de cosas rastreras, de personajes que hacen lo contrario de lo que dicen pero que a veces son capaces de buenos aciones y de esfuerzos heroicos. Una obra perfecta, pensé, refleja siempre una vida imperfecta, y esta intuición, lograda mientras bajaba por la escalera mecánica, me animó mucho. En casa deposité el libro sin abrir sobre la mesa, me quité los zapatos y me puse los calcetines de hilo como si fuera a acudir a una fiesta. Enseguida noté que me quedaban perfectos.
10 minutos
10 minutos
Xavier Sala y sus increíbles chaquetas nos han visitado estos días para advertirnos que tenemos un estado del bienestar y que ahora no podemos pagarlo. Eso lo sabe cualquiera. Lo difícil es saber hacia donde vamos. De momento, los médicos de atención primaria hacen una huelga para reivindicar diez minutos por paciente. 10 minutos es algo que el estado de bienestar se debería permitir. En Navarra siempre sacamos pecho con nuestro alto nivel de bienestar, pero al final no llegamos a los 10 minutos, igual que en Castilla La Mancha. Tal vez en Navarra, hayamos vivido ya el mejor momento y nos aguarde un futuro de nostalgia, viendo como nos adelantan. De momento nadie entiende muy bien el informe de Comptos, ni por qué ha dimitido el Director de Salud Pública. Dice que por la vacuna de la varicela, pero debe ser una excusa. Recuerdo que la varicela era una enfermedad leve, que salían granos y uno podía quedarse en casa tranquilo sin ir al cole. Un niño hoy en día, en pleno estado del bienestar, para ver si tiene 10 minutos libres debe mirar la agenda. Dicen que el tiempo lo es todo, pero en realidad no sabemos que hacer con él y nos afanamos continuamente para llenarlo. Mas de la mitad de la tierra deambula de aquí para allá a ver si cae algo, o trata de emigrar porque no tiene nada que hacer. Entre nosotros el gran problema va a ser mantener a la gente ocupada en algo, evitar que se sienta inútil y vacía. El tiempo se nos ha alargado y la longevidad no hace sino crear problemas sanitarios, aumentar el gasto en pensiones, las situaciones de dependencia. El futuro ya está aquí y consiste en que no podemos contar con 10 minutos para tratar de contarle al médico lo que nos pasa, mientras él mira con cara seria nuestros análisis, o contempla extasiado una radiografía, un TAC, o alguna mamografía de la paciente anterior, notando que algo no cuadra. De pronto tenemos el tiempo a nuestra disposición y enfermamos, volvemos con la receta a casa y 10 minutos a solas son entonces la eternidad.
Xavier Sala y sus increíbles chaquetas nos han visitado estos días para advertirnos que tenemos un estado del bienestar y que ahora no podemos pagarlo. Eso lo sabe cualquiera. Lo difícil es saber hacia donde vamos. De momento, los médicos de atención primaria hacen una huelga para reivindicar diez minutos por paciente. 10 minutos es algo que el estado de bienestar se debería permitir. En Navarra siempre sacamos pecho con nuestro alto nivel de bienestar, pero al final no llegamos a los 10 minutos, igual que en Castilla La Mancha. Tal vez en Navarra, hayamos vivido ya el mejor momento y nos aguarde un futuro de nostalgia, viendo como nos adelantan. De momento nadie entiende muy bien el informe de Comptos, ni por qué ha dimitido el Director de Salud Pública. Dice que por la vacuna de la varicela, pero debe ser una excusa. Recuerdo que la varicela era una enfermedad leve, que salían granos y uno podía quedarse en casa tranquilo sin ir al cole. Un niño hoy en día, en pleno estado del bienestar, para ver si tiene 10 minutos libres debe mirar la agenda. Dicen que el tiempo lo es todo, pero en realidad no sabemos que hacer con él y nos afanamos continuamente para llenarlo. Mas de la mitad de la tierra deambula de aquí para allá a ver si cae algo, o trata de emigrar porque no tiene nada que hacer. Entre nosotros el gran problema va a ser mantener a la gente ocupada en algo, evitar que se sienta inútil y vacía. El tiempo se nos ha alargado y la longevidad no hace sino crear problemas sanitarios, aumentar el gasto en pensiones, las situaciones de dependencia. El futuro ya está aquí y consiste en que no podemos contar con 10 minutos para tratar de contarle al médico lo que nos pasa, mientras él mira con cara seria nuestros análisis, o contempla extasiado una radiografía, un TAC, o alguna mamografía de la paciente anterior, notando que algo no cuadra. De pronto tenemos el tiempo a nuestra disposición y enfermamos, volvemos con la receta a casa y 10 minutos a solas son entonces la eternidad.
Globalización
globalizacion
Escuché a Francisco Jarauta, filósofo de la cultura, oficiando una conferencia en la capilla del Museo, como en una misa laica. ¿Cómo será la vida dentro de 25 años?, se preguntó ante el retablo dorado de la Iglesia, bajo la atenta mirada de los santos. A continuación sonrió, encogiéndose de hombros. Quien podría saberlo. Hace 25 años nadie podía prever el ordenador personal, internet, la proliferación del móvil (el móvil si que es un objeto de adoración que podía ocupar las hornacinas de los santos), ni esperar algo como la oveja Dolly, la Play Station 3, o la nueva Nintendo, que al parecer se puede manejar sin mando, lo que es una ventaja enorme para gente torpe o adulta, si ambas cosas no son lo mismo. Estas nuevas consolas, según precisó Jarauta, van a interesar igual a cualquier niño, sea de Japón o de Cizur, porque ser de Osaka o de Cizur, o incluso haber salido de una probeta, es ya una cosa bastante irrelevante, dado que lo que hacemos, comemos, vestimos, vemos, leemos y casi pensamos es parecido, y el futuro que nos aguarda nos va a uniformar más, nos va a mezclar a todos como en un cóctel, haciéndonos de ninguna parte y de todas. Se puede estar contra la globalización, como se puede estar contra la energía eléctrica, pero es dudoso convencer a una mayoría de que vuelva a la luz de la vela. Se puede querer permanecer en una concha, pero en algún momento habrá que salir a la intemperie, allí donde las grandes fuerzas de la técnica y el progreso, las tradiciones, los pueblos y las ideas se enfrentan y nos van llevando hacia un destino que nadie conoce. Se acabaron las sociedades homogéneas, las identidades cerradas, el valor de la escuela, la política y las explicaciones usuales. Bienvenido al mundo del futuro, al que miramos como quien mira una factura que no se entiende. En el altar de una iglesia el intelectual dibuja grandes preguntas en el aire y despliega sus palabras frente a un pequeño público. Ante el futuro, dice citando a Santayana, no soy optimista ni pesimista, soy tan solo un escéptico apasionado.
Escuché a Francisco Jarauta, filósofo de la cultura, oficiando una conferencia en la capilla del Museo, como en una misa laica. ¿Cómo será la vida dentro de 25 años?, se preguntó ante el retablo dorado de la Iglesia, bajo la atenta mirada de los santos. A continuación sonrió, encogiéndose de hombros. Quien podría saberlo. Hace 25 años nadie podía prever el ordenador personal, internet, la proliferación del móvil (el móvil si que es un objeto de adoración que podía ocupar las hornacinas de los santos), ni esperar algo como la oveja Dolly, la Play Station 3, o la nueva Nintendo, que al parecer se puede manejar sin mando, lo que es una ventaja enorme para gente torpe o adulta, si ambas cosas no son lo mismo. Estas nuevas consolas, según precisó Jarauta, van a interesar igual a cualquier niño, sea de Japón o de Cizur, porque ser de Osaka o de Cizur, o incluso haber salido de una probeta, es ya una cosa bastante irrelevante, dado que lo que hacemos, comemos, vestimos, vemos, leemos y casi pensamos es parecido, y el futuro que nos aguarda nos va a uniformar más, nos va a mezclar a todos como en un cóctel, haciéndonos de ninguna parte y de todas. Se puede estar contra la globalización, como se puede estar contra la energía eléctrica, pero es dudoso convencer a una mayoría de que vuelva a la luz de la vela. Se puede querer permanecer en una concha, pero en algún momento habrá que salir a la intemperie, allí donde las grandes fuerzas de la técnica y el progreso, las tradiciones, los pueblos y las ideas se enfrentan y nos van llevando hacia un destino que nadie conoce. Se acabaron las sociedades homogéneas, las identidades cerradas, el valor de la escuela, la política y las explicaciones usuales. Bienvenido al mundo del futuro, al que miramos como quien mira una factura que no se entiende. En el altar de una iglesia el intelectual dibuja grandes preguntas en el aire y despliega sus palabras frente a un pequeño público. Ante el futuro, dice citando a Santayana, no soy optimista ni pesimista, soy tan solo un escéptico apasionado.
lunes, octubre 30, 2006
Camisetas
Albert Rivera, candidato de Ciudadanos de Cataluña posó desnudo para el cartel electoral, como una metáfora de lo que acaba de nacer y marcó una tendencia. Se acabó el busto con corbata, el maquillaje y la cara de buena persona. Se acabó la hipocresía. Poco después, Carod Rovira apareció en los carteles afeitándose (que no cortándose la coleta) en un acto de campechana cotidianidad. Carod desnudo, en todo caso, no ganaría muchos votos. En cuanto a Montilla, el PSC acaba de sacar un video en el que aparece una lata de Montilla similar la de Nocilla, y con la música de leche, cacao, avellanas y azúcar, ¡Montilla!, nos hablan de rigor, trasparencia y alguna otra palabra hueca. El original, sin duda, era mejor. Montilla cumple ese refrán americano de que la mejor prueba de que cualquiera puede ser presidente, la tenemos en su Presidente, y ese debe ser el auténtico mensaje subliminal de PSC. En cuanto Mas, debería salir en algo parecido a mira quien baila, so pena de quedarse descolgado. Mira quien baila es perfecto, porque la cuestión estriba en buscar pareja y no pisarle el callo. Desconozco en estos momentos el cartel de Piqué. Casco obligatorio, tal vez. Oí por la radio a su número dos y me dejó impresionado. Estaba haciendo cola para entrar en el parking y vi un gran cartel del CDN, todos en camiseta. He aquí el "efecto ciutadans", me dije. En situación límite según las encuestas, el CDN ha decidido tomar la iniciativa. Los demás partidos deberían reaccionar ante la temible cita del 07, donde lanzaremos todos una moneda al aire. Puras, por ejemplo, a quien vi en la tele con cara de apretarle los zapatos, precisa con urgencia quitarse la corbata y lanzar su propia nocilla. Demos por sentado que va a ganar, pero algo más de entusiasmo, por favor. Si no, el candidato final acabará siendo el otro, el de la voz de su amo. En cuanto a Sanz, lo veo a lo Buzz Ligthyear en Toy Story, con rayo intergaláctico en la muñeca y sonido incorporado: hasta el infinito y más allá.
(Publicado en DN 30-X-06)
(Publicado en DN 30-X-06)
sábado, octubre 28, 2006
Feliz
El 90% de los navarros se declaró feliz en una encuesta, decía hace unos días este periódico y se notaba que ni el que escribía la noticia se lo creía. ¿Feliz? La felicidad es una cosa ruidosa y molesta que vemos por ejemplo cuando a alguien le toca la lotería de Navidad o cuando su equipo gana la liga. La felicidad siempre tiene algo de obsceno, de timo, de irrealidad, mientras que los males y los azotes de la vida, y la serena satisfacción por sobreponerse a ellos, aparecen con un halo de dignidad. La felicidad no es en absoluto la cuestión. Cuando uno es feliz, enseguida empieza a amargarse porque sabe que eso no va a durar mucho tiempo. La felicidad está bien cuando uno trata de capturarla, pero no cuando proclama a todo el mundo que la tiene, pues es frecuente que el feliz rompa a llorar inconsolable acto seguido. Hay, es cierto, un talento para la felicidad, como lo hay para ser cenizo, pero así como el hombre verdaderamente libre lo es dentro de una celda, al hombre feliz no le hace falta traje alguno, y todo el mundo anda buscando el traje del hombre feliz, como en el cuento. Feliz era el pastor de Teruel del que yo hablé hace poco, cuando rompía a cantar muy de mañana, comiéndose una chula de tocino, porque ser feliz es no tener nada ni desear nada, ser amado y vivir en paz y conforme con tu destino, y hoy no tenemos ya talento ni medios para eso. Ser feliz es ser un poco niño e incauto, y no estar bien informado, o acabar de llegar de lejos a un lugar como éste, donde a todo el mundo le sobra de todo y camina malhumorado por la calle. La felicidad es una expectativa demasiado alta para este mundo, y ahora que la bolsa está tan alta, por ejemplo, es feliz el que ve subir los valores pero mañana lamentará no haberlos vendido a tiempo. Soportar la vida es y será siempre el primer deber de todos los vivientes, dice Freud en sus lúcidas consideraciones sobre la actualidad de la guerra. Y la ilusión –añade- pierde todo valor cuando nos la estorba.
(Publicado en DN 23-X-06)
(Publicado en DN 23-X-06)
jueves, octubre 05, 2006
Poligamia
Las asociaciones de musulmanes de España han propuesto que se legalice el matrimonio polígamo, practicado ya de hecho por musulmanes españoles o residentes aquí. La poligamia, “como una opción más”, debe estar permitida, ha dicho el representante islámico, “por si alguien libremente quiere optar por él”. Me pregunto si ser la tercera esposa de un sujeto es una opción libre de una mujer, y si la ley haría bien al amparar esa situación. La poligamia es delito en España, y algo que no cuenta con ningún antecedente, pero es difícil que una vez hemos abierto la institución del matrimonio, hasta ahora monógama y heterosexual, a otros supuestos, podamos poner ahora puertas al campo. El código habla de cónyuges, sin exigir su sexo, y sin explicitar su número, podría alegarse hábilmente por las asociaciones musulmanas, un poco vacilantes en la defensa de otras libertades, pero bien dispuestas a defender ésta, planteándola como una consecuencia más de la ampliación de derechos para todos y un fruto del necesario respeto a las peculiaridades culturales. La poligamia, en todo caso, más allá del debate de fondo, presenta muchas cuestiones de orden práctico. Me pregunto si todas las cónyuges de un hombre tendrán derecho a la seguridad social y contarán con expectativas hereditarias, o podrán todas pedir el divorcio a la vez. Si un inmigrante polígamo pidiera la reunificación familiar ¿cuantas mujeres y cuántos hijos podría traer de su país? ¿Y el permiso por parto y la lactancia paterna? No quisiera ser frívolo con todo esto, porque no está el horno para bollos, pero soy escéptico. Para ser polígamo hace falta mucho dinero y yo no veo a los emigrantes del Magreb tan sobrados como para comprar una casa con nosecuantos dormitorios. Me temo que en esto, como en tantas cosas, los musulmanes acabarán resignándose a nuestra cultura, donde impera la monogamia sucesiva, es decir, donde es posible para el hombre -y también para la mujer- tener varias parejas en la vida, pero nunca de forma simultanea.
(Publicado en DN, 25-9-06)
(Publicado en DN, 25-9-06)
miércoles, septiembre 27, 2006
Vila Matas en Segovia
Vila Matas dijo en Segovia que entre leer y escribir, él elegiría leer escribiendo, que sus libros, su manera de escribir, es una manera de leer a sus autores favoritos, a los libros de su biblioteca secreta. Entre sus libros favoritos, citó los diarios de Kafka y el Libro del desasosiego de Pessoa. Los diarios de Kafka tienen mucha gracia, dijo un Vila Matas muy serio, embutido en un elegante traje negro.
Tal vez por la mención a Kafka, en el turno de preguntas hubo alguien que desde el fondo de la sala se dirigió a los cinco autores que junto a Vila Matas ocupaban el escenario, para decirles que era muy difícil llegar hasta ellos, que antes de ellos había que leer a una legión de autores ya desaparecidos, un montón de obras inapelables. En lugar de experimentar con dudosas novedades, vino a decir, mejor apostar por lo seguro y leer a los consagrados.
Esta intervención produjo un tenso silencio en la sala y alguna risita. El moderador balbució alguna protesta diciendo que entre los autores presentes estaban los consagrados del futuro. Es difícil, en cualquier caso, saberlo. Vila Matas, desde el escenario, tomó la palabra. Su sentido del humor tiene poca gracia, le dijo al espectador. Sin lugar a dudas es un humor muy distinto del de Kafka. En toco caso yo no pienso morirme para gustarle a usted.
Tal vez por la mención a Kafka, en el turno de preguntas hubo alguien que desde el fondo de la sala se dirigió a los cinco autores que junto a Vila Matas ocupaban el escenario, para decirles que era muy difícil llegar hasta ellos, que antes de ellos había que leer a una legión de autores ya desaparecidos, un montón de obras inapelables. En lugar de experimentar con dudosas novedades, vino a decir, mejor apostar por lo seguro y leer a los consagrados.
Esta intervención produjo un tenso silencio en la sala y alguna risita. El moderador balbució alguna protesta diciendo que entre los autores presentes estaban los consagrados del futuro. Es difícil, en cualquier caso, saberlo. Vila Matas, desde el escenario, tomó la palabra. Su sentido del humor tiene poca gracia, le dijo al espectador. Sin lugar a dudas es un humor muy distinto del de Kafka. En toco caso yo no pienso morirme para gustarle a usted.
viernes, septiembre 15, 2006
Mi casa
He recibido el catálogo de Ikea 2007, la publicación de mayor tirada del mundo, incluida la Biblia. Ikea, por cierto, también quiere convertirnos y cambiar nuestra vida (y de paso vendernos todo tipo de muebles y tazas que no gotean etc). El capitalismo nos ha llenado de objetos, pero ahora el objeto es lo de menos, lo importante para decididse por un producto es la idea, el concepto. Lo que hoy nos vende una marca no es una cosa, sino un proyecto para cambiar nuestra vida y nuestro mundo, dado que la política ya ha renunciado a ello. De hecho, basta ver que en los anuncios no sale ya la cosa que se pretende vender, eso está anticuado. Pero este anuncio, ¿de que va? es la pregunta del millón. Nokia, por ejemplo, no es tanto una empresa de teléfonos, como un ente empeñado en que la gente se comunique, (connecting people), así como BMW y compañía saben que nos gusta conducir pero lo que nos venden es la posibilidad de ser libres, que es el objetivo para el que se crean los coches, al menos mientras duran los puntos del carnet. Ikea, por su parte, lo que quiere es que nos quedemos en casa, que evitemos el agresivo mundo exterior. La vida, nos dice, no depende de grandes cosas, sino de ese pequeño mundo que llamamos “mi casa”. “Estas tan ocupado, que te has olvidado de lo bien que te sienta estar en casa”. Allí, en casita, según esta multinacional tan amable cuyo directivos van sin corbata y con pinta de ONG, es donde tu puedes ser “tú mismo”. Ser uno mismo quiere decir quedarse en casa, disfrutando del dormitorio Vinstra, tomado algo en la bandeja giratoria, y tumbándose en un sillón zen diseñado por Nakamura. ¡Todo el mundo a casa! Si lo dice Ikea y lo propaga por el mundo entero, por algo será. Se acabó tanto salir por ahí. Quedarse en casa es ahora lo que mola. Viva la república independiente de tu casa. Pienso en ese psicópata que tenía en casa recluida a la niña, y me da un escalofrío. La rebelión al final va a ser el pequeño comercio, tirarse a la calle y volver a la Biblia.
(Publicado en DN 11-9-06))
(Publicado en DN 11-9-06))
jueves, septiembre 07, 2006
Miguel D´Ors
Cruzado ya el ecuador de la cincuentena, dice Miguel D´Ors al comienzo de su libro "Sol de noviembre", el poeta se aproxima al pálido umbral de la vejez. Señores, he aquí un poeta. Tal vez haya tenido que llegar hasta ese pálido umbral casi solo, sin alharacas, sin aplausos, sin palmetadas en la espalda, sin respaldo de despachos, sin estar a la moda, sin ditirambos ( usemos por una vez palabras como flores exóticas) pero hagámosle hoy por fin una fila apretada e inclinemos la cabeza a su paso, porque, aun cuando el umbral ese lo veo un poco mas lejos, (no mucho) el llegar hasta aquí me ha enseñado que es difícil hallar un poeta, leer un poeta. Un poeta es el que vuelve a crear el lenguaje, el que evita que mueran las palabras. El que hace el boca a boca a las palabras. ¡Ah, Miguel D´Ors! desde aquí, desde la oscura Pamplona, leemos:
y nos resuena enseguida, aunque estemos todavía en septiembre, la palabra broncos, como si fuera un adjetivo demoledor, o lo bronco fuera nuestra seña de identidad, o un dardo lanzado desde la dulce Galicia.
Pero también aquí, una mañana, en el café cotidiano del Sario, Ricardo me habla de pronto de ese Sol de noviembre, que el también ha visto brillar, de la propensión del poeta a ser más de uno, a los yoes dentro del yo, y yo, yo mismo, recuerdo al poeta enamorado que baja del coche descapotable, al hombre que en la Oración por nosotros, los de siempre, está a punto de intuir que el peor pecado, como por otra parte sabe, es el pecado de los buenos.
Saludo a Miguel D´Ors y lo propongo de candidato en este tiempo de candidatos a algo: a gran birloque, a vate menor, a gran iluso, a poeta maduro, a ministro plenipotenciario. Propongo a quien proceda que lo traiga para que el poeta hable, lea sus poemas, se len impongan medallas, aunque sean virtuales, aunque estén gastadas como las mismas palabras que han de pasar por la uvi, gastados (o no) como lo pueden estar un hombre y una mujer después de la locura de mil besos.
Después de tantos años, otra vez
bajo los cielos broncos
del diciembre navarro
y nos resuena enseguida, aunque estemos todavía en septiembre, la palabra broncos, como si fuera un adjetivo demoledor, o lo bronco fuera nuestra seña de identidad, o un dardo lanzado desde la dulce Galicia.
Pero también aquí, una mañana, en el café cotidiano del Sario, Ricardo me habla de pronto de ese Sol de noviembre, que el también ha visto brillar, de la propensión del poeta a ser más de uno, a los yoes dentro del yo, y yo, yo mismo, recuerdo al poeta enamorado que baja del coche descapotable, al hombre que en la Oración por nosotros, los de siempre, está a punto de intuir que el peor pecado, como por otra parte sabe, es el pecado de los buenos.
Saludo a Miguel D´Ors y lo propongo de candidato en este tiempo de candidatos a algo: a gran birloque, a vate menor, a gran iluso, a poeta maduro, a ministro plenipotenciario. Propongo a quien proceda que lo traiga para que el poeta hable, lea sus poemas, se len impongan medallas, aunque sean virtuales, aunque estén gastadas como las mismas palabras que han de pasar por la uvi, gastados (o no) como lo pueden estar un hombre y una mujer después de la locura de mil besos.
miércoles, septiembre 06, 2006
Vida fija
6.300 personas, informa este Diario, optan a 256 plazas de auxiliar administrativo del Gobierno de Navarra. Yo ya tengo una plaza, declara un joven al periódico, pero prefiero las del gobierno porque puedes moverte de una a otra. He ahí el ideal de movilidad y el objetivo laboral y vital con el que sueñan buena parte de nuestros jóvenes: un puesto de funcionario en el gobierno para poder quedarse en casa con un trabajo para siempre (aunque pueda no ser apasionante). En un mundo en que ya casi nada es permanente ni fijo; ni el matrimonio, ni la política, ni la cotización de la bolsa, ni las dioptrías, ni el clima; en un mundo globalizado que se basa en la circulación de personas, ideas y mercancías, nada puede competir con el ideal de supervivencia de nuestros abuelos: un puesto en Diputación. He aquí una comunidad con tres universidades, con el mayor presupuesto por habitante de gran parte del globo, con la generación mejor preparada de la historia, que podría circular sin complejos por el mundo o emprender proyectos en su tierra, pero lo que la gente ambiciona es un puesto de auxiliar para ir ascendiendo poco a poco, sin tener que trabajar por la tarde ni dejar de ver Osasuna los domingos. Mientras tanto, el tendero de la esquina, que quiere jubilarse, no encuentra a nadie para traspasarle el negocio. La tienda funciona, pero él no puede asegurar que lo hará toda la vida. El negocio está bien, pero hay que atenderlo, discutir con el banco, bregar muchas horas, y hacer muchas cuentas. Algo muy estresante y poco seguro, con lo que, a la postre, solo se ha atrevido un inmigrante. Alguien con la fuerza, la ilusión y el deseo de salir adelante que nosotros ya hemos perdido. Navarra, dicen, se juega en este momento su futuro, su ser o no ser, entre el conformismo y el desinterés de gran parte de la población. Al final ganará el que ofrezca el puesto fijo.
(Publicado en DN 4-8-06)
(Publicado en DN 4-8-06)
martes, agosto 29, 2006
Plutón
Plutón, señores, ha dejado de ser planeta. Justo cuando Stephen Hawking (ese prodigio en silla de ruedas) acaba de presagiar que el hombre deberá irse a vivir al espacio en el futuro, dado que la tierra no tardará mucho en desintegrarse. Según él, el peligro no es la caída de meteoritos (la posibilidad de que necesitemos los servicios de Bruce Willis, dice, es pequeña) sino de nuevo una posible guerra nuclear, el cambio climático o incluso la emisión de un virus modificados genéticamente. Como colofón a sus augurios de autodestrucción, ciertamente temibles, (la historia humana, si es posible hablar así de alegremente, le avala) Hawking confía en que quizás la ingeniería genética nos haga más sabios y menos agresivos. Que ya es confiar, por cierto. En todo caso la supervivencia a largo plazo de la especie humana, a su juicio, solo estará a salvo solo si los terrícolas nos vamos a vivir al espacio. Todo esto desde luego me marea, como le mareaba, salvando las distancias, a Pascal la contemplación de los espacios infinitos. En todo caso, cuando uno contempla las cosas a esta escala lo demás pierde de inmediato su importancia. La entrevista entre Pepiño Blanco y Chivite, por ejemplo, para dilucidar donde se posa por fin el dedo me preocupa ya mucho menos, y eso que estoy conteniendo hace días la respiración. Por no hablar de las cuestiones que se abren ante una inevitable partida a los espacios siderales. ¿Seguirá en ese caso habiendo patrias? ¿Tendrán los planetas equipos de fútbol? ¿Acabará con esto la inmigración? ¿Quién pagará el viaje? ¿Los de Aralar irán con la ikurriña? Tonterías que se me ocurren para no obsesionarme con el futuro. En estas frescas noches de agosto salgo al balcón a mirar las estrellas y a añorar al pequeño y lejano Plutón, despechado por la ciencia. He ahí el lugar y el destino que aguarda con suerte a mis nietos, me digo al contemplar el parpadeante cielo, como quien contempla el comienzo de unas nuevas crónicas marcianas.
(Publicado en DN 28-8-06)
(Publicado en DN 28-8-06)
martes, agosto 22, 2006
Piratas
Fui con mi hijo a ver Piratas del Caribe, 2ª parte: un enorme despliegue de medios, una sucesión de peripecias, persecuciones, peleas, apariciones y sorpresas al servicio de nada. No hay historia. No hay valores en pugna. No hay personajes. Todo es enrevesado, traído por los pelos, caricaturesco. Por supuesto hay patas de palo, loros, e islas desiertas, pero es igual, lo mismo podía haber naves espaciales y perros lanudos, porque esos elementos son puro decorado, clisés que no están al servicio de una buena historia que nos llegue adentro. Una pena. Los piratas son un género mayor, el de John Silver bebiendo ron camino de la Isla del tesoro, el del cine de rebelión a bordo y el motín de la Bounty, el de los viejos piratas que corren en Tahití tras las complacientes nativas. Un género que navega por un mar donde los balleneros persiguen a Moby Dick y donde los navíos se baten con astucia. Generaciones de niños han gozado con estas historias, han intuido el reto de la vida en la metáfora del mar abierto, han soñado con desplegar las velas y salir al mundo a la busca de aventuras, se han identificado con un personaje romántico, rebelde y finalmente noble del pirata. Todo esto ha dado paso al gran espectáculo, al no va más de los efectos especiales y los kilos de maquillaje, a los inevitables monstruos marinos y los zombis deformes. Miré a la gente a la salida del cine: estaba aturdida, noqueada a causa de escenas trepidantes y del bombardeo de estímulos. Nuestro sino es haber construido un mundo de objetos, imágenes y propuestas cada vez más excesivas para intentar impactar a un espectador que, como un drogadicto, pide más y todo le sabe cada vez a menos. Entre las muchas crisis que nos aquejan, una de las más preocupantes es la falta de imaginación. Faltan buenas historias, faltan guionistas, falta talento. Marchando, cantaba Serrat, una de piratas. Pero de las de antes, please.
(Publicado en DN 21-VIII-06)
jueves, agosto 10, 2006
Masaje
Como tenía los ojos cansados y el cuello dolorido de mirar tanto al mar (mantener la mirada sobre el mar es un ejercicio de rara intensidad) me he hecho dar un masaje por una china que venía recorriendo la playa buscando un cliente con contracturas varias. Estando boca a bajo, con los ojos cerrados, he notado que cada nudo que la china me soltaba en la espalda mediante un golpecito de karate, parecido a un aplauso, era un pequeño conflicto que se iba deshaciendo, una hora de angustia que se evaporaba, una frustración superada. Al final de la sesión me he incorporado y la mujer me ha friccionado el entrecejo con un bálsamo creo que de tigre, de tal forma que cuando he abierto los ojos he visto un mundo distinto, amarillento, un tanto anticuado, y he descubierto que justo al lado, el vecino de toldo estaba leyendo, curiosamente, una voluminosa biografía de Mao. Después del masaje he sentido en un extraño equilibrio, y he podido repasar mis últimos meses de vida con una serenidad cercana a la clarividencia y tras este examen de conciencia me he sentido como alguien que sale renovado de un largo ayuno, dispuesto a ingerir poco a poco alimentos, y he comprendido que ya estaba de nuevo en condiciones de afrontar todos los retos, tareas, emboscadas, errores, obsesiones, miedos, y conflictos del próximo invierno y de registrarlos penosamente en una espalda totalmente renovada. Luego, sin poder evitarlo, me he dormido, y he tenido varios sueños breves, tumultuosos, ligeramente eróticos, llenos de espadas, dragones, kimonos y flores de loto. Cuando he despertado el mar se había agitado y apenas quedaba nadie en la playa. El sol estaba ya muy alto y sobre la arena, a contraluz, he visto pasar de nuevo a la masajista china con su gorra visera y su bolsita de plástico. Le he saludado, y ella ha hecho un gesto de despedida, como si me esperase para dentro de un año, en verano. Ni siquiera estoy seguro de que fuese la misma.
(Publicado en DN el 7-VIII-06)
(Publicado en DN el 7-VIII-06)
domingo, agosto 06, 2006
Tierra a la vista
Para salir un poco del agua en estos días he leído ¡Tierra, Tierra!, memorias del escritor húngaro Sándor Márai,o segunda parte de su memorias, que se centran en el final de la 2ª guerra mundial y la llegada de los rusos -esa fuerza biológica en movimiento- al país. Puede que hoy en día prefiramos las memorias, el relato de la realidad a la pura ficción porque la ficción, por decirlo de alguna forma, ya no resulte creíble, y justamente lo real haya ocupado ya todo el campo de la imaginación. Aquí Marai es un escritor de carne y hueso que camina consternado por los cafés de Buda retratando la brutalidad dominante, la soberbia mentira comunista, la humillación del ciudadano y el fin de la vida libre, y por ende de la posibilidad de escribir o incluso callar impunemente. Lo que en tiempos llamábamos un auténtico reaccionario.
Marai apunta alto, se mide con el tiempo y con el Tiempo, retrata un momento y hace del momento una especie de vaticinio, un drama real y una enseñanza. En todo caso, hay alguna palabra recurrentes, algunos hitos, algunas apuestas alrededor de las cuales se levanta Tierra, Tierra. (La reivindiccaión de la burguesía, el valor de los libros, o el mismo idioma húngaro, finalmente la única patria posible para él, ese viejo idioma magiar de origen uralo-altaico, sea lo que esto sea.) Otra de esas palabras- clave es humanismo. Sí, huamnismo. Estuvo de moda hace tiempo, ¿alguien se acuerda? El existencialismo, se dijo, también era un humanismo. El asunto es que después de la experiencia de los nazis, y cuando parece que las cosas van de guate mala a guate peor, cuando el comunismo se cierne sobre Hungría y cien millones más de personas de Europa del Este, ante la indiferencia del resto de la Europa occidental, Marai, aún con cierto pudor, aún de pasada, habla del humanismo, lo reivindica, lo añora. ¿Qué es el humanismo? (O tal vez convenga decir ¿qué era el humanismo?)Marai, también con cierta vacilación, viene a responder que el viejo humanismo es una tradición específicamente europea (se nos ha olvidado ya, pero Europa era una promesa, un destino valioso hace unas décadas), que se puede resumir en la idea de que el hombre es la medida de todas las cosas, que no puede pasarse por alto, a la hora de conducir la sociedad, de dominar la realidad, de llevar a cabo proyectos y acciones, supuestamente en su beneficio, sedicentemente en pro de su liberacion, (no me liberen, por favor, podría ser un clamor que recorre la historia) al hombre concreto. ¡Qué extraordinaria menudencia!, podríamos decir. Nada menos que el destino, el sufrimiento, los ridículos o valiosos desos del hombre concreto. Contar con el individuo. Hacer las cosas respetando el derecho y la opinión del hombre concreto. O lo que sería lo primero: escucharle. Tal vez los escritores sirvan para algo así: para recoger la palabra del hombre concreto. Pero los escritores y sus escritos, en esta época, ya valen muy poco, como explica también Marai en este libro. Como hombre concreto, Marai se escapó de la tupida tela de araña tejida en su país, que todo lo iba axfisiando. Su libros estuvieron prohibidos en su patria todo el resto de su vida. Se fue. Abandonó. Prefiero que me coman los gusanos, a comer yo los gusanos, dijo. Había nacido el año 1900, como cierto siglo terrible. Se suicidó en 1989, unos meses antes de que cayera el muro, que es donde se despeñó ya ese mismo siglo. Años antes él ya gritó, ¡Tierra!
Ameba
Iba camino de la playa, para ver nuevamente el mar este año, pero el temible sol allí arriba, el ardiente calor de estas fechas me ha ido derritiendo poco a poco, de tal forma que cuando he llegado a la orilla ya me había deshecho totalmente y convertido en una mancha oscura y viscosa. Como una mancha de aceite me he desparramado hasta el mar y he comenzado a flotar sobre las olas, subiendo y bajando como un corcho, adentrándome mar adentro. El agua del mar estaba tibia, parecía un caldo y apenas me ha refrescado. Desde la superficie del agua he visto una reunión de medusas que no sabían que camino seguir, un bonito del norte que había decidido hacerse catalán (Maragall ha sido tan convincente estos años) y una especie de besugo con ojos desorbitados que creo que se había tragado un preservativo. Encima del agua he cerrado los ojos y me he sentido bien. Por un momento me he visto a mí mismo como una ameba, como un organismo más sencillo, sin piernas ni apenas cerebro, que es una situación óptima para el verano, en el que no suelen utilizarse ese tipo de protuberancias. Hasta he sonreído recordando un relato de Roth, en el que un comerciante judío se convierte para pasmo general en un gran pecho. La verdad es que como metáfora del verano prefiero la ameba, que es asexuada pero lleva una vida horizontal y sin complicaciones. A lo lejos he escuchado la sirena de los barcos pesqueros que volvían a la subasta del puerto con las sardinas y los lenguados, y por si acaso he reptado sobre el agua nuevamente hacia tierra, que es mi medio, pues he recordado que estábamos invitados a una barbacoa y no era cosa de llegar tarde. Al salir del agua me he llenado de arena y he tenido que estar un rato bajo el riego por aspersión del vecino. Luego he entrado en la recepción de un hotel que tiene aire acondicionado y bajo el chorro de aire gélido me he ido recomponiendo poco a poco, recuperando mi forma habitual, alejándome de la ameba y he vuelto a casa como un rosa.
(publicado en DN 31 julio 06)
(publicado en DN 31 julio 06)
jueves, julio 20, 2006
NAVARRA: LA CONQUISTA DEL REYNO
En el año 2005 el Gobierno de Navarra encargó a una agencia publicitaria el diseño de una nueva imagen y de una campaña promocional. Navarra es una comunidad que está en la vanguardia de España en cuanto indicadores de riqueza y bienestar, con el mayor gasto público por habitante, un territorio con gran variedad de zonas y paisajes, con buenas comunicaciones y con unos servicios sanitarios y sociales punteros, pero que nunca ha logrado atraer prácticamente visitantes. Parece que a Navarra no viene la gente salvo por obligación, parentesco o enfermedad grave –la Clínica Universitaria tiene gran prestigio- y no logra estar presente en las rutas turísticas y de ocio. Además, el conocimiento que en el resto de España se tiene de ella es muy escaso, y no es extraño que haya gente que al ser preguntada no esté segura de si Navarra pertenece al País Vasco, o es una comunidad aparte, o si existe algún vinculo entre ellas. En cierto modo hay una extraña complementariedad entre los propios navarros, poco más de medio millón, que en general perciben a Navarra como un lugar mejor que el resto, (como aquí, en ninguna parte) de la que nadie en sus cabales se quiere marchar, y el resto de humanos que, contra toda evidencia, no parecen tener gran interés en acercarse por aquí.
El resultado de la campaña diseñada consistió en la creación de la marca “Reyno de Navarra. Tierra de diversidad" que, según sus autores, pretende “ligar Navarra a la tradición, a la autenticidad de la tierra y de las gentes que lo habitan”. Este ambiciosos propósito se ilustra, además, mediante un símbolo circular que parece un rosetón de colores, o tal vez una joya. La joya de una Navarra diversa y amable, una tierra de muchos colores, dispuesta a acoger al viajero remiso, a asombrarle con paisajes espectaculares, pimientos del piquillo y patrimonio histórico, y que se muestra con un lifting recién hecho, prescindiendo por una vez de sus antiguas y pesadas cadenas.
Lo cierto es que esta expresión, Reyno de Navarra, un pelín arcaizante, con su “y”, pretendía resumir, seguramente, la trayectoria histórica de Navarra como antiguo reino peninsular anterior a la propia Castilla, que mantuvo su independencia hasta comienzos del siglo XVI y desde entonces conservó su autonomía y sus fueros en las más complicadas tesituras políticas, incluido el franquismo. Navarra es un viejo reyno, viene a decirse, una comunidad, pues, de gran solera histórica. Un reyno, además, de sensaciones, de paisajes, de experiencias, de quesos de oveja y paseos por los hayedos y las Bardenas.
Para la campaña del Reyno de Navarra no se escatimaron medios, hasta el punto que su ambiciosa difusión en todos los medios, incluyó la aportación de fondos a Osasuna para que su estadio cambiara el nombre de "El Sadar", por el de “Reyno de Navarra”, osadía nunca vista en un asunto tan explotado ya como el fútbol. Sin embargo, en el mes de abril de 2006, tras el anuncio por ETA del alto el fuego permanente, Navarra recibió un alud publicitario superior a toda la meditada y costosa campaña del Reyno: Navarra, de pronto, comenzó a salir citada diariamente en los periódicos y los telediarios. Navarra, se aseguraba por todos, no es moneda de cambio. Navarra, decía la inexistente Batasuna ante los micrófonos, es la columna vertebral del proceso, la Jerusalén vasca. Navarra será lo que quieran los navarros, declaraban los Imaz, los Moraleda, los Pepiño Blanco, con su habitual tono enfático, como si ser navarro fuera ser omnipotente o no hubiera ninguna pista de que es lo que los navarros han venido expresando en las elecciones democráticas durante décadas.
A vueltas con la Disposición Transitoria
En la propia Navarra, mientras tanto, esta publicidad masiva y gratuita se ha vivido con nerviosismo e inquietud, al menos en los medios políticos, como si de pronto fuera a revivirse la convulsa época de la transición, o se hubiera puesto en peligro un equilibrio inestable. El status político de Navarra es el único que tiene una disposición constitucional que contempla un mecanismo concreto para su modificación (Disposición Transitoria cuarta), previsto justamente para el caso que quiera incorporarse al País Vasco. Esta disposición dota al régimen foral navarro de cierta “interinidad”, como si fuera una situación de “mientras tanto”, si bien el camino que marca para la incorporación resulta complicado, pues exige una previa mayoría absoluta favorable a la integración en el Parlamento de Navarra y una ratificación popular posterior. Por tanto, para que los navarros puedan ser consultados por este cambio de status, para que “los navarros puedan decidir” se requiere que las fuerzas políticas ya hayan aprobado previamente por mayoría, en el Parlamento de Navarra, la incorporación.
Con ello, se crea una situación sibilina en la que, quienes cuentan con el respaldo mayoritario electoral, no pueden de hecho propiciar una consulta popular que refrende su posición, salvo en la esquizofrenia de votar en el Parlamento a favor de la incorporación para luego, sometida ésta a referéndum, hacer campaña en contra de lo que han votado, para lograr que su propuesta sea rechazada.
Por contra, quienes no tienen posibilidad alguna de triunfar en un referéndum, (hoy por hoy, la minoría nacionalista en Navarra) son los que con más entusiasmo lo están reclamando. ¡Que se deje a los navarros decidir! ¡Son los navarros quienes deben decidir su futuro! ¡El señor Sanz tiene pánico a que Navarra se pronuncie!, Reclaman quienes serían derrotados por goleada en una consulta popular, a sabiendas del galimatías que supone esa consulta, del éxito que por sí solo sería lograr convocarla y de que, al proponerla, aparecen como demócratas despechados por una mayoría que tiene algo que ocultar.
Preguntado en la revista digital de “Basta Ya” el día 7 de mayo, el Presidente Sanz señala que “quien quiera proponer un referéndum, que logre la mayoría en el Parlamento y lo convoque”, lo que aunque resulte obvio, parece que resulta preciso volver a recordarlo en este momento.
La situación política, así, tiende en Navarra a una cierta inmovilidad, cuando no a la parálisis, a que todo se quede como está. Así, no es extraño que la ponencia que estudiaba en el Parlamento navarro la posible modificación de la Ley de Amejoramiento del Fuero de 1982 –algo así como el Estatuto de Autonomía para el régimen foral navarro- acaba de cerrar sus trabajos sin resultado alguno, y sin llegar a un acuerdo sobre la oportunidad o no de pedir la supresión de la Transitoria Cuarta, levantando acta de lo complejo que es dar cualquier paso en este asunto.
Lo cierto es que desde el Amejoramiento de 1982 y su posterior desarrollo, Navarra había logrado una prospera estabilidad en la que este asunto de la incorporación se había ido adormeciendo y ya no estaba en el debate. Las reivindicaciones nacionalistas, más allá del “programa máximo” se centraban en el uso de lengua, en la invocación de una Navarra distinta, hermanada por fin con su naturaleza euskaldun, y en la denuncia del integrismo navarrista de UPN y la tibieza del PSOE, junto con la queja por la dificultad de vivir en una Navarra “en la que muchos navarros nos sentimos incómodos”. (Incomodidad que nada que ver por cierto, con la situación que han soportado los no nacionalistas en Euskadi).
El peso del nacionalismo vasco en Navarra
El nacionalismo vasco en Navarra, en todas sus variantes, apenas supera en sus mejores momentos un respaldo electoral del 20% de votantes, siendo Batasuna, en sus distintas marcas, la formación hegemónica. En las elecciones forales del 2003, sin Batasuna, entre Aralar y EA-PNV sumaron el 16% del voto emitido (47.000 votos), frente al 21% (63.000 votos) obtenido en 1999, con la presencia de Euskal Herritarrok y en plena tregua de ETA.
En las elecciones generales de 2004, el trío Aralar- EA - PNV, junto con independientes y con la inevitable guinda izquierdista de Batzarre, sumaron fuerzas para tratar de unificar todo el voto nacionalista y atraer a los votantes de ilegalizada Batasuna, mediante la coalición “Nafarroa Bai” (NA BAI), con la que lograron 60.000 votos, y un valioso escaño que propició la visibilidad de una Navarra nacionalista vasca en el Parlamento español (mientras los tres diputados de UPN están camuflados en la bancada de PP). Así, la ronda de consultas que el Presidente Rodríguez Zapatero realizó en abril para conocer el criterio de los portavoces parlamentarios respecto al alto del fuego de ETA, culminó el 26 de abril con la entrevista con la “representante de Navarra” Uxue Barkos, quien salió de la Moncloa “más convencida todavía de lo que estaba” de que el futuro de Navarra “no está dentro del proceso de paz” y ofreció a Zapatero “todo el apoyo y colaboración” para dicho proceso.
Lo cierto es que pese a la predicación del nacionalismo vasco en Navarra, la posibilidad de que los navarros lleguen por sí solos a la tierra prometida de la Euskalherria política, donde manarán la leche y la miel, no parece muy probable. Ni siquiera el aumento en estos años de una difusa conciencia vasca entre la población, con escolarización en modelos bilingües, ikastolas, (sin olvidar la pujanza del sindicalismo nacionalista), ha hecho cambiar la situación, en la que a la hora de votar, la gente sigue votando a UPN, un partido cuyo mensaje central es la defensa de la identidad de Navarra, y sigue castigando al PSN (Partido Socialista de Navarra-PSOE) por la vergüenza de los años de Urralburu y Roldán, que no terminan de borrarse del todo.
Los datos de las última elecciones forales del 2003 mostraban que el PSN seguía estancado en el 21% de los votos, (obtuvo el 20,8% cuatro años antes), con el agravante, además, de que cuando las elecciones son generales, mejora significativamente, mientras que UPN doblaba de nuevo esos apoyos, manteniéndose en el 41%. (Datos de elecciones al Parlamento navarro.
Las elecciones del 2003 demostraban, pues, la pujanza de UPN, frente a un nacionalismo a la baja, y un PSN que, pese a estar en la oposición, apenas recomponía sus apoyos, lastrado por una duda maquiavélica, oportunamente trasladada al electorado: votar socialista es votar por un gobierno con los nacionalistas, pues es imposible que el PSN pueda formar gobierno en solitario. La endeble alternativa de Lizarbe en el 2003 fue vencida, además de por sus propios méritos, por esta convicción, que se vio confirmada enseguida cuando El PSN llegó acuerdos con los nacionalistas en varios ayuntamientos importantes, entre ellos Barañain.
Sin embargo, la victoria del 2003 no dio a UPN la mayoría absoluta, (lo que resulta siempre muy difícil en un parlamento muy fragmentado) para la que tuvo que contar con tres parlamentarios del CDN de Juan Cruz Alli. El PSN, por su parte, se deshizo de Lizarbe, y eligió una nueva dirección encabezada por Chivite, menos proclive al acuerdo con los partidos nacionalistas. Sin embargo, Chivite, a pesar de apresurarse a dar pruebas de su navarrismo, se vio enseguida en las mismas dificultades que Lizarbe para despejar las dudas de un electorado poco crédulo, al que bastaba mirar alrededor para ver cómo la doctrina oficial y la práctica real del partido de Zapatero, allí donde resulta posible, es pactar con los nacionalistas y desbancar al PP a toda costa.
Alto el fuego permanente
Así llegamos al mes de marzo de 2006, en el que la inminente tregua de ETA va a mover de pronto las fichas del tablero. A mitad de la legislatura UPN, que lleva casi 11 años en el gobierno, (15 si descontamos el breve lapso de unos meses del gobierno de Otano), opta por la continuidad de su candidato, Miguel Sanz, con un cierto reconocimiento de la imposibilidad de un recambio.
El PSN, por su parte, juega una especie de don Tancredo, intentando obviar como puede la lacra de su necesario pacto con los nacionalistas y confiando que el desgaste de los regionalistas le allegue algunos votos. Na Bai, se dedica a dar parabienes y sonreír ante las “potencialidades” que se abren en esta nueva e ilusionante situación, que confirma que su proyecto de ser “quien cambie el mapa político de Navarra”, tal como viene predicando desde hace tiempo, puede materializarse en el 2007. Las previsibles nupcias con el PSN, en todo caso, cuentan eso sí, con el interrogante que supone la posible vuelta de Batasuna, tal vez legalizada para el 2007 tras haber recorrido algún tramo en el buen camino, quien podría recuperar gran parte del voto prestado a NA Bai en las elecciones pasadas. No se sabe, en esta política ficción, si Batasuna podría ser un temible competidor... o un digno y preciado miembro de la coalición NA BAI, convertida de pronto (de la sinuosa política italiana acude la bella imagen del sorpasso) en segunda fuerza política de Navarra.
En Pamplona, en el flamante palacio de congresos del Baluarte, joya de la corona de esta legislatura de la alcaldesa de UPN Yolanda Barcina, tiene lugar una gran exposición que se llama “La edad de un Reyno” (de nuevo, el Reyno) que reúne 270 obras sobre Sancho Mayor y el mundo románico de los siglos X al XIII, procedentes no solo de Navarra, sino de archivos y museos de Francia, Alemania y hasta EEUU y Rusia, que ilustran de forma elocuente la importancia de la Navarra medieval, su rico patrimonio histórico y su importancia en el surgimiento de la monarquía hispánica. La muestra se cierra, después de tres meses, el 3 de mayo, habiendo recibido 65.000 visitantes.
La opinión pública, de pronto, se ve sacudida por la crisis sindical en Volkswagen, cuya dirección, ante la falta de acuerdo de los sindicatos LAB, ELA y CCOO, (enfrentados a la UGT que propone y no logra un referéndum para aprobar el convenio) amenaza con deslocalizar parte de la producción y asiste en las semanas sucesivas a un emponzoñamiento del conflicto, donde los sindicatos no logran ponerse de acuerdo y la dirección sopesa un plan para reducir la producción en la planta de Landaben.
La tregua de ETA trae de inmediato, como una antorcha pegada a la cola de un zorro, la presunta reivindicación de Navarra, los comunicados, las invocaciones, las suspicacias. Sanz entiende que la situación es grave y que Navarra puede ser objeto de negociación en el llamado “proceso de paz”. Incluso acusa a Zapatero de haber pactado en secreto sobre Navarra, y haber comprometido ya la formación de un “órgano común permanente” entre Navarra y Euskadi, una experiencia que ya se intentó poner en marcha en el año 95, en el fugaz gobierno tripartito presidido por Otano, que acabó al descubrirse una cuenta en suiza a su nombre.
Los socialistas replican con energía a UPN, acusando a Sanz de tergiversarlo todo, de acusar sin pruebas y de tratar de sacar rédito electoral, y declaran que no propondrán el órgano común y que Navarra no está en la agenda, y no puede ser objeto del proceso de paz. Alguno añade que lo que pasa es que UPN no quiere la paz. El inconmensurable Pepiño Blanco, siempre exigente con los conceptos, puntualiza que no puede estar en cuestión en el proceso de paz, puesto que el proceso no existe.
Por si fuera poco, son empresarios navarros los que reciben cartas de extorsión después de la tregua, y es en Navarra donde se produce un atentado en toda la regla, en el que una bomba arrasa el establecimiento del portavoz de UPN en Barañain. La población, desconcertada, contempla en televisión la bajera humeante y el desalojo de las familias del edificio, mientras asiste a un cruce de declaraciones en las que el delegado del Gobierno central, haciendo coro a sus principales, intenta a toda costa exonerar a ETA de este hecho, otorgando parabienes a la declaración del ceñudo Permach, quien considera el incidente como “grave”. En los días siguientes, conforme la fase de “verificación” no sufre nuevos contratiempos, el gobierno declara primero que todas las hipótesis están abiertas, y después que ETA “no lo ordenó”, (mientras Miguel Sanz dice tener datos de lo contrario) y termina con el Ministro del Interior definiendo el ataque como “un asunto local”, degradándolo de esta forma a no se sabe bien qué.
Proceso de paz y cambio político en Navarra
La diligencia del gobierno a la hora de apagar el fuego de Barañain, y su insistencia en garantizar que el proceso sigue en marcha y va de veras, además de los datos más o menos fiables que la prensa desvela, refuerzan la extendida convicción de que el llamado proceso de paz ha sido precedido de unos contactos durante meses. Que es lo que puede haberse hablado o comprometido, solo el tiempo nos lo dirá. La fallida tregua de 1999 suministró un gran material a este respecto. Es lógico confiar en que las enseñanzas de la tregua anterior, tras el Pacto de Lizarrra, hayan servido para algo y que en la situación de debilidad y práctica derrota del terrorismo de ETA, el gobierno se haya cuidado de alentar la idea de que es posible atender alguna pretensión política, premiando así la ciega e insoportable insistencia de una violencia fanática que no lo merece.
Sin embargo, la verborrea del mundo abertzale radical tras un alto el fuego, que se nos ha vendido como la supuesta rendición mas o menos disimulada de ETA, sigue encerrada, además de en los presos, en la habitual reivindicación de la territorialidad y del derecho a decidir, lo que nos retrotrae de nuevo a un exasperante “mas de lo mismo”, a la Jerusalén vasca, a Pernando Barrena explicándonos que una Navarra verdaderamente libre solo es imaginable en el contexto de una Euskalherria verdaderamente libre, a que Navarra aparezca en el medio del escenario, como oscuro objeto deseado. (Mientras escribo esto, ETA vuelve a las andadas en un nuevo comunicado.)
Antes que en estas zarandajas, sin duda, hemos de creer Zapatero y al PSOE cuando nos repiten que “Navarra no está en el proceso de paz, ni va a ser moneda de cambio”, pero sin descartar que este tipo de desmentidos, como es usual en la política, valen lo que valen. Navarra no estará en la mesa de paz, tal vez quiere decir también que se deja “para la otra mesa”, aquella que propone desde muchas instancias (incluido algún redentorista con alzacuellos) para que los partidos, en un fructífero dialogo sin cortapisas, (y sin Parlamentos) y en ausencia de violencia, se pongan por fin de acuerdo.
¿Qué va a hacer en este “escenario” Navarra? ¿Es posible prever un cambio de orientación sustancial, que ponga en cuestión el autogobierno de Navarra como comunidad diferenciada, con sus propias instituciones basadas en su vieja historia como reino –como reyno- que desembocan en el amejoramiento del fuero de 1982? ¿Es posible que Navarra quede inmóvil en medio del temporal, al margen de los cambios estatuarios que se están produciendo en otras comunidades? De pronto, la más histórica de las comunidades históricas, la que ha mantenido ininterrumpidamente su autonomía y su régimen fiscal propio, la que es capaz de mostrar de forma inequívoca sus glorias del pasado, contempla como se va quedando atrás en la carrera frente a otras comunidades que incrementan su nivel competencial e incluso, como en caso de Cataluña y el País Vasco, caminan hacia una fórmula más o menos confederal, configurándose en auténticos campeones de poder periférico. ¿Es posible, por último que Navarra sea capaz de sobreponerse a una coyuntura complicada como una crisis del sector automovilístico que cuestione su viabilidad económica?
Demasiadas preguntas. Lo cierto es que ahora, como en 1977, todo pasa por el posicionamiento del Partido Socialista, quien tiene en su mano la continuidad o el cambio político del status de Navarra.
El dilema del PSN
Hay que decir que plantearse un cambio radical de posición de los socialistas en este asunto resulta ilusorio. Ni los socialistas pueden –ni con seguridad, quieren- acometer un viraje político de este calibre, que supondría seguramente su suicidio político en Navarra y que no podría explicarse salvo como una vergonzosa cesión política a ETA.
Sin embargo, el PSN, tal como se ha apuntado ya, está condenado a entenderse con los nacionalistas para articular una mayoría que desaloje del gobierno a UPN, y está a la vez obligado a allanar el camino hacia la paz emprendido por Zapatero, para quien en ausencia de violencia todo es posible. Así que alguna concesión, en este complejo cruce de obligaciones y condenas, tendrá que hacer. Es pues una cuestión de tempos y de límites, en un proceso que se anuncia siempre como “largo y complicado” y en la que no cabe remitirlo todo al latiguillo de que en todo caso serán los navarros quienes decidan su futuro. Una vez elegidos, los representantes políticos hacen un montón de cosas –entre ellas, pactos post electorales) que no habían explicado previamente sus votantes, máxime si deben hacer frente a retos imprevistos o a grandes encrucijadas
La vida política de los últimos años viene demostrando que con el suficiente trabajo en los medios y mediante las maniobras oportunas todo acaba colando: las motivaciones de una Opa, el Estauto de Cataluña o la realidad nacional de Andalucía. La política ha interiorizado que la velocidad y la eficacia hacen que la gente olvide enseguida cualquier escándalo (sustituido enseguida por otro) y aplauda únicamente el resultado, y a la postre que Navarra tenga estos o aquellos relaciones institucionales con una comunidad vecina, es algo que en Murcia, por decir algo, no tiene gran importancia.
El propio Alli, cuyo Partido gobierna en coalición con UPN y que en su día lo hizo con el PSN y EA, ha declarado que cuenta con datos de que Batasuna ya habría adelantado al Gobierno que se conformaría con el “órgano común permanente”. Algo que, desde luego, estaría muy lejos el maximalismo habitual de Batasuna en el capítulo de Navarra. De ser esto así, parece un pago muy escaso para un fin tan preciado como el final definitivo de la violencia, dado que un organismo de ese tipo, de por sí, no deja de ser algo irrelevante.
Pero ese es justamente, la cuestión. ¿Para que hacer un órgano irrelevante solo porque lo exige como una especie de pago simbólico el nacionalismo radical y puede que ETA? Las comunidades autónomas firman continuamente acuerdos y convenios de cooperación y crean organismo de colaboración para los temas más variados. Incluso lo hacen por encima de las fronteras de los Estados, para solucionar problemas comunes en ambos lados. Pero estos convenios son para cosas concretas, (en estos días, por cierto, se ha firmado uno entre Navarra y Guipúzcoa para la reforma de la endiablada carretera a Irún, algo que sí separaba a Navarra del País Vasco) mientras que la cooperación del famoso órgano es una cooperación permanente para nada en concreto, y que no surge desde abajo, a raíz de un problema cierto al que haya que responder en común, sino desde arriba, para relacionar la cúspide de las Comunidades, los Parlamentos tal vez, y luego, al parecer, ya se verá para qué.
Llama la atención que la propuesta de un organismo de este tipo, ignore, como quien trata de inventar la pólvora, que Navara y el País Vasco tienen de por sí infinidad de contactos, relaciones y están imbricadas desde siempre por su vecindad, por vínculos familiares, culturales, lingüísticos, geográficos de todo tipo, y todo ello porque pertenecen desde hace siglos a una instancia política común que es España, marco en el que han convivido y han desarrollado su cooperación. Son, con la elocuencia de una verdad de perogrullo, parte del mismo país. De todo lo cual prescinde olímpicamente la idea del órgano común, que parece querer empezar a establecer las relaciones de la nada, como quien tratara de que los novios comiencen a conocerse.
De otra parte, esta por ver cual sería la respuesta de Navarra a una deriva de acercamiento al País Vasco. Aquella Navarra de la gamazada, la defensa de los fueros y las tradiciones pertenecen en buena medida a otro tiempo. El legado de consenso de la transición, es un activo que estamos viendo dilapidarse en gran parte de España a toda prisa. Es posible que existe una reacción de indignación y un frente de rechazo a una política de cesiones, (de hecho, ya ha empezado) pero también es cierto que en un proceso en que está en juego el fin de la violencia y donde en lo que respecta a la reorganización del Estado, casi todo es posible, un cierto cambio de situación no sería tan escandaloso.
Con el horizonte del 07 y la previsible legalización de Batasuna, la posibilidad de desbancar a UPN del gobierno de Navarra mediante una coalición con los nacionalistas no es ninguna entelequia. Está por ver cuales son los mimbres para que el PSN lleve a cabo este proyecto, y quienes de sus actuales caras públicas pueden seguirle en este camino. La experiencia, en todo caso, demuestra que los Partidos van dejando a los disidentes o timoratos en la cuenta sin ningún problema y que raramente estos se prestan a dar la batalla intra eclessiam.
Algún lector que me haya seguido hasta aquí recordará tal vez la imagen de hace un par de años en Hondarribia, cuando se inauguró una escultura de Sancho el Mayor -el de la exposición de la edad de un Reyno- como “rey de Euskalerria”. Navarra ofrece al proyecto nacional vasco el desahogo de su territorio y sobre todo unas credenciales impagables. Navarra, como supuesta organización política de los vascos en el pasado, es un mito que viene como anillo al dedo a las quimeras nacionalistas. Para la conquista de este y otros reynos imaginarios, sin importar el tiempo, hay quienes no escatimarán esfuerzos.
Pamplona, mayo 06
(Publicado en EL NOTICIERO DE LAS IDEAS -Julio 2006)
El resultado de la campaña diseñada consistió en la creación de la marca “Reyno de Navarra. Tierra de diversidad" que, según sus autores, pretende “ligar Navarra a la tradición, a la autenticidad de la tierra y de las gentes que lo habitan”. Este ambiciosos propósito se ilustra, además, mediante un símbolo circular que parece un rosetón de colores, o tal vez una joya. La joya de una Navarra diversa y amable, una tierra de muchos colores, dispuesta a acoger al viajero remiso, a asombrarle con paisajes espectaculares, pimientos del piquillo y patrimonio histórico, y que se muestra con un lifting recién hecho, prescindiendo por una vez de sus antiguas y pesadas cadenas.
Lo cierto es que esta expresión, Reyno de Navarra, un pelín arcaizante, con su “y”, pretendía resumir, seguramente, la trayectoria histórica de Navarra como antiguo reino peninsular anterior a la propia Castilla, que mantuvo su independencia hasta comienzos del siglo XVI y desde entonces conservó su autonomía y sus fueros en las más complicadas tesituras políticas, incluido el franquismo. Navarra es un viejo reyno, viene a decirse, una comunidad, pues, de gran solera histórica. Un reyno, además, de sensaciones, de paisajes, de experiencias, de quesos de oveja y paseos por los hayedos y las Bardenas.
Para la campaña del Reyno de Navarra no se escatimaron medios, hasta el punto que su ambiciosa difusión en todos los medios, incluyó la aportación de fondos a Osasuna para que su estadio cambiara el nombre de "El Sadar", por el de “Reyno de Navarra”, osadía nunca vista en un asunto tan explotado ya como el fútbol. Sin embargo, en el mes de abril de 2006, tras el anuncio por ETA del alto el fuego permanente, Navarra recibió un alud publicitario superior a toda la meditada y costosa campaña del Reyno: Navarra, de pronto, comenzó a salir citada diariamente en los periódicos y los telediarios. Navarra, se aseguraba por todos, no es moneda de cambio. Navarra, decía la inexistente Batasuna ante los micrófonos, es la columna vertebral del proceso, la Jerusalén vasca. Navarra será lo que quieran los navarros, declaraban los Imaz, los Moraleda, los Pepiño Blanco, con su habitual tono enfático, como si ser navarro fuera ser omnipotente o no hubiera ninguna pista de que es lo que los navarros han venido expresando en las elecciones democráticas durante décadas.
A vueltas con la Disposición Transitoria
En la propia Navarra, mientras tanto, esta publicidad masiva y gratuita se ha vivido con nerviosismo e inquietud, al menos en los medios políticos, como si de pronto fuera a revivirse la convulsa época de la transición, o se hubiera puesto en peligro un equilibrio inestable. El status político de Navarra es el único que tiene una disposición constitucional que contempla un mecanismo concreto para su modificación (Disposición Transitoria cuarta), previsto justamente para el caso que quiera incorporarse al País Vasco. Esta disposición dota al régimen foral navarro de cierta “interinidad”, como si fuera una situación de “mientras tanto”, si bien el camino que marca para la incorporación resulta complicado, pues exige una previa mayoría absoluta favorable a la integración en el Parlamento de Navarra y una ratificación popular posterior. Por tanto, para que los navarros puedan ser consultados por este cambio de status, para que “los navarros puedan decidir” se requiere que las fuerzas políticas ya hayan aprobado previamente por mayoría, en el Parlamento de Navarra, la incorporación.
Con ello, se crea una situación sibilina en la que, quienes cuentan con el respaldo mayoritario electoral, no pueden de hecho propiciar una consulta popular que refrende su posición, salvo en la esquizofrenia de votar en el Parlamento a favor de la incorporación para luego, sometida ésta a referéndum, hacer campaña en contra de lo que han votado, para lograr que su propuesta sea rechazada.
Por contra, quienes no tienen posibilidad alguna de triunfar en un referéndum, (hoy por hoy, la minoría nacionalista en Navarra) son los que con más entusiasmo lo están reclamando. ¡Que se deje a los navarros decidir! ¡Son los navarros quienes deben decidir su futuro! ¡El señor Sanz tiene pánico a que Navarra se pronuncie!, Reclaman quienes serían derrotados por goleada en una consulta popular, a sabiendas del galimatías que supone esa consulta, del éxito que por sí solo sería lograr convocarla y de que, al proponerla, aparecen como demócratas despechados por una mayoría que tiene algo que ocultar.
Preguntado en la revista digital de “Basta Ya” el día 7 de mayo, el Presidente Sanz señala que “quien quiera proponer un referéndum, que logre la mayoría en el Parlamento y lo convoque”, lo que aunque resulte obvio, parece que resulta preciso volver a recordarlo en este momento.
La situación política, así, tiende en Navarra a una cierta inmovilidad, cuando no a la parálisis, a que todo se quede como está. Así, no es extraño que la ponencia que estudiaba en el Parlamento navarro la posible modificación de la Ley de Amejoramiento del Fuero de 1982 –algo así como el Estatuto de Autonomía para el régimen foral navarro- acaba de cerrar sus trabajos sin resultado alguno, y sin llegar a un acuerdo sobre la oportunidad o no de pedir la supresión de la Transitoria Cuarta, levantando acta de lo complejo que es dar cualquier paso en este asunto.
Lo cierto es que desde el Amejoramiento de 1982 y su posterior desarrollo, Navarra había logrado una prospera estabilidad en la que este asunto de la incorporación se había ido adormeciendo y ya no estaba en el debate. Las reivindicaciones nacionalistas, más allá del “programa máximo” se centraban en el uso de lengua, en la invocación de una Navarra distinta, hermanada por fin con su naturaleza euskaldun, y en la denuncia del integrismo navarrista de UPN y la tibieza del PSOE, junto con la queja por la dificultad de vivir en una Navarra “en la que muchos navarros nos sentimos incómodos”. (Incomodidad que nada que ver por cierto, con la situación que han soportado los no nacionalistas en Euskadi).
El peso del nacionalismo vasco en Navarra
El nacionalismo vasco en Navarra, en todas sus variantes, apenas supera en sus mejores momentos un respaldo electoral del 20% de votantes, siendo Batasuna, en sus distintas marcas, la formación hegemónica. En las elecciones forales del 2003, sin Batasuna, entre Aralar y EA-PNV sumaron el 16% del voto emitido (47.000 votos), frente al 21% (63.000 votos) obtenido en 1999, con la presencia de Euskal Herritarrok y en plena tregua de ETA.
En las elecciones generales de 2004, el trío Aralar- EA - PNV, junto con independientes y con la inevitable guinda izquierdista de Batzarre, sumaron fuerzas para tratar de unificar todo el voto nacionalista y atraer a los votantes de ilegalizada Batasuna, mediante la coalición “Nafarroa Bai” (NA BAI), con la que lograron 60.000 votos, y un valioso escaño que propició la visibilidad de una Navarra nacionalista vasca en el Parlamento español (mientras los tres diputados de UPN están camuflados en la bancada de PP). Así, la ronda de consultas que el Presidente Rodríguez Zapatero realizó en abril para conocer el criterio de los portavoces parlamentarios respecto al alto del fuego de ETA, culminó el 26 de abril con la entrevista con la “representante de Navarra” Uxue Barkos, quien salió de la Moncloa “más convencida todavía de lo que estaba” de que el futuro de Navarra “no está dentro del proceso de paz” y ofreció a Zapatero “todo el apoyo y colaboración” para dicho proceso.
Lo cierto es que pese a la predicación del nacionalismo vasco en Navarra, la posibilidad de que los navarros lleguen por sí solos a la tierra prometida de la Euskalherria política, donde manarán la leche y la miel, no parece muy probable. Ni siquiera el aumento en estos años de una difusa conciencia vasca entre la población, con escolarización en modelos bilingües, ikastolas, (sin olvidar la pujanza del sindicalismo nacionalista), ha hecho cambiar la situación, en la que a la hora de votar, la gente sigue votando a UPN, un partido cuyo mensaje central es la defensa de la identidad de Navarra, y sigue castigando al PSN (Partido Socialista de Navarra-PSOE) por la vergüenza de los años de Urralburu y Roldán, que no terminan de borrarse del todo.
Los datos de las última elecciones forales del 2003 mostraban que el PSN seguía estancado en el 21% de los votos, (obtuvo el 20,8% cuatro años antes), con el agravante, además, de que cuando las elecciones son generales, mejora significativamente, mientras que UPN doblaba de nuevo esos apoyos, manteniéndose en el 41%. (Datos de elecciones al Parlamento navarro.
Las elecciones del 2003 demostraban, pues, la pujanza de UPN, frente a un nacionalismo a la baja, y un PSN que, pese a estar en la oposición, apenas recomponía sus apoyos, lastrado por una duda maquiavélica, oportunamente trasladada al electorado: votar socialista es votar por un gobierno con los nacionalistas, pues es imposible que el PSN pueda formar gobierno en solitario. La endeble alternativa de Lizarbe en el 2003 fue vencida, además de por sus propios méritos, por esta convicción, que se vio confirmada enseguida cuando El PSN llegó acuerdos con los nacionalistas en varios ayuntamientos importantes, entre ellos Barañain.
Sin embargo, la victoria del 2003 no dio a UPN la mayoría absoluta, (lo que resulta siempre muy difícil en un parlamento muy fragmentado) para la que tuvo que contar con tres parlamentarios del CDN de Juan Cruz Alli. El PSN, por su parte, se deshizo de Lizarbe, y eligió una nueva dirección encabezada por Chivite, menos proclive al acuerdo con los partidos nacionalistas. Sin embargo, Chivite, a pesar de apresurarse a dar pruebas de su navarrismo, se vio enseguida en las mismas dificultades que Lizarbe para despejar las dudas de un electorado poco crédulo, al que bastaba mirar alrededor para ver cómo la doctrina oficial y la práctica real del partido de Zapatero, allí donde resulta posible, es pactar con los nacionalistas y desbancar al PP a toda costa.
Alto el fuego permanente
Así llegamos al mes de marzo de 2006, en el que la inminente tregua de ETA va a mover de pronto las fichas del tablero. A mitad de la legislatura UPN, que lleva casi 11 años en el gobierno, (15 si descontamos el breve lapso de unos meses del gobierno de Otano), opta por la continuidad de su candidato, Miguel Sanz, con un cierto reconocimiento de la imposibilidad de un recambio.
El PSN, por su parte, juega una especie de don Tancredo, intentando obviar como puede la lacra de su necesario pacto con los nacionalistas y confiando que el desgaste de los regionalistas le allegue algunos votos. Na Bai, se dedica a dar parabienes y sonreír ante las “potencialidades” que se abren en esta nueva e ilusionante situación, que confirma que su proyecto de ser “quien cambie el mapa político de Navarra”, tal como viene predicando desde hace tiempo, puede materializarse en el 2007. Las previsibles nupcias con el PSN, en todo caso, cuentan eso sí, con el interrogante que supone la posible vuelta de Batasuna, tal vez legalizada para el 2007 tras haber recorrido algún tramo en el buen camino, quien podría recuperar gran parte del voto prestado a NA Bai en las elecciones pasadas. No se sabe, en esta política ficción, si Batasuna podría ser un temible competidor... o un digno y preciado miembro de la coalición NA BAI, convertida de pronto (de la sinuosa política italiana acude la bella imagen del sorpasso) en segunda fuerza política de Navarra.
En Pamplona, en el flamante palacio de congresos del Baluarte, joya de la corona de esta legislatura de la alcaldesa de UPN Yolanda Barcina, tiene lugar una gran exposición que se llama “La edad de un Reyno” (de nuevo, el Reyno) que reúne 270 obras sobre Sancho Mayor y el mundo románico de los siglos X al XIII, procedentes no solo de Navarra, sino de archivos y museos de Francia, Alemania y hasta EEUU y Rusia, que ilustran de forma elocuente la importancia de la Navarra medieval, su rico patrimonio histórico y su importancia en el surgimiento de la monarquía hispánica. La muestra se cierra, después de tres meses, el 3 de mayo, habiendo recibido 65.000 visitantes.
La opinión pública, de pronto, se ve sacudida por la crisis sindical en Volkswagen, cuya dirección, ante la falta de acuerdo de los sindicatos LAB, ELA y CCOO, (enfrentados a la UGT que propone y no logra un referéndum para aprobar el convenio) amenaza con deslocalizar parte de la producción y asiste en las semanas sucesivas a un emponzoñamiento del conflicto, donde los sindicatos no logran ponerse de acuerdo y la dirección sopesa un plan para reducir la producción en la planta de Landaben.
La tregua de ETA trae de inmediato, como una antorcha pegada a la cola de un zorro, la presunta reivindicación de Navarra, los comunicados, las invocaciones, las suspicacias. Sanz entiende que la situación es grave y que Navarra puede ser objeto de negociación en el llamado “proceso de paz”. Incluso acusa a Zapatero de haber pactado en secreto sobre Navarra, y haber comprometido ya la formación de un “órgano común permanente” entre Navarra y Euskadi, una experiencia que ya se intentó poner en marcha en el año 95, en el fugaz gobierno tripartito presidido por Otano, que acabó al descubrirse una cuenta en suiza a su nombre.
Los socialistas replican con energía a UPN, acusando a Sanz de tergiversarlo todo, de acusar sin pruebas y de tratar de sacar rédito electoral, y declaran que no propondrán el órgano común y que Navarra no está en la agenda, y no puede ser objeto del proceso de paz. Alguno añade que lo que pasa es que UPN no quiere la paz. El inconmensurable Pepiño Blanco, siempre exigente con los conceptos, puntualiza que no puede estar en cuestión en el proceso de paz, puesto que el proceso no existe.
Por si fuera poco, son empresarios navarros los que reciben cartas de extorsión después de la tregua, y es en Navarra donde se produce un atentado en toda la regla, en el que una bomba arrasa el establecimiento del portavoz de UPN en Barañain. La población, desconcertada, contempla en televisión la bajera humeante y el desalojo de las familias del edificio, mientras asiste a un cruce de declaraciones en las que el delegado del Gobierno central, haciendo coro a sus principales, intenta a toda costa exonerar a ETA de este hecho, otorgando parabienes a la declaración del ceñudo Permach, quien considera el incidente como “grave”. En los días siguientes, conforme la fase de “verificación” no sufre nuevos contratiempos, el gobierno declara primero que todas las hipótesis están abiertas, y después que ETA “no lo ordenó”, (mientras Miguel Sanz dice tener datos de lo contrario) y termina con el Ministro del Interior definiendo el ataque como “un asunto local”, degradándolo de esta forma a no se sabe bien qué.
Proceso de paz y cambio político en Navarra
La diligencia del gobierno a la hora de apagar el fuego de Barañain, y su insistencia en garantizar que el proceso sigue en marcha y va de veras, además de los datos más o menos fiables que la prensa desvela, refuerzan la extendida convicción de que el llamado proceso de paz ha sido precedido de unos contactos durante meses. Que es lo que puede haberse hablado o comprometido, solo el tiempo nos lo dirá. La fallida tregua de 1999 suministró un gran material a este respecto. Es lógico confiar en que las enseñanzas de la tregua anterior, tras el Pacto de Lizarrra, hayan servido para algo y que en la situación de debilidad y práctica derrota del terrorismo de ETA, el gobierno se haya cuidado de alentar la idea de que es posible atender alguna pretensión política, premiando así la ciega e insoportable insistencia de una violencia fanática que no lo merece.
Sin embargo, la verborrea del mundo abertzale radical tras un alto el fuego, que se nos ha vendido como la supuesta rendición mas o menos disimulada de ETA, sigue encerrada, además de en los presos, en la habitual reivindicación de la territorialidad y del derecho a decidir, lo que nos retrotrae de nuevo a un exasperante “mas de lo mismo”, a la Jerusalén vasca, a Pernando Barrena explicándonos que una Navarra verdaderamente libre solo es imaginable en el contexto de una Euskalherria verdaderamente libre, a que Navarra aparezca en el medio del escenario, como oscuro objeto deseado. (Mientras escribo esto, ETA vuelve a las andadas en un nuevo comunicado.)
Antes que en estas zarandajas, sin duda, hemos de creer Zapatero y al PSOE cuando nos repiten que “Navarra no está en el proceso de paz, ni va a ser moneda de cambio”, pero sin descartar que este tipo de desmentidos, como es usual en la política, valen lo que valen. Navarra no estará en la mesa de paz, tal vez quiere decir también que se deja “para la otra mesa”, aquella que propone desde muchas instancias (incluido algún redentorista con alzacuellos) para que los partidos, en un fructífero dialogo sin cortapisas, (y sin Parlamentos) y en ausencia de violencia, se pongan por fin de acuerdo.
¿Qué va a hacer en este “escenario” Navarra? ¿Es posible prever un cambio de orientación sustancial, que ponga en cuestión el autogobierno de Navarra como comunidad diferenciada, con sus propias instituciones basadas en su vieja historia como reino –como reyno- que desembocan en el amejoramiento del fuero de 1982? ¿Es posible que Navarra quede inmóvil en medio del temporal, al margen de los cambios estatuarios que se están produciendo en otras comunidades? De pronto, la más histórica de las comunidades históricas, la que ha mantenido ininterrumpidamente su autonomía y su régimen fiscal propio, la que es capaz de mostrar de forma inequívoca sus glorias del pasado, contempla como se va quedando atrás en la carrera frente a otras comunidades que incrementan su nivel competencial e incluso, como en caso de Cataluña y el País Vasco, caminan hacia una fórmula más o menos confederal, configurándose en auténticos campeones de poder periférico. ¿Es posible, por último que Navarra sea capaz de sobreponerse a una coyuntura complicada como una crisis del sector automovilístico que cuestione su viabilidad económica?
Demasiadas preguntas. Lo cierto es que ahora, como en 1977, todo pasa por el posicionamiento del Partido Socialista, quien tiene en su mano la continuidad o el cambio político del status de Navarra.
El dilema del PSN
Hay que decir que plantearse un cambio radical de posición de los socialistas en este asunto resulta ilusorio. Ni los socialistas pueden –ni con seguridad, quieren- acometer un viraje político de este calibre, que supondría seguramente su suicidio político en Navarra y que no podría explicarse salvo como una vergonzosa cesión política a ETA.
Sin embargo, el PSN, tal como se ha apuntado ya, está condenado a entenderse con los nacionalistas para articular una mayoría que desaloje del gobierno a UPN, y está a la vez obligado a allanar el camino hacia la paz emprendido por Zapatero, para quien en ausencia de violencia todo es posible. Así que alguna concesión, en este complejo cruce de obligaciones y condenas, tendrá que hacer. Es pues una cuestión de tempos y de límites, en un proceso que se anuncia siempre como “largo y complicado” y en la que no cabe remitirlo todo al latiguillo de que en todo caso serán los navarros quienes decidan su futuro. Una vez elegidos, los representantes políticos hacen un montón de cosas –entre ellas, pactos post electorales) que no habían explicado previamente sus votantes, máxime si deben hacer frente a retos imprevistos o a grandes encrucijadas
La vida política de los últimos años viene demostrando que con el suficiente trabajo en los medios y mediante las maniobras oportunas todo acaba colando: las motivaciones de una Opa, el Estauto de Cataluña o la realidad nacional de Andalucía. La política ha interiorizado que la velocidad y la eficacia hacen que la gente olvide enseguida cualquier escándalo (sustituido enseguida por otro) y aplauda únicamente el resultado, y a la postre que Navarra tenga estos o aquellos relaciones institucionales con una comunidad vecina, es algo que en Murcia, por decir algo, no tiene gran importancia.
El propio Alli, cuyo Partido gobierna en coalición con UPN y que en su día lo hizo con el PSN y EA, ha declarado que cuenta con datos de que Batasuna ya habría adelantado al Gobierno que se conformaría con el “órgano común permanente”. Algo que, desde luego, estaría muy lejos el maximalismo habitual de Batasuna en el capítulo de Navarra. De ser esto así, parece un pago muy escaso para un fin tan preciado como el final definitivo de la violencia, dado que un organismo de ese tipo, de por sí, no deja de ser algo irrelevante.
Pero ese es justamente, la cuestión. ¿Para que hacer un órgano irrelevante solo porque lo exige como una especie de pago simbólico el nacionalismo radical y puede que ETA? Las comunidades autónomas firman continuamente acuerdos y convenios de cooperación y crean organismo de colaboración para los temas más variados. Incluso lo hacen por encima de las fronteras de los Estados, para solucionar problemas comunes en ambos lados. Pero estos convenios son para cosas concretas, (en estos días, por cierto, se ha firmado uno entre Navarra y Guipúzcoa para la reforma de la endiablada carretera a Irún, algo que sí separaba a Navarra del País Vasco) mientras que la cooperación del famoso órgano es una cooperación permanente para nada en concreto, y que no surge desde abajo, a raíz de un problema cierto al que haya que responder en común, sino desde arriba, para relacionar la cúspide de las Comunidades, los Parlamentos tal vez, y luego, al parecer, ya se verá para qué.
Llama la atención que la propuesta de un organismo de este tipo, ignore, como quien trata de inventar la pólvora, que Navara y el País Vasco tienen de por sí infinidad de contactos, relaciones y están imbricadas desde siempre por su vecindad, por vínculos familiares, culturales, lingüísticos, geográficos de todo tipo, y todo ello porque pertenecen desde hace siglos a una instancia política común que es España, marco en el que han convivido y han desarrollado su cooperación. Son, con la elocuencia de una verdad de perogrullo, parte del mismo país. De todo lo cual prescinde olímpicamente la idea del órgano común, que parece querer empezar a establecer las relaciones de la nada, como quien tratara de que los novios comiencen a conocerse.
De otra parte, esta por ver cual sería la respuesta de Navarra a una deriva de acercamiento al País Vasco. Aquella Navarra de la gamazada, la defensa de los fueros y las tradiciones pertenecen en buena medida a otro tiempo. El legado de consenso de la transición, es un activo que estamos viendo dilapidarse en gran parte de España a toda prisa. Es posible que existe una reacción de indignación y un frente de rechazo a una política de cesiones, (de hecho, ya ha empezado) pero también es cierto que en un proceso en que está en juego el fin de la violencia y donde en lo que respecta a la reorganización del Estado, casi todo es posible, un cierto cambio de situación no sería tan escandaloso.
Con el horizonte del 07 y la previsible legalización de Batasuna, la posibilidad de desbancar a UPN del gobierno de Navarra mediante una coalición con los nacionalistas no es ninguna entelequia. Está por ver cuales son los mimbres para que el PSN lleve a cabo este proyecto, y quienes de sus actuales caras públicas pueden seguirle en este camino. La experiencia, en todo caso, demuestra que los Partidos van dejando a los disidentes o timoratos en la cuenta sin ningún problema y que raramente estos se prestan a dar la batalla intra eclessiam.
Algún lector que me haya seguido hasta aquí recordará tal vez la imagen de hace un par de años en Hondarribia, cuando se inauguró una escultura de Sancho el Mayor -el de la exposición de la edad de un Reyno- como “rey de Euskalerria”. Navarra ofrece al proyecto nacional vasco el desahogo de su territorio y sobre todo unas credenciales impagables. Navarra, como supuesta organización política de los vascos en el pasado, es un mito que viene como anillo al dedo a las quimeras nacionalistas. Para la conquista de este y otros reynos imaginarios, sin importar el tiempo, hay quienes no escatimarán esfuerzos.
Pamplona, mayo 06
(Publicado en EL NOTICIERO DE LAS IDEAS -Julio 2006)
martes, julio 18, 2006
Vista de Delft
Mientras los sanfermines expiraban y a la espera de que los pilotos de Iberia bajaran de las nubes, he viajado hasta Delft en un día magnífico, inusual en Holanda, y observando la vista de esta bella ciudad, hermana pequeña de la cosmopolita Amsterdam, pensé que este pequeño país había recorrido el camino opuesto a España desde que Guillermo el taciturno, oriundo de Dellft, se rebeló contra la monarquía española. Mientras España se iba encerrando en sí misma, haciéndose unidimensional, guardiana de las esencias del catolicismo, empeñada en una lucha de décadas contra calvinistas, hugonotes, y protestantes de toda ralea; mientras se despreciaba el comercio y nadie encontraba valiosa la actividad fabril o el cultivo de las ciencias, descarriando el país para siglos de la senda que llevaba al futuro, la pequeña Holanda se las ingenió para que floreciera la banca y el comercio, acogió a judíos, se hizo un imperio marítimo que llegó a Surinam e Indonesia; sobre todo reformó a fondo el Cristianismo para hacerlo compatible con el individualismo, la acumulación de capital y las virtudes burguesas, y forjó una religión basada en la laboriosidad y el rechazo de toda ostentación. Con el protestantismo y los molinos de viento, Holanda inventó el progreso. Hoy Amsterdam, emblema de Holanda, la ciudad en que Spinoza escribió su Etica, la que habitó Rembrandt, la que ocultó en vano a Anna Frank, es una ciudad muy bella donde se mezclan razas y culturas, se escuchan todos los idiomas y donde prolifera el gentío, la embriaguez, los coffee shops y los canales que reflejan sobrias fachadas de ladrillo. Volviendo de la apacible Delft hacia Amsterdam, por la noche, veo la gente beber tranquilamente cerveza en la calle, mientras las luces rojas de las prostitutas en los escaparates comienzan a encenderse. Todas las debilidades humanas, a la postre, son perdonables –me digo acodado en un puente - solo la orgullosa virtud es a veces repulsiva y no tiene cura.
(Publicado en DN el 17-7-06)
Edades
Hay una edad para San Fermín (perdón, para las fiestas de San Fermín), como hay una edad del pavo o bien mirado, tal vez haya varias edades sanfermineras y varios pavos, e incluso varios pavos sanfermineros. Los últimos estudios (las tesis son legión) indican que la primera edad, tan tierna de por sí, es muy sanferminera, con sus gigantes, kilikis y cabezudos, (incluyendo padres y madres). Luego el niño se vuelve más peligroso (si cabe) y se llega una edad menos sanferminera, (la protuberante adolescencia, parecida a una planta trepadora) aunque enseguida vuelve a ser que sí, que San Fermín sí, (a ver quien se enfrenta a este pavo que suele deambular por casa y ya tiene bigote). Luego otra vez no, (marchó a Vancouver, con una beca, está muy formal, ni sombra de lo que fue). Luego otra vez sí, pero poco tiempo y a pequeños sorbos. Luego definitivamente no (vence el libro, el eco de las olas, el olor del pescado frito, la nostalgia y la ciática) y finalmente otra vez a los gigantes, como un eterno retorno. Puede que todo el mundo esté hasta al moño de todo esto, puede que todo sea una repetición y una forma un tanto ridícula de estar alegre y de beber para no ser menos, me digo. Pero entonces ¿porqué salgo corriendo una y otra vez detrás de la gaita? Tal vez los sanfermines sean una cosa anticuada, de otro tiempo, y ya no sean de esta edad, me repito, sino de un tiempo ido, de una época en la que la fiesta era transgresión, (cuando hoy la transgresión está en el poder, lanzando el cohete y es igual de aburrida). Nadie tiene la edad precisa para San Fermín. Nadie puede aprobar el encierrómetro ni estar a la altura de los acontecimientos ni de la tradición, esa ilusión de permanencia. La mejor edad para entrar en la fiesta debe ser intra utero y la de salir, con los pies por delante, pero entre uno y otro momento, no hay manera. Suena el cohete. Fiesta sin igual. Acelera un poco más, carretera y manta, que ya no tenemos edad.
(Publicado en D.N. 10-7-06)
(Publicado en D.N. 10-7-06)
martes, junio 27, 2006
Ibo
Habla el gran Kapuscinsky en Ébano, libro (imprescindible) que recoge sus andanzas por Africa, de la comunidad de los Ibo, pueblo que, según asegura, no conoce la noción de culpa y cuyos miembros no sienten remordimientos ante las malas acciones, salvo que éstas sean descubiertas. Sostiene K que frente a nuestra tradición cristiana que interioriza la culpa y provoca el remordimiento y la mala conciencia, la tradición africana viviría de forma más laxa la responsabilidad individual. Todo esto es muy discutible. El propio K, en el mismo libro, relata el trágico destino de Rwanda, y la culpa aniquiladora que aquejó a multitudes enloquecidas en el enfrentamiento entre los hutus y los tutsis. Mi amigo A, cuya opinión estimo mucho, y al que conté las peculiaridades de los Ibo en una de estas soleadas mañanas, me replicó que esto le resultaba de todo punto increíble, ya que no es posible hablar propiamente de ser humano sin incluir la conciencia del mal, la culpa y el remordimiento. ¿Es posible? En estos días me he acorado de K y de los Ibo al ver a los acusados de matar a sangre fría a Miguel Ángel Blanco, atendiendo indiferentes al relato de su crimen. Ha sido un espectáculo tan inquietante, que ha hecho surgir enseguida las interpretaciones piadosas. Seguramente, se nos dice, esta gente esté aparentando. En realidad sienten horror de lo que han hecho, pero no están dispuestos a reconocerlo por las consecuencias políticas que supondría. No es posible, viene a decirse, que un hombre permanezca impertérrito, sin mostrar compasión, ante la madre doliente de quien él ha matado. Uno oye las palabras del acusado al final del juicio, despechadas, llenas de consignas gastadas y de estereotipos (del mismo cariz de las que hemos leído luego en un comunicado) y quiere a toda costa pensar que es todo impostura, un velo para no mirar de frente a la verdad. Es difícil hablar con alguien sumido en un monólogo así. Mas difícil que entendérselas con un Ibo.
(Publicado en DN el 26-6-06)
(Publicado en DN el 26-6-06)
miércoles, junio 21, 2006
EL VALOR DE UNA VIDA
Hoy juega España (pan comido), juzgan a Txapote por el crimen de Miguel Angel Blanco (hace años, un tiro en la nuca, la gente lloraba) , Cataluña hace cuentas del Estatuto (el caso es hacer cuentas) y en Pamplona todavía queda, colgando de las farolas, algún cartel del congreso que los geriatras, a pesar del calor, celebraron en el Baluarte bajo el lema de “el valor de una vida”. La vida termina siendo, con suerte, competencia de la geriatría. La vida, como dice la canción, no vale nada y está muy bien que alguien, desde las farolas, nos invite a mirar al sujeto concreto, más allá de los porcentajes y las generalizaciones de la política y la ciencia, y señale hacia el hombre como un ser irremplazable, un haz de sentimientos, de dolencias, de sucesos, una historia. Hoy en la tele, antes del partido, veremos tal vez de nuevo al acusado (la gente lloraba) dando despectivamente la espalda al tribunal y charlando para matar el tiempo. El poco valor de una vida. Luego, el equipo español confirmará su buen momento ante los ingenuos saudís. A Zapatero volverán a salirle bien las cosas: nadie se aclara bien con los estatutos, la financiación, el endeudamiento de las familias y la lengua vernácula pero si España vuelve a golear es seguro que no va tan mal. Ya se sabe que los equipos nacionales son un fiel reflejo del país. Serbia, por ejemplo, se duele de la deserción de Montenegro y ha sido goleada por la potente Argentina. Con razón el novelista Gándara, que hoy nos visita en el Museo, dice que Argentina sale al campo con el psicoanálisis hecho: sin angustia y sin presión extra. Algo así es lo que nos han predicado los geriatras en su congreso: el tomarse las cosas con cierta distancia, sin angustias, el intentar ser feliz, es lo que alarga la vida. Y eso, doctor, ¿cómo lo hago.) La geriatría no tiene respuesta para eso. Nadie tiene respuesta para eso. De momento, al menos que el niño Torres esté en plena forma.
(Publicado en DN el 19-VI-06)
(Publicado en DN el 19-VI-06)
miércoles, junio 14, 2006
Maleta
En el gran hotel de Albacete estuve hablando con un abogado de Algeciras que era uno de esos sujetos que uno se encuentra muy raramente, un tipo con un extraordinario talento narrativo, es decir, alguien que aunque en general cuente historias triviales (he venido conduciendo de Sevilla a Albacete, p. ej) lo hace con una gran encanto, sabiendo dosificar la información, crear suspense, incitar interés donde aparentemente no lo hay, cambiar de pronto el foco. (El viaje, en el fondo, escondía dentro el relato de la noche anterior en Sevilla, como una ostra esconde a veces una perla). Este hombre, en la interminable cena del Gran Hotel, con su cambio de tenedores y sus distintas copas de vino (siempre me digo demasiado tarde que no debería haber bebido blanco) me contó varias historias. En una de ellas, muy larga, a su hijo le robaban el equipaje de mano en la estación de Atocha cuando iba acoger el Ave, con la cartera del dinero y el ordenador portátil. El portátil era un regalo que el abogado había hecho a su hijo hacía poco. El chico estaba sin blanca, sin BILLETE, sin ordenador y sin movil, en la estación de Atocha, en el inicio de la Semana Santa.
Cuando una historia es buena, uno vislumbra varias líneas de continuidad, todas prometedoras. El abogado eligió una en la que el chico escarba en el bolsillo y encuentra unas monedas con las que llama a su padre, quien en ese momento, recién llegado a casa, se está quitando la corbata para tirarla a la pisicina. Por mucho que este hombre se indigne y proteste en el teléfono, no tiene nada que hacer. Sabemos empáticamente como padres, y el narrador experimentado nos lo transmite simpelmente con una triste sonrisa, que no solo hará el viaje hasta Madrid y volverá con el chico, sino que pese a sus mas firmes propósitos acabará comprando un nuevo ordenador y un móvil, que salve a su hijo del ostracismo social y de la incomunicación y lo retorne al mundo de los vivos.
Cuando una historia es buena, uno vislumbra varias líneas de continuidad, todas prometedoras. El abogado eligió una en la que el chico escarba en el bolsillo y encuentra unas monedas con las que llama a su padre, quien en ese momento, recién llegado a casa, se está quitando la corbata para tirarla a la pisicina. Por mucho que este hombre se indigne y proteste en el teléfono, no tiene nada que hacer. Sabemos empáticamente como padres, y el narrador experimentado nos lo transmite simpelmente con una triste sonrisa, que no solo hará el viaje hasta Madrid y volverá con el chico, sino que pese a sus mas firmes propósitos acabará comprando un nuevo ordenador y un móvil, que salve a su hijo del ostracismo social y de la incomunicación y lo retorne al mundo de los vivos.
martes, junio 13, 2006
Fascista
Se abusa de la palabra fascista. Ya significa cualquier cosa y ninguna. A Arcadi Espada, representante de Ciudadanos de Cataluña, le han llamado fascista y le han agredido por defender el no al Estatut. Ciudadanos es el fenómeno más refrescante que ha dado la política en la última década y lo que ha ocurrido es un disloque y una muestra de la pobreza mental y la agresividad que se genera en ciertos ambientes. Recuerdo aquellas concentraciones hace años para pedir la libertad de un secuestrado por Eta, en las que se nos insultaba y lanzaban pilas, maderas y tornillos. ¡Fascistas!, nos gritaban. No éramos fascistas, pero sí un poco tontos por permanecer allí en silencio, dignamente, como corderos. Nos costó mucho tiempo comprender que era mejor abrir la boca, responder a tanta tontería, reaccionar. Ahora algunos de los que lanzaban tornillos sugieren que tal vez en el pasado tuvieron falta de sensibilidad. Es enternecedor. El caso es que no se sabe bien lo que es un fascista, como tampoco que es un demócrata, pero sospecho que debe tener algo que ver con dejar o no hablar al que piensa diferente. Todos tenemos algo de fascista, todos quisiéramos acallar las insensateces que escuchamos de otros pero tragamos bilis y nos contenemos, cambiamos de cadena, pasamos de largo. El fascista no pasa de largo, sino que en general es acarreado en grupo para reventar actos o dar palizas. El fascismo, históricamente, ama los desfiles, la simbología, la exaltación patriótica desmedida. Arcadi Espada ha escrito un libro con criticas muy fundadas al Estatut desde el punto de vista democrático, ético y hasta gramatical. A un fascista, por ejemplo, no le venga usted con esas zarandajas. El fascismo consiste en consignas claras y en un enemigo que sea claramente identificable. El fascista, por lo demás, fuera del grupo es cobarde y no hace nada si no se le alienta y se le enciende la cabeza, por lo que es vital que quien conscientemente o no le ha dado alas, se las corte. Aunque entonces sea a él a quien le llamen fascista.
(Publicado en DN 12-VI-06)
(Publicado en DN 12-VI-06)
lunes, junio 12, 2006
lunes, junio 05, 2006
Blake
Hice todo lo posible, pero al final no pude resistirme y fui a ver al mago y mentalista Blake en el Gayarre. Dicen que este hombre acertó el gordo de navidad de hace unos años, si bien nunca se ha explicado por que no compró el número. En la sala había un tipo de gente muy distinta a otros espectáculos: parejas de enamorados, familias enteras, adolescentes, sudamericanos, algún barbudo. Era un publico popular, discreto, muy colaborador que, contra toda prudencia, se animaba rápidamente a salir a escena cuando Blake pedía voluntarios. En pocos espectáculos como en la magia, por cierto, el espectador cuenta tanto en la trama. Blake, vestido de negro, comenzó escogiendo contra el calculo de probabilidades la llave que abría el cofre, adivinó los números del DNI de cinco sujetos, hizo con ellos un juego matemático, adivinó el pensamiento, desveló los recuerdos que cinco mujeres habían escrito en un papel, bordó un número de costosa telepatía, en el que descubrió un falta de ortografía en el mensaje mental, falló alguna vez, tal vez para dejara claro que era mortal, y exhibió una gran labia y una elegancia de galán maduro. A mi juicio debió hablar menos y mostrarse más concentrado y hasta un poco ausente, como los magos más clásicos, tipo Mandrake. La gente se veía complacida, no entusiasmada, y en los que subían a escena había una expresión de sorpresa e incredulidad. Todo los que estábamos allí esperábamos, confusamente, algo extraordinario, o temíamos, contra toda lógica, que ese hombre nos mirase a los ojos y supiese ya todo sobre nosotros, que es uno de los temores que arrastramos todos y que mas nos irritan. A la salida un padre mostraba su escepticismo. Había cámaras ocultas, decía. Su hija lo negaba y le reprochaba ser tan incrédulo. En el fondo estaban un poco tristes, como si supieran uno y otro lo que pensaban sin decirlo, como el mismo Blake, o tal vez porque ya era domingo por la noche y volvía la vida de todos los días.
(Publicado en DN el 5-VI-06)
(Publicado en DN el 5-VI-06)
sábado, mayo 27, 2006
La Mancha
Estuve leyendo la Vanguardia en el Alaris a Albacete, apuntando en el margen los nombres de algunos pueblos por los que pasaba el tren a todo tren. Villarobledo, Villacañas, Alcazar de San Juan, Campo de Criptana. Poco después de éste, leí un artículo de Quim Monzó en el que se despachaba agusto contra Eto'o. Un tío chulo, un malas pulgas, decía. Daba además la razón a los aficionados del atleti que le pitaron y cantaron por haber escupido a un jugador. Eto'o no puede escudarse en ser negro para hacer lo que quiera, venía a decir. No puede hacerse la vítima cuando es el el agresor. Una interesante cuestión esta de la victima y el agresor. Los negros, entiendo, también pueden ser agresores.
Desde la ventanilla del tren vi una laguna con flamencos (en la Mancha), una salina, muchas viñas. Es preciso seguir bebiendo vino, me dije, ayudar a esta industria sin la que el campo se llenaría de polvo y de tristeza. Apunté el lugar exacto de los Flamencos, y pensé que si lo contaba a I. no se lo iba a creer. Nunca se cree lo que cuento de mis viajes, cree que me lo invento todo, ni siquiera esta seguro de que he viajado a Albacete, piensa que todo son figuras literarias.
En Albacete, a donde acudí, digamos, a cambiar de navaja, coincidí con tres colegas de Bilbao que habían obviado el tren y habían venido en avión a Alicante y luego en coche. En Alicante fueron a tomarse un arroz caldoso con bogavante, y antes pidieron dos platos para picar los tres, pero enseguida se miraron y, qué leche, pidieron tres entrantes y no dos, pero como entre los tres tenían verdadera hambre, que coño, pidieron CUATRO entrantes para los tres, ¿pasa algo? A mí me parece que una cosa así no me la he podido inventar. Creo que I. debe tomar esto como una prueba de que mis viajes son estrictamente verdad.
Por mi parte les pregunté sobre el arroz caldoso, el tamaño del bogavante y el precio y todo, a juicio de mis colegas, era más que aceptable y el precio mucho más económico que en Bilbao. No creo que en Bilbao sea posible comer una arroz caldoso con bogavante les dije, y ellos tuvieron que reconocer a regañadienets que yo tenía razón. Luego les pregunté si eran del atleti. Lo eran.
Pese a eso seguimos por ahí , fuimos al Portón (otra prueba de que estuve en Albacete) y uno de ellos comenzó a hacerme confidencias. Me dijo que había estudiado en un colegio del Opus pero que ahora era ateo. Pensé en preguntarle si una cosa tenía que ver con otra, o tal vez lo pienso ahora. A la hora de pagar sacamos los dos sendos billetes de 50 euros, pero el camarero no dudó y cogió el suyo. En cierto modo vi que desde ese momento desconfiaba. Hablamos un poco más, de responsabilidad en la construcción.
Al día siguiente dimos una batida (visual) por el campo al caer la tarde. Vimos muchos conejos y bastantes perdices. Al parecer en esa finca vino a cazar una vez Bush. Bush padre. En un momento dado ví un gran campo de amapolas blancas. Eso es adormidera, dije. De ahí se saca el opio. El opio del pueblo, no te jode. Les asegué que era verdad. Parte del opio con el que nos dormirán al final será de Albacete. En una alqueríaa compramos un queso manchego. Por la noche lo metí en el mini bar de la habitación para evitar olores.
Desde la ventanilla del tren vi una laguna con flamencos (en la Mancha), una salina, muchas viñas. Es preciso seguir bebiendo vino, me dije, ayudar a esta industria sin la que el campo se llenaría de polvo y de tristeza. Apunté el lugar exacto de los Flamencos, y pensé que si lo contaba a I. no se lo iba a creer. Nunca se cree lo que cuento de mis viajes, cree que me lo invento todo, ni siquiera esta seguro de que he viajado a Albacete, piensa que todo son figuras literarias.
En Albacete, a donde acudí, digamos, a cambiar de navaja, coincidí con tres colegas de Bilbao que habían obviado el tren y habían venido en avión a Alicante y luego en coche. En Alicante fueron a tomarse un arroz caldoso con bogavante, y antes pidieron dos platos para picar los tres, pero enseguida se miraron y, qué leche, pidieron tres entrantes y no dos, pero como entre los tres tenían verdadera hambre, que coño, pidieron CUATRO entrantes para los tres, ¿pasa algo? A mí me parece que una cosa así no me la he podido inventar. Creo que I. debe tomar esto como una prueba de que mis viajes son estrictamente verdad.
Por mi parte les pregunté sobre el arroz caldoso, el tamaño del bogavante y el precio y todo, a juicio de mis colegas, era más que aceptable y el precio mucho más económico que en Bilbao. No creo que en Bilbao sea posible comer una arroz caldoso con bogavante les dije, y ellos tuvieron que reconocer a regañadienets que yo tenía razón. Luego les pregunté si eran del atleti. Lo eran.
Pese a eso seguimos por ahí , fuimos al Portón (otra prueba de que estuve en Albacete) y uno de ellos comenzó a hacerme confidencias. Me dijo que había estudiado en un colegio del Opus pero que ahora era ateo. Pensé en preguntarle si una cosa tenía que ver con otra, o tal vez lo pienso ahora. A la hora de pagar sacamos los dos sendos billetes de 50 euros, pero el camarero no dudó y cogió el suyo. En cierto modo vi que desde ese momento desconfiaba. Hablamos un poco más, de responsabilidad en la construcción.
Al día siguiente dimos una batida (visual) por el campo al caer la tarde. Vimos muchos conejos y bastantes perdices. Al parecer en esa finca vino a cazar una vez Bush. Bush padre. En un momento dado ví un gran campo de amapolas blancas. Eso es adormidera, dije. De ahí se saca el opio. El opio del pueblo, no te jode. Les asegué que era verdad. Parte del opio con el que nos dormirán al final será de Albacete. En una alqueríaa compramos un queso manchego. Por la noche lo metí en el mini bar de la habitación para evitar olores.
Champions
Al día siguiente del gran evento encontré un vaso de cubata todavía con hielo encima de mi moto. Camino del trabajo, junto al Reyno de Navarra, tierra de diversidad, vi unos operarios que barrían el suelo y varios coches abandonados en el descampado, cuyos ocupantes se perdieron la noche anterior. Toda el entusiasmo que le falta a la política, al trabajo y a la vida cotidiana está en el fútbol. Cuando la gente salta, ríe, llora, se disfraza y grita porque el equipo ha ganado, en realidad lo está haciendo por otra cosa, pero ha aceptado la convención de depositar en el fútbol toda la alegría que se le escamotea por doquier. No hay nada como el fútbol. Puede con todo. Cada año Manuel Vincent escribía un formidable artículo antitaurino. Eso tiene ya poco mérito, pertenece a otro tiempo. Lo heroico sería escribir un artículo que diera en la línea de flotación del fútbol, y le convirtiera a uno en el gran aguafiestas planetario. Pero no hay nadie que haga eso. No es posible ponerse tan a contracorriente cuando un partido reúne 13 millones de personas frente al televisor. Tantas personas no pueden estar confundidas. Creo que se ha hecho una película sobre gentes de África que atraviesan a pié el desierto o se suben con una parabólica a un árbol para ver el mundial. En los barrios de las ciudades de Africa y América, niños descalzos le dan a la pelota y llevan en la retina la imagen de Ronaldinho. En la cárcel de Sao Paulo los presos amotinados piden, entre otras cosas, más televisores para ver el mundial. La Cuatro y A3 disputan con la Seis y la Cinco la retransmisión en abierto de los partidos del mundial. Por lo demás, parece que condenaron a 3 policías por el asunto de aquel Bono, y que en el complejo alto el fuego al final lo permanente va a ser la Eta. Que mas da. Cae el larguero bajo el peso de la afición. Ruge la masa, camina un futbolista por la barandilla. Amanece ya otro día histórico, cuando el hielo todavía no se ha derretido dentro del vaso.
(Publicado en D.N. el 22 mayo)
(Publicado en D.N. el 22 mayo)
viernes, mayo 19, 2006
Freud
La noticia de moda es que, según todos los indicios, Freud tenía razón. Mal asunto. Lo leí en el suplemento dominical, que traía una foto del viejo maestro en portada, con alabanzas de especialistas e ilustres neurólogos. Al final va a resultar que el complejo de Edipo sale en las radiografías. Lo he visto también en el propio diario El País, que dedicó nada menos que un editorial a reivindicar el psicoanálisis frente al resto de tendencias más biologistas imperantes en la psiquiatría. Es sorprendente que un periódico haga una cosa así. Puede que el siguiente editorial sea sobre la corrección de la teoría del big bang. En todo caso cuando uno alaba al psicoanálisis, el propio psicoanálisis sospecha que en el fondo lo que hay es un intenso rechazo. El psicoanálisis es así de tiquis-miquis. No se fía de las palabras, sino que trabaja con ellas. Se las toma muy en serio, pero nunca al pie de la letra. El psicoanálisis ha vivido mas o menos en los márgenes de la ciencia, y se ha expandido hacia la filosofía, la estética, la literatura, el cine y la vida cotidiana. Hoy todos somos freudianos, aunque sea de forma frívola o trivial, lo mismo que somos católicos, evolucionistas o grecolatinos: porque vivimos en esas categorías que flotan en la atmósfera cultural y en las palabras que nos van modelando. En general, son las palabras las que hablan por nosotros. El caso es que la ciencia había puesto todos sus peros a Freud cuyas teorías eran exageradas e indemostrables, y sus tratamientos largos, inocuos y caros, y lo había mandado con la homeopatía y otras especies sospechosas afuera, donde hace frío y se está en compañías poco recomendables. No me parece lógico que ahora empiece a recular. Mal asunto. La poderosa ciencia ha avanzado mucho pero no ha logrado desterrar el malestar. Al contrario. Escuchar ese malestar sin prometer nada y sin prejuicios era el cometido de Freud y su enseñanza.
(Publicado en DN 15 de mayo)
(Publicado en DN 15 de mayo)
jueves, mayo 11, 2006
Blindaje
Sanz propuso blindar Navarra a cambio de irse. Nadie, ni en su propio partido, recogió el guante. En Aragón, quieren blindar el Ebro y el proyecto de nuevo Estatuto dice que Aragón es una nacionalidad histórica, y que nosecuantos hectómetros deben ser para su propio consumo. El que venga detrás, que arree. Cada Comunidad va blindando según le conviene, y todo eso se va metiendo en los Estatutos nuevos que nadie demandaba y que posiblemente nadie lee, porque si alguien los leyera todos y sacase conclusiones (además de dolores de cabeza) vería que la cosa no cuadra. Por ejemplo, que el Estado vaya a darle más dinero Cataluña porque produce más, (algo así como dar más servicios a quien paga más impuestos) y a Andalucía porque tiene más población. A este paso, cuando el Estado llegue a Murcia (antes que el Ebro, seguro) no se sabe cómo saldrá del paso. Desconozco que precisa en este punto el estatuto Murciano, o solo glosa el pimiento morrón y el cantón de Cartagena. En Navarra, por su parte, la oposición le ha dicho a Sanz que no entiende eso de blindar, que el mejor blindaje es que cualquier decisión sobre Navarra corresponde a los navarros. Gran verdad. Eso siempre queda muy bien, pero no es decir mucho. Pagamos a los políticos par que adopten decisiones sin consultarnos continuamente y que sean, a ser posibles, coherentes. Además, me temo que cualquier decisión sobre Navarra no corresponde solo a los navarros. Si Navarra blindase el Ebro y no dejara gota aguas abajo, en Zaragoza no bailarían una jota. Para estos asuntos existía un Estado común, esa antigualla. Dado la afición al blindaje, en Madrid, hasta la baronesa Thysen quiere blindar los árboles el Paseo del Prado, que plantó el ilustrado Carlos III, un rey aficionado a las obras públicas, la luz de la razón, los jardines, la centralización y el riego. Visto lo visto, un visionario.
lunes, mayo 01, 2006
NA
Recapitulemos. Na no es moneda de cambio (para todos), pero es la columna vertebral del proceso (para algunos), si bien el proceso, en puridad, no ha comenzado (Pepiño). El proceso no nato se ha visto afectado por un incidente en Barañain (puro humo), sobre el que no se excluye ninguna hipótesis (tal vez, fuegos fatuos) y del que no cabe acusar directamente a Eta o a la "izquierda tradicional abertzale estructurada" (Ripa). No hay datos de que sea orden de Eta (Rubalcaba). Se estudia el matasellos. Se hace la autopsia a las declaraciones de Barrena, a quien una gota de excitación le corre por la larga patilla: el humo de Barañain les parece grave (Permach). Grave. Batasuna está recorriendo el camino que todos deseamos (Moraleda). El gobierno va por muy mal camino (Pernando). Sin Navarra no hay acuerdo. Navarra no está en la agenda, se le responde. Salvo tal vez, en la agenda oculta. En ausencia de violencia todo es posible (Zapa). Todo es posible en domingo. Los navarros serán lo que los navarros quieran (JJ Imaz). ¿Qué querrán los navarros? A falta de pistas, se cree que pueden querer ser letones. Reaparece el órgano común hibernado. El Psoe no lo propondrá (Chivite). Tal vez lo proponga una redentorista con alzacuellos. En ese caso, irá a alguna de las mesas durante unos meses. Los dirigentes socialistas mienten a los ciudadanos navarros (Catalán). Que cese ya tanta insidia sobre la posición del Psoe (Perales). Mas le valdría a Upn haber solucionado lo de VW (Perales). Batasuna confirma que Eta no ha dado la orden. Ibarretxe con un dibujo infantil de un gato y un niño travieso que ya se porta bien. Este verano se anuncia un concierto por la paz de Bob Dylan en la playa de la Zurriola. Que alguien le explique que esto no es Vietnam. Digo. Se acerca a todo gas el 2007, el órgano, el órdago, la marcha del polo, las municipales. Que será, será. La respuesta, my friend, is blowing in the wind (Dylan).
(Publicado en Diario de Navarra el 1 de mayo 06)
(Publicado en Diario de Navarra el 1 de mayo 06)
miércoles, abril 26, 2006
Mistica
He vuelto de Peñíscola muy acatarrrado y en la cama, entre toses, lagrimeos, sorbiendome los mocos he intentado continuar con la lectura de Contra natura, de Pombo. A lo lejos oía un sonido de violoncelo (Brahms). Entre lágrimas he leído en el libro una frase de W:
"no como sea el mundo sino que sea, eso es la mística".
He cerrado el libro y los ojos, y me he recostado un buen rato dejando simplemente que el mundo siguiera, sin tratar de inmiscuirme en su marcha. Al rato, no sabía si sentía calor o frío y he sacado una pierna de debajo de la manta. Me he acordado de la ciudad de Morella, en lo alto del Maestrazgo por dando pasé hace unos días, de la sombra de Cabrera, del vacío de esas tierras con pinares, barrancos y rebaños de ovejas.
Pensaba en eso, pero mientras pensaba no dejaba de repetir que no como sea el mudo, sino que sea
etc, como si fuera una jaculatoria. Mistica.
lunes, abril 24, 2006
Ultramarinos
Sean los cien mejores libros de la historia, o los 20 personajes mejor vestidos, o los platos más populares, la confección de listas es una moda en auge, a la que acaba de añadirse una versión de gran éxito: elegir la palabra más bella del español, y así hemos podido ver como en este tiempo ligth y algo cursi la gente ha optado por la flor, el terciopelo, la esperanza, y el amor. El presidente Zapatero eligió generosidad, dada su conocida afición por las palabras que acaban en dad, si excluimos maldad. También ha habido votos más osados como libélula, o resplandor, por la que optó Ana Mª Matute, "por ser algo aun más poético que la luz". Raul del Pozo, por su parte, eligió coño, "por ser de donde sale todo", pero fue la palabra ultramarinos la que contó, contra pronóstico, con votos muy calificados, "por tener mar, aroma y memoria, y ser una palabra que está desapareciendo". A mí, de pronto, a pesar de que esta elección de miss palabra me parece una tontería, me atrae la palabra carraca, porque es onomatopéyica y poco pretenciosa. Antes que las grandes palabras, tan solemnes, erizadas de significados y que tras escucharlas tanto nos resultan vacías como una cáscara de nuez, prefiero las más modestas, como carraca, que es una cosa ruidosa y era propia de este tiempo pascual, y es el único instrumento que se me da bien. Dar la matraca. Tenemos demasiada fe en las palabras, que sirven lo mismo para un roto que para un descosido. La palabra más bella es la que un médico pronuncia con rutina, o aquel monosílabo que nos conmovió un día. La palabra ultramarinos no está mal. Esta palabra, como todas, ya escapó de su significado y ahora contiene cosas como mar, aroma, memoria. Palabras. Modestas mercancías que van de boca en boca. Ultramarinos del español. Tal vez la palabra más bella del español, sea español, porque en él podemos pronunciar la palabra libertad.
(Publicado en Diario Navarra 17-IV-06)
(Publicado en Diario Navarra 17-IV-06)
sábado, abril 15, 2006
Juevesanto
Ultimamente, lo olvido todo. Recuerdo, eso sí, que el jueves estuve en la Valdorba, solo, viendo el mundo desde la peña de Unzué. Un punto de vista modesto. Al bajar, fui hasta la Iglesia. Dentro se oían unas voces de mujeres atareadas, limpiando, poniendo flores, preparando el templo para los oficios. No entré. Me bastaron esas voces como prueba de la existencia de Dios. Todo era, desde luego, de otro tiempo. La vista de la peña, con los quejigos y las flores amarillas era una delicia. Contra mis principios, saqué una foto. Pregunté a una mujer con pañoleta por el Cristo de Catalain. ¡Hasta allí va ir usted andando!, se escandalizó. Le aseguré que cogería el coche. Por carreterillas, llegué hasta la ermita. Un erudito explicaba las imágenes románicas a un grupo de turistas. Como serán todos ustedes guipuzcoanos, le oí decir en un momento dado. No se muy bien a qué venía, pero me pareció que se hizo un extraño silencio. En el grupo hubo un murmullo. El erudito les señaló un gran álamo roto que hay junto a la ermita y les dijo que era una especie de arbol de Guernica (Gernikako arbola), donde se reunía la gente para tomar decisones. Allí, según dijo, habían salido varios cientos de hombres armados para la primera guerra carlista, junto con los curas de las parroquias. De otras guerras no dijo nada. (Es mejor). Explicó que allí también se pagaban los tributos, y que al ser en especie, ahora era posible saber qué se cultivaba en otros tiempos. Un hombre del grupo de turistas, muy gordo, comentó que es posible que los aldeanos hicieran ya en ese tiempo trampa con los impuestos. El comentario me sorprendió, porque era una especie de confesión del gordo, cuando nadie le había acusado de nada. Esa disculpa por adelatado, como uno comprueba, es algo muy normal y permite cazar enseguida a la gente si uno sabe escuchar.
Luego seguí al grupo hasta la ermita de Echano y volví a ver esa extraordinaria arquivolta que retrata a un grupo de hombres comiendo, alguno con la pata de palo y otros tocando la flauta. La imagen, la recóndita ermita, el riachuelo, el aroma de las flores, el vientecillo, la paliza de la mañana, la peña, la mujer de la pañoleta, el guía, mis extraños pensamientos, el gordo evasor, la primavera, enfin, me habían dado bastante hambre así es que sin despedirme tomé el coche y me volví a casa y mientras conducía me recordé de muy pequeño, en la procesión de Pamplonaa, mirando el paso de la flagelación, con la mano tendida, esperando que algún mozorro me diera un caramelo. Una infancia católica, de sangre y golosinas. Una espléndida mañana de abril.
Luego seguí al grupo hasta la ermita de Echano y volví a ver esa extraordinaria arquivolta que retrata a un grupo de hombres comiendo, alguno con la pata de palo y otros tocando la flauta. La imagen, la recóndita ermita, el riachuelo, el aroma de las flores, el vientecillo, la paliza de la mañana, la peña, la mujer de la pañoleta, el guía, mis extraños pensamientos, el gordo evasor, la primavera, enfin, me habían dado bastante hambre así es que sin despedirme tomé el coche y me volví a casa y mientras conducía me recordé de muy pequeño, en la procesión de Pamplonaa, mirando el paso de la flagelación, con la mano tendida, esperando que algún mozorro me diera un caramelo. Una infancia católica, de sangre y golosinas. Una espléndida mañana de abril.
martes, abril 11, 2006
Deshoras
Manuel Marín, Presidente del Congreso, ha citado a sus señorías a sesión a una hora intempestiva y pretende, además, que los diputados coman de 2 a 3, en vez de alargarse hasta las 5, para aprovechar el tiempo. El mismo Guerra ha dicho que esto son penosas costumbres europeas, y no mediterráneas, pero el Guerra, desde que predica lo contrario de lo que vota ha perdido mucho. De hecho el Presidente del Congreso, que en cuestión de votos no pierde nunca la virginidad, ha dicho que prefiere el mediterráneo al mar del norte, pero que conviene también racionalizar un poquito nuestros horarios. España, o lo que sea, es un país a deshoras. Marín ha vivido en Bruselas y sabe lo que dice, porque él mismo bajaba con la tartine a comer una hoja de lechuga y un sándwich de queso al parque cuando no llovía, es decir casi nunca, y volvía a la carrera al despacho, y sabe que a la hora en que aquí un diputado se sienta a despachar un plato de cocido, un comisario europeo lleva despachados ya varios expedientes. El Sr. Marín está dispuesto a poner un comedor en el Congreso con fruta del tiempo y yogures, (una dieta que parece pensada por Rubalcaba) para que una vez solventado frugalmente así el trámite del almuerzo los diputados vuelvan frescos al hemiciclo y se eviten bochornosos cabezazos y ronquidos. El ilustre Marín, que es manchego y tiene algo de quijotesco nos toma por Sancho, y nos pide comer poco y cenar más poco, que la salud del cuerpo se fragua en el estómago. Marín quiere ser la punta de lanza contra esas enojosas comidas de trabajo, esas jornadas abusivas y poco productivas. En la semana en que salía a la luz toda la hortera corrupción de Marbella, con sus mármoles y sus jirafas disecadas, Marín ha puesto un poco de puritanismo europeo, un punto de regeracionismo con barba y el énfasis en la necesidad de estar más a punto. Guerra protesta a deshora. Bono se va tarde, cuando todo está consumado. Marín, imperturbable, se come una pera.
(Publicado en DN el 10-IV-06)
miércoles, abril 05, 2006
Yo
En Madrid, Biblioteca Nacional (nacional o importación, decía al estanquera de Fellini) veo los grabados de Rembrandt, los pequeños autorretratos a los que la organización ha hecho acompañar una lupa. Con una lupa, cuento los pelos de Rembrandt, salvo los que oculta debajo del gorro. Una gran colección de gorros. El protestantismo es parco en todo, salvo en gorros.
Hay un grabado que se titula la casa del pesador de oro, y sin embrago es un paisaje con una torre de Iglesia, y unas granjas, y no es posible determinar cual debe ser la casa del pesador de oro, a quien cabe imaginar como otro hombre con gorro y una pequeña balanza, un tipo satisfecho que se ha puesto los ropajes para posar, como esos buenos burgueses de Amberes, de Amsterdam, que retrata Rembrandt.
A la entrada, junto a los pequeños autorretrato, hay también un grabado de los felices tiempos con Saskia, con ese vaso larguísimo que sostiene sonriente el maestro, vuelto hacia nosostros. Ese tiempo feliz, como acontece, debió ser muy breve. Luego vino la quiebra, los malos tiempos, la muerte. Pero hasta entonces ese es él, el del retrato, brindando sonriente. Es decir, ese soy YO, nos dice.
El yo: esa cosa pasajera, ese síntoma, como la fiebre que va y viene. El peso del yo, que se va esfumado en el tiempo. El polvillo del yo en la pequeña balanza,en el platillo casi vacío del pesador de oro.
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